De la puna catamarqueña a las pasarelas de París; de las altiplanicies jujeñas a los platos gourmet. Los camélidos de altura —sobre todo llamas y vicuñas— deslumbran no sólo por la calidad de sus carnes y fibras; también por las tradiciones ancestrales de los puneños que llevan consigo un valor muy apreciado por los mercados de alto poder adquisitivo: la autenticidad .

En Argentina, hay cuatro tipos de camélidos sudamericanos. Dos silvestres —vicuñas y guanacos— y dos domésticos —llamas y alpacas. “Se calcula que hay unas 350 mil llamas y unas 142 mil vicuñas, que son los principales camélidos que se explotan de manera productiva”, detalla Francisco Rigalt, especialista del INTA-Catamarca. Y agrega, como curiosidad, que los camélidos pueden cruzarse entre sí, y que las alpacas son las descendientes domésticas de las vicuñas y las llamas de los guanacos, un proceso de selección que a los incas les llevó siglos para cubrir sus necesidades de fibra, carne y transporte.

Francisco Rigalt, técnico del INTA Catamarca.Francisco Rigalt, técnico del INTA Catamarca.

La vicuña es un interesante caso de sinergia entre lo público y lo privado no sólo desde lo económico sino también desde la preservación del animal. “La especie Vicugna vicugna, tal es su nombre científico, estuvo amenazada por la caza furtiva y su población fue diezmada notablemente, a tal punto de correr riesgos de extinción. Pero a fines de los 90, se implementaron programas de preservación y los privados acompañaron con inversión al darse cuenta de que podía ser un buen negocio. Sólo una vicuñita, sin cazarla, puede generar 200 dólares por año”, sostiene Rigalt.

¿Cómo es ese proceso? “El chaccu es una práctica preincaica a través de la cual se captura, esquila y libera a la vicuña con vida, procurando el menor impacto en la integridad del animal”, explica Carlos Barrionuevo, biólogo y docente de la Universidad Nacional de Catamarca. Según el especialista, el chaccu, que en quechua significa “encierre”, es una técnica de manejo productivo sustentable de la vicuña, que consiste en el arreo y el encierre dentro de módulos.

Esta práctica ancestral, ahora aggiornada al siglo XXI, fue retomada en 2003 por iniciativa de los pobladores de Laguna Blanca, una extensa región ubicada en la puna catamarqueña. Martín Evaristo Suárez es miembro de esa comunidad de 400 habitantes y pertenece a la cooperativa de productores y artesanos que trabajan con fibra de vicuña, llama y oveja.

Toda la producción animal y el agregado de valor en prendas de vestir son hechas a mano, en general por mujeres.Toda la producción animal y el agregado de valor en prendas de vestir son hechas a mano, en general por mujeres.

“Todo lo hacemos con nuestras manos: el encierro, la ‘cosecha’ y la esquila con tijeras; siempre con mucho cuidado para que el animal no sufra”, aclara. Las mismas manos de artistas hilan y tejen esas prendas admiradas y requeridas en el mundo. “La vicuña nos llevó a conocer tierras lejanas como Francia, Estados Unidos y México”, revela y asegura que este camélido representa un ingreso fundamental para una comunidad todavía muy aislada y con bajísima cobertura de internet y redes de banda ancha.

El vellón de vicuña —trabajado en origen por artesanos locales— también se exporta a Europa (principalmente a Italia) para ser procesado de manera industrial y comercializado como bien de lujo. Un abrigo confeccionado totalmente en vicuña, de marca (Loro Piana), puede costar unos 22 mil euros. “Para los antiguos incas, la ‘fibra de los dioses’ estaba destinada exclusivamente a los reyes. Impalpable como una nube pero sumamente cálida, nadie más podía poseerla debido a sus fibras tan raras y suaves”, describe en su página web esta casa italiana, símbolo de estilo y sofisticación.

La catamarqueña Florencia Sosa es empresaria, influencer y —a sus 32 años— una de las CEOs más jóvenes de la Argentina. En 2022, lanzó en el Faena Art Center el proyecto Andina, la primera colección de NFT (activos digitales únicos que se almacenan en blockchain) basada en fibras naturales de camélidos e inspirada en las tradiciones culturales de la puna catamarqueña.

