Considero una irresponsabilidad tomar con ligereza las cuestiones sociales que son vitales, asimismo manipular las emociones de la gente con fines proselitistas. Vivimos tiempos donde las medidas del poder son contrarias a todo lo que sea justicia social, valores y principios universales, derechos de las minorías, más comentarios deshumanizantes vergonzosos.
Hoy las neurociencias se suman a la investigación sobre la pobreza y en particular la desigualdad, cimentada en la falta de oportunidades sociales y económicas, que afectan la salud mental e inciden directamente en el cerebro, órgano influenciado por los genes, el estilo de vida y el contexto social. La ética y la moral, escrutadas como nunca, demandan la intervención de la medicina, la política y el Estado. Abordar la pobreza de manera integral y reducir con dignidad las desigualdades, también protege nuestros cerebros.
Si preguntamos qué nos hace humanos, la respuesta difícilmente la hallaremos en el poder, la riqueza o la fama. Hoy nos imponen la narrativa de la “contrarrealidad”, se ignora la realidad de la calle, y a través de las redes sociales buscan crear otra realidad. Existe un discurso violento, de pensamiento único, proveniente de lugares de alta responsabilidad democrática y republicana. Y el relato carece de solidez cultural, pues, es una combinación de prejuicios ideológicos, estereotipos, medias verdades, datos falsos, certezas que cubren ignorancias, y la imaginería del odio está destinada a los débiles de pensamiento, que creen luchar por una causa sin comprender las consecuencias.
La verdadera liberación y resistencia surge de la “conciencia moral”, del pensamiento crítico, de la reflexión, de la sensatez, por eso todas las autocracias y dictaduras a través de la desinformación, buscan colonizar el cerebro como primera etapa de la hoja de ruta, y al final del túnel aguarda el sometimiento y la deshumanización.
Prof. Dr. Roberto M. Cataldi Amatriain rcataldi@intramed.net
Siguen las opiniones sobre el “criptogate”
El Presidente, con su arrogancia, se hace daño y nos daña a todos los argentinos. Poner a familiares sin preparación, inteligencia ni conocimientos es un signo de soberbia. Intervenir en asuntos ajenos a la función encomendada y dejar que su gobierno se infecte de kichneristas y jueces corruptos es un gran desengaño para todos nosotros.
No se rodea de buena gente. Integra a delincuentes o ignorantes. Se va hundiendo solo y con él, nosotros. La buena gente la va “guillotinando” siguiendo las instrucciones de su hermana. Es una lástima. Una vez más… erramos.
Esteban Tortarolo etortarolo@gmail.com
Una vez más, la excesiva exposición del Presidente le ha jugado en contra, esta vez con el affaire de la moneda cripto. Es lamentable que este episodio termine afectando su credibilidad y, peor aún, sirva de combustible para que los impresentables intenten sacar rédito. Sería sensato tomar nota de esta experiencia y enfocar tiempo y energías en lo verdaderamente imprescindible.
Enrique Vidal Bazterrica evidalbazterrica@gmail.com
Sr. Presidente, quienes fiscalizamos y votamos por Ud. queremos que le vaya bien para que pueda sacar al país adelante. Por eso, escuche a los ciudadanos y no a sus aplaudidores. Recuerde que Judas, antes de ser traidor, fue discípulo. Y no les dé de comer a quienes llevaron al país a la ruina. Es necesario que se investigue y se sepa la verdad, caiga quien caiga.
María Machmar y Mercedes Moreno Klappenbach Mechimorenok@gmail.com
La mejor forma de dilucidar (el criptogate) es que se investigue. Los obsecuentes no deben aceptar y justificar la falta de “interiorización” que aduce el Presidente, lo malo de su imprudencia es que no tome conciencia que “las ratas” -cómo gusta decir- están de fiesta y él deberá pagarla. Él tiene la responsabilidad de esta maniobra voluntaria o involuntaria y debe explicarlo para beneficio de la República y la democracia. No hay que darles oportunidad a los otros, mejor sería llamarse a un prudente silencio hasta que se aclare. Lamentablemente está rodeado de codiciosos jóvenes que ven la oportunidad a través de LLA de hacer negocios que aportan pocos beneficios a la sociedad, pero sí a sus bolsillos. De esto debe salir airoso y fortalecido si no tuvo nada que ver. ¿Y la jefa?
Roberto R. Sánchez sanchezroberto03@yahoo.com.ar
Parece mentira que Javier Milei, tan ducho en economía, haya caído en tal ingenuidad. Su verborragia en las redes le ha pasado la cuenta. En algún momento iba a ocurrir. No le pido que haga más sino que hable menos. Su administración ha adquirido blasones, no lo dilapide con baldones.
Guillermo Luis Bravo guillermoluisbravo@yahoo.com.ar
“¿Orden y seguridad?”
En recientes avisos, el Gobierno de la Ciudad anunciaba “Orden y seguridad” en el distrito. Me alegré y me acordé cuando Horacio Rodríguez Larreta y su ministro Marcelo D’Alessandro anunciaban que Buenos Aires era “…la segunda ciudad más segura de América”. ¡Qué orgullo! Pero un tiroteo entre bandas que ese mismo día dejó a una niña muerta y un apuñalado en Palermo me destruyeron la ilusión. Y ahora, la realidad ha vuelto a imponerse: edificios y monumentos saqueados de bronces; vidrios rotos de autos desvalijados; presos que se escapan; policías ausentes, mirando sus celulares o apaleando a jubilados; arrebatos por doquier; locales asaltados en noches desoladas. Buenos Aires es desorden e inseguridad.
Javier Martínez Córdoba marcord62@gmail.com
Los taxis en Aeroparque
Llegamos al Aeroparque Metropolitano y necesitábamos ir hasta Libertador y Gral. Paz (Vicente López). Por QR, uno de lo encargados de controlar los taxis me dice que costará $ 16.000. Me pareció exagerado. Con mi esposa cruzamos la avenida fuera del Aeroparque y tomamos un taxi. Por reloj, nos cobró $ 8.000. ¿Oferta y demanda? No. Los costos son los mismos para uno, como para los que explotan la ingenuidad o desconocimiento sobre todo de los viajeros extranjeros. No comprendo cómo en esas filas hay personal “de control” del Gobierno porteño que avala este sistema nefasto para esquilmar a los cansados y distraídos pasajeros en su llegada a la Ciudad.
Carlos Spangenberg spancarlos@hotmail.com