La virgen de los sicarios es la droga.

Consagra los gatillos a granel.

Es la bomba neutrónica de los chicos de la guerra, en el conurbano sí, pero no sólo en el conurbano.

En todas las latitudes desprotegidas de la Argentina sangrienta.

La guerra enfrenta a los soldaditos.

Soldaditos terroristas, atacan a los inocentes de toda inocencia como Kim Gómez, secuestrada durante letales segundos, arrastrada, arrojada por una ventana, asesinada por dos drogadictos que la justicia liberó a las calles sin culpa y sin tratamientos ni seguimientos y mataron otra vez.

La fila de niños cadáveres irrumpe clamando justicia pero no se los escucha.

Y los vivos están, estamos, todos en peligro.

Es imprescindible indagar con toda profundidad en la participación de un sector de la policía bonaerense en complicidad con los narcos.

La muerte violenta contra los menores se presenta en buena medida vestida de paco, o de cocaína, de venenos innumerables.

A veces, los que matan, matan porque sí y sin droga.

La guerra recluta a todos.

Y elige sus víctimas en general azarosamente.

Caminar es una ruleta rusa.

Ir camino a la escuela es una espada de Damocles.

Estacionar un auto es una antesala dramática que puede ser trágica.

Vivir en ciertas zonas es vivir siempre en vilo.

Hay una locura y en la política, en general, se gritonean culpas mutuas entre bandos electoralmente enfrentados.

Hay una genealogía de la violencia.

Se ha idealizado el delito desde una estética gráfica y cinematográfica que lo volvió un espacio de personajes horriblemente “entrañables”.

Ornamentos estéticos para disfrazar la crueldad .

El crimen no es una serie ni una película.

Es peor que la muerte, porque no es natural.

Es el tormento más profundo de la antilibertad.

Dos zombies feroces, y no por eso impunes, arrancaron en su siniestro robo la vida de Kim.

Son los mensajeros de un apocalipsis que ya no tiene remedio para las víctimas, pero que podría extenderse.

El padre de Kim, le pidió al padre de uno de los victimarios de la niña:

-Sé valiente. Vení a enfrentar mi dolor. Vení a mirarme de frente.

La sociedad entera afronta el desafío de mirar de frente al dolor, antes de que se pierda en el espectáculo del dolor.

Los chicos caen y no sólo los chicos.

“…la fugacidad de la vida humana a mi no me inquieta; me inquieta la fugacidad de la muerte: esta prisa que tienen aquí para olvidar. El muerto más importante lo borra el siguiente partido de fútbol…”, Fernando Vallejos, La Virgen de los Sicarios.

La tragedia no se resuelve solamente con estabilidad económica.

Todo es un sistema que drena infecciones antiguas.

Es la barbarie de la desescolarización.

¿Hay un plan shock para devolver a la escuela a todos los desertores de las aulas?

Debe haber un déficit cero de analfabetismo.

Pero el analfabetismo emocional y racional es de pronto azuzado por las cúpulas del poder, incitando a la agresión burda, a las imputaciones obsecuentes que lapidan a todos los que no se rinden a la alcahuetería.

Eso también es violencia.

Y esa violencia no es menor.

Se propaga en ignorancias fanáticas.

¿Conocen los peligros de la Argentina real?

¿Transitaron las calles diezmadas de inseguridad, pura oscuridad y balazos?

¿Observaron de cerca a niños de diez años esnifando paco?

¿Conocen las turbias orillas del Riachuelo, del Río Reconquista..?

¿Caminaron por la Villa Carlos Gardel del Palomar?

Este cronista los conoce. Se aprende más que en un doctorado.

La realidad es superior a la idea de la realidad.

¿Transitaron por los barrosos senderos de la Villa Azul de Quilmes, de Fuerte Apache?

No se entiende la Argentina ni se entiende nada sino se la conoce en el diezmado terreno.

Es imprescindible salir de las celdas de las retóricas electoralistas.

Los asesinos de Kim Gomez intentaron huir tras matar a la nena, llegaron hasta calles de tierra y frente a zanjas putrefactas.

Las zanjas en las que se estanca todo.

Los matadores robaron el auto de la madre de Kim, avanzaron hacia ese fin del mundo en el que viven, la arrojaron por la ventana!!!

La ensangrentaron hasta exiliarla de la vida.

Es un secuestro y una ejecución.

¿Quién distribuye la droga?

¿De dónde proviene el veneno?

¿La policía bonaerense lo ignora?

¿Actúa en consecuencia?

Así, todos los caminos conducen al cementerio.

Tras el flagelo mortal de Kim, los asesinatos a mansalva continuaron: En Vicente López a una mujer, Silvia Lepes, de 55 años, en Tortuguitas Lucas Díaz, un joven de 21 años, frente a su mujer y su pequeño hijo en el cochecito de bebé. Le tiraron tras robarle el celular. Lucas intentaba ponerse en pie, pero cayó, se movió por segundos en el asfalto impávido, aferrándose por instantes finales a la vida. Pero murió…¿Y ahora en dónde más?

Loan y Lyan también son víctimas.

Es el imperio de los sanguinarios.

Los peluches de Kim en manos de su padre son el testimonio en lágrimas de todo.

La niñez, la vulnerabilidad total de Kim, la hondura indescriptible del sufrimiento.

Kim jugaba. Los asesinos no juegan.

Las manitos de Kim acariciando sus peluches yacen ahora, es tremendo decirlo, en la oscuridad total, desintegrándose en su martirio.

El padre de uno de los asesinos pide cárcel eterna para su hijo.

¿Y el padre del otro asesino que tiene 14 años?

Todo es un pozo construido con horrores.

La muerte viene de lejos.

Pero sigue viva la muerte, y a los vivos, nos matan los intoxicados, los asesinos hundidos en la ciénaga de la ignorancia y de los estupefacientes sin ley; la virgen de los sicarios, y la mala política; ángel guardián de todos los demonios.



Fuente Clarin.com

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