“Con Andina innovamos como proyecto privado pero no como un negocio tradicional; colaboramos directamente con comunidades rurales de la puna argentina. Nuestro objetivo es empoderar a las mujeres artesanas, valorizar su saber ancestral y conectar sus productos elaborados con fibra de vicuña con los mercados globales a través de la tecnología”, remarca.

Las prendas de vicuña, como los pantalones y sweters de la imagen llegan, a través de tecnologías digitales, a nichos de demanda bien cotizados.Las prendas de vicuña, como los pantalones y sweters de la imagen llegan, a través de tecnologías digitales, a nichos de demanda bien cotizados.

En marzo de 2023, desembarcó en la capital francesa en el marco de la París Fashion Week que le permitió ingresar en un mercado tan desafiante como el europeo. “Con el declive de los NFTs, tuvimos que reinventarnos. Pasamos de ofrecer activos digitales asociados a prendas, a diseñar modelos exclusivos que ahora incluyen un componente digital como valor agregado. Este cambio refleja nuestra capacidad de adaptación y compromiso con la innovación”, pondera la empresaria.

Y aunque en Argentina, Andina sigue siendo un proyecto emergente que busca generar mayor reconocimiento, en los mercados internacionales, especialmente en Europa, han encontrado un interés creciente en los nichos de lujo. “Hay un segmento de consumidores que valoran la exclusividad, la sostenibilidad y la trazabilidad, características que definen nuestra propuesta”, señala “Flor” Sosa que cuenta con 401 mil seguidores en su cuenta de Instagram.

De las alturas jujeñas a los restaurantes gourmet

Desde tiempos inmemoriales, la llama (Lama glama) ha sido el animal icónico de los Andes. Por su extraordinaria adaptación a condiciones ambientales extremas, esta especie domesticada por los incas ha sido un recurso estratégico de los pobladores de la zona. En la actualidad, Jujuy cuenta con la mayor población de llamas del país —unas 208.900 cabezas—, y representa un sustento importante para su economía regional.

Marisa Ramos lidera Puna 1397 SAS, una empresa familiar ubicada en la localidad de La Intermedia, en medio de la puna jujeña. “Nos dedicamos a la producción de llamas y corderos con el objetivo de desarrollar sistemas de producción eficientes y replicables que puedan ser adoptados por productores de la región. Buscamos potenciar la comercialización de carnes andinas de alta calidad y valor agregado”, dice esta emprendedora de 36 años, que a fuerza de empuje logró imponerse en un ambiente dominado por hombres.

Con foco en la producción cárnica, los ganaderos locales fueron orientándose a criar animales del fenotipo Q´ara, en detrimento de otras razas de mayor pelaje empleadas para la obtención de fibra. ¿Cuál es la diferencia con otras carnes como la vacuna, la porcina o la aviar? Según estudios, la de llama es más proteica y tiene un menor contenido de grasas y colesterol. Por estas características y por su suave sabor, viene despertando el interés de consumidores que priorizan la salud y la calidad alimentaria.

Una artesana de la Puna: el protagonismo femenino es creciente.Una artesana de la Puna: el protagonismo femenino es creciente.

Según Ramos, el circuito de comercialización de la carne de llama se está reactivando por la alta demanda en el sector turístico, especialmente de restaurantes y hoteles que ofrecen platos gourmet muy apreciados por los visitantes de la Quebrada de Humahuaca y San Salvador de Jujuy. Incluso algunos restaurantes de la escena gastronómica porteña han empezado a incluir en sus cartas esta “carne exótica”. “La llama es un animal muy noble y bondadoso, y eso se expresa en su carne. El país y el mundo debería conocer más su sabor y sus propiedades”, concluye la criadora de este animal de raigambre milenaria.

Bella, resiliente y productiva la puna argentina se ofrece como una región fructífera para proyectos e inversiones —en muchos casos liderados por jóvenes mujeres— con oportunidades de captar nichos de alta sofisticación y rentabilidad.



Fuente Clarin.com

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