Esta guerra comercial pone en jaque al mercado de soja global. EE.UU. es el segundo mayor exportador de soja del mundo, mientras que China es el principal importador. Aunque los efectos sobre las exportaciones estadounidenses de la campaña 2024/25 (sep-ago) podrían ser limitados por el cambio estacional de China hacia soja brasileña, las ventas a otros destinos podrían fortalecerse debido a la debilidad del dólar y precios competitivos.
De mantenerse la tensión comercial, los productores estadounidenses reducirían significativamente el área sembrada en 2025 para mitigar riesgos, lo que podría derivar en una caída de la demanda externa, especialmente por parte de China, y una presión bajista sobre los precios en Chicago. En contraste, Brasil emerge como el gran beneficiado, con mayor poder de negociación y preferencia del mercado chino.
Por su parte, Brasil marcó un récord histórico de exportaciones en los dos primeros meses de la campaña 2024/25 (feb-mar), con 21,1 millones de toneladas, superando en 1,9 Mt el récord anterior. Aun así, las estimaciones anuales se ajustaron levemente a la baja (109,3 Mt) por condiciones climáticas adversas y menores rendimientos en Río Grande do Sul.
La guerra comercial ha dejado en claro que ninguna economía está aislada. A medida que las placas tectónicas del comercio global se siguen moviendo, el impacto en países dependientes del comercio exterior como Brasil será inevitable y profundo.
China importó un récord de 105 millones de toneladas de soja en 2024, y se espera que el principal proveedor, Brasil, exporte volúmenes récord de soja a China en el segundo trimestre. Se espera una cosecha récord en Brasil este año, por lo que es probable que China satisfaga la mayor parte de la demanda del país sudamericano en los próximos meses.
La combinación de castigo a China y alivio temporal a otros socios refleja una estrategia dual de la administración Trump: aislar a su principal rival comercial mientras mantiene abiertas las puertas al diálogo con aliados. Aunque la pausa de 90 días podría abrir un espacio para negociaciones, el escenario global sigue sujeto a la volatilidad derivada de decisiones políticas unilaterales.
En China se aceleran las compras de harina de soja en el mercado interno ante señales de tensión en el suministro de soja
Las ventas de harina de soja en China aumentaron significativamente en abril, alcanzando 2,4 millones de toneladas en las primeras dos semanas de abril, con un promedio diario casi tres veces superior al de marzo. Este repunte se da en un contexto de precios históricamente bajos y sugiere que el mercado podría estar anticipando restricciones en el suministro de soja durante el segundo semestre del año en China según diferentes informes.
Aunque los precios de harina de soja en China repuntaron brevemente por la escasez temporal derivada de demoras en la cosecha y los embarques desde Brasil, han vuelto a caer gracias a la reactivación del flujo exportador. Hasta la primera quincena de abril, Brasil embarcó 30,2 millones de toneladas de soja, con un 76% destinado a China, marcando un récord según analistas.
Esta fuerte llegada de poroto en abril y mayo promete sostener el ritmo de procesamiento de soja en China, pero las compras adelantadas de subproductos como la harina de soja podrían estar señalando en el mercado que China se está preparando para un escenario de menor disponibilidad más adelante en el año.
¿Este conflicto comercial podría ser alcista para la soja y los granos?
El actual escenario de tensiones comerciales revive recuerdos del conflicto entre Estados Unidos y China iniciado en 2018, cuando Pekín suspendió sus compras de soja estadounidense como represalia por los aranceles impuestos por Washington. En aquel entonces, el aislamiento prolongado de China del mercado agrícola estadounidense generó una fuerte presión bajista. Sin embargo, el giro se produjo a fines de 2020, cuando China regresó con compras masivas como parte de los acuerdos alcanzados, contribuyendo a desencadenar un mercado alcista que impulsó los precios de los granos hasta niveles no vistos desde 2012.
Ese precedente plantea una posibilidad concreta: si Estados Unidos logra avanzar en acuerdos de tipo “compras forzadas” de granos, ya sea con China u otros socios estratégicos en el marco de nuevas negociaciones arancelarias, el mercado podría reaccionar con fuerza al alza. Esta dinámica, aunque impulsada por la política, podría tener un impacto real sobre el equilibrio de oferta y demanda global.
La lección es clara. El ruido geopolítico, aunque genera incertidumbre y volatilidad en el corto plazo, también puede abrir la puerta a escenarios inesperadamente favorables para el sector agrícola y para los precios. En contextos de alta intervención estatal, los mercados agrícolas pueden moverse más por decisiones políticas que por fundamentos clásicos, como oferta y demanda.
En este sentido, los operadores deben mantenerse especialmente atentos a los titulares. Los anuncios sorpresivos de acuerdos o gestos diplomáticos pueden generar reacciones inmediatas y violentas en los precios, sin tiempo para análisis profundo. Esta sensibilidad a los acontecimientos políticos convierte al actual contexto en un terreno fértil para la especulación, pero también en un espacio donde la cautela estratégica es indispensable.
En definitiva, aunque el conflicto comercial agrega capas de incertidumbre, también puede sembrar las semillas de un nuevo impulso alcista si deriva en compras dirigidas o en tratados que favorezcan al agro. El mercado, como en 2020, podría verse nuevamente sorprendido por un giro repentino en la narrativa.