Patricia González creció yendo al basural a cielo abierto de Cañuelas con sus tres hermanos y su mamá. Por entonces, allá por los ’80, no existían los eco-puntos ni los recicladores urbanos. Patricia revolvía en la basura para sobrevivir cuando tenía 9 años y aun no se habían inventado nombres bonitos para lo que hacía.

María –hoy de 74 años– crio sola a Patricia, José, Guillermo y Ricardo. Son del barrio Los Aromos de toda la vida. En las fotos familiares se los ve unidos y sonrientes. En uno de los cumpleaños de su mamá, Patricia le había hecho una remera con su imagen y la leyenda “Feliz cumpleaños abuela”. Se los ve felices.

Patricia jugó de chica en el basural, terminó la primaria pero a los 50 la vida no había podido sacarla de allí.

Patricia murió en ese basural (hoy, Ecopunto) ubicado sobre Ruta 6, la tarde del pasado jueves 26 de junio. Murió asfixiada luego de que una pala mecánica tirara sobre ella una ola de basura. Para cuando sus compañeros se dieron cuenta de que había desaparecido ya era tarde. Los bomberos tardaron 6 horas en encontrar su cuerpo bajo unos 5 metros de residuos.

La Justicia inició una causa en la que el operador de la pala mecánica quedó acusado de homicidio culposo. Declaró que todo fue un accidente, que no la vio. La autopsia determinó que Patricia murió por asfixia, sin embargo su familia asegura que estaba golpeada y apuntan los cañones a la empresa tercerizada que trabaja en el predio.

Vecina del barrio Las Chapitas –una zona humilde pero no marginal que queda a medio camino entre el Ecopunto y el centro de Cañuelas– Patricia era una laburante que iba de lunes a viernes al Ecopunto de 15 a 18. Sacaba unos 150 mil pesos por mes.

En el Ecopunto juntaba lo que veía de valor de reventa y luego lo llevaba al galpón de uno de sus hermanos para acopiar. Era independiente, no trabajaba en ninguna cooperativa.

Era cuidadosa, ahorrativa y muy unida a su familia. Luego de su muerte sus hermanos decidieron sacar todo lo que hubiera de valor de su humilde casa, temiendo que la robaran. Allí, sobre la mesa del comedor, encontraron la boleta de luz con el montoncito de plata separada para pagarla, la cuota del televisor nuevo, con la plata separada para pagar.

Patricia le había comprado ventanas y puertas a su casa. Eso fue un paso importante. Le había prometido a su hijo Ángel, de 15 años, que ese iba a ser su legado, un lugar del que no iban a poder sacarlo.

Nacido con un defecto en una de sus manos, Ángel recibía una pensión del Estado. Entre eso y los pesos del “reciclaje de residuos” madre e hijo se las arreglaban. Lo importante era que Ángel no dejara el colegio. Actualmente está en cuarto año del secundario.

Daniela, la hija mayor de Patricia y mamá de los dos nietos de la mujer, vio cómo el cuerpo de su mamá emergía de entre la basura en plena búsqueda. Hoy es ella la que se esta haciendo cargo de Ángel.

Aunque en 2012 hubo un proyecto para convertir el basural a cielo abierto de la Ruta 6 en un Ecopunto organizado y más prolijo, el proyecto fracasó. ¿Culpa de quien? Depende de a quien se escuche pero tampoco es centro de la cuestión en este caso.

El predio (de unas siete hectáreas) pertenece al Municipio de Cañuelas que montó un tinglado para que los recicladores trabajen allí. Supuestamente ese es el único sector al que pueden acceder, pero eso es en los papeles.

La problemática es cada día mas compleja.

Cada vez más gente revuelve en la basura y cuando los camiones la descargan, lo que tiran es un material que puede dar de comer a familias. Los limites del tinglado hace rato que no existen, aunque sí habría un registro de las personas que entran al predio.

El sistema de residuos podría decirse que es mixto. Por un lado el predio, los camiones y la basura son del municipio y los vecinos de Cañuelas. Por otro, el Ecopunto es sólo un lugar de transferencia. El proyecto de hacer una planta procesadora allí fracaso.

La basura es recogida por palas mecánicas que la cargan en camiones del Ceamse. Por un acuerdo firmado junto con Acumar (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) los residuos terminan en la planta procesadora del barrio porteño de Flores.

Muy al principio de ese engranaje estaba Patricia Gonzalez.

Como sus compañeros, peleándola en tiempos cada vez más difíciles.



Fuente Clarin.com

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