Una especie vegetal logró captar la atención de la comunidad científica por una característica inusual: su capacidad para modificar sus flores según la temperatura. En este caso, una planta cambia forma, color y tipo de flores de acuerdo al momento del año y las condiciones ambientales, algo que hasta ahora no se había documentado en ninguna otra especie con tanta precisión.
Un estudio publicado en la revista Nature Communications reveló que la planta Moricandia arvensis, también conocida como collejón o berza arvense, tiene la capacidad de transformar completamente sus flores dependiendo de la estación. La investigación fue desarrollada por un equipo de la Universidad de Granada (UGR), la Estación Experimental de Zonas Áridas (CSIC) y las universidades Pablo de Olavide, Rey Juan Carlos y de Vigo.
Durante la primavera, esta planta produce flores grandes, lilas y con forma de cruz, que reflejan la luz ultravioleta y atraen polinizadores especializados como abejas de lengua larga. En cambio, cuando llegan las altas temperaturas del verano, la misma planta genera flores blancas, redondeadas y que absorben los rayos UV, adaptadas a otros tipos de polinizadores.
Este comportamiento se explica por la denominada plasticidad fenotípica, es decir, la capacidad del mismo genotipo de originar fenotipos distintos en respuesta a cambios ambientales.
En palabras del catedrático de Genética Francisco Perfectti Álvarez, uno de los autores, “esto es debido a su plasticidad en rasgos clave vegetativos y fotosintéticos que ajustan su metabolismo a esas condiciones extremas de temperatura y déficit hídrico”.
Por qué este mecanismo de cambio floral es relevante para el futuro del ecosistema
El estudio también señala que estos cambios estacionales activan la expresión de más de 625 genes en Moricandia arvensis. Esta transformación altera la morfología y el color de las flores, también el nicho de polinización, ya que cada tipo de flor atrae distintos insectos. En primavera, los polinizadores son más especializados, mientras que en verano predominan los generalistas.
Según los investigadores, esta estrategia mejora las posibilidades de reproducción en un ambiente semiárido como el del Mediterráneo occidental, donde el verano impone temperaturas extremas y escasez de agua.
“La plasticidad fenotípica floral, vegetativa y fotosintética parece que permitirá a M. arvensis enfrentarse a las perturbaciones antropogénicas y al cambio climático”, concluye Perfectti.
Este hallazgo redefine el rol adaptativo de las plantas ante el clima y propone una nueva vía de investigación sobre cómo los organismos vegetales pueden ajustar su biología sin alterar su información genética básica, sólo a partir del entorno.