“Jeremías, ya está por llegar, con su bestia emplumada de libertad”, cantaba Ricardