Los mercados celebran las buenas noticias y se adaptan lo más rápido posible a las malas. Ejemplos hay de sobra en la historia reciente argentina. Lo que les complica la vida es la incertidumbre. Y ese es el clima que se instaló entre los operadores e inversores en los últimos días. Esta incertidumbre remite a que no se termina de tener la información completa sobre el acuerdo que se firme con el Fondo Monetario Internacional.

El Gobierno adelantó que habrá fondos para mejorar el balance del Banco Central mediante el canje de dólares por Letras Intransferibles. También se garantiza el refinanciamiento de los vencimientos de deuda con el FMI. Pero no se sabe si habrá más plata para reforzar un poco más las reservas del BCRA. Y, lo más importante y disparador de la incertidumbre: no se sabe cuál será el régimen cambiario que surgirá una vez firmado el acuerdo con el FMI. La incertidumbre es mala porque no se sabe si la inversión a la que se está aacpostando es una jugada ganadora o perdedora.

Para los inversores, el mercado es como el futbol: hay que ganar, pero si no se puede, lo mejor es empatar. En términos de carry trade, el gran tema en cuestión por estas horas, la apuesta ganadora era hasta ahora la combinación de devaluación mensual al 1% y tasas de interés en pesos más altas que ese 1%. Si el crawling peg del 1% mensual es puesto en duda, hay que recalcular todo. Un movimiento del dólar mayor a lo esperado puede diluir las ganancias esperadas o, peor, transformarlas en pérdidas. Esa duda se manifestó el martes: desarme de posiciones en pesos y fuerte demanda de dólares. Tanto de los billetes que se consiguen en el MEP o el Contado con LIqui, como de contratos futuros, que subieron en todos los plazos cerca del 5%. Los desarmes de posiciones de ayer fueron para tomar ganancias o para recortar pérdidas.

En otras palabras: para el mercado, a partir de la incertidumbre que se instaló, lo más conveniente es mirar el desarrollo de los acontecimientos posicionados en dólares. No solo hubo desarme de posiciones en pesos para comprar dólares. También hubo quienes tomaron deuda en pesos -a tasas baratas- para comprar dólares. Si el dólar sigue subiendo, esa deuda se paga sola. Si efectivamente el Gobierno convence al mercado, una vez firmado el acuerdo, que no habrá turbulencias cambiarias, se revertirán las posiciones. Y la rueda volverá a girar.

Un problema que observan los analistas es que se estiró mucho más de lo esperado el anuncio formal del acuerdo. Y que los avances parciales en la información solo sumaron ansiedad. Tanto el discurso de Milei como la aparición del DNU y la discusión en el Congreso, en un contexto de “calle caliente”.

El 1 de Marzo, ante el Congreso, Milei habló de un esquema cambiario “más libre y eficiente”. Con el correr de los días se instalaron con fuerza las versiones de que se iría hacia un esquema de flotación sucia, o con bandas cambiarias que fijen los precios máximo y mínimo de intervención del Banco Central, ya sea comprando si el tipo de cambio toca el límite inferior o vendiendo si el precio va al extremo superior.

El mercado evaluó que para incursionar en ese esquema se necesitarían más reservas. La semana pasada se conocieron declaraciones de Ricardo Arriazu, en el sentido de que él creía que Milei se habría convencido de la necesidad de un tipo ligeramente flotante. “Y eso a mí no me gusta”, dijo Arriazu, que es ni más ni menos que uno de los economistas más respetados por la profesión pero, además, uno de los que primero salió a apoyar abiertamente el programa económico que puso en marcha el Gobierno ni bien asumió, en diciembre de 2023. Caputo salió a hablar de que el acuerdo no estaba firmado, que no sabía qué monto recibiría la Argentina pero que los argentinos no debían temer turbulencias cambiarias una vez firmado el acuerdo.

Las palabras no lograron bajar la ansiedad, y las idas y vueltas de los precios lo están demostrando. Todo por culpa de la incertidumbre.



Fuente Clarin.com

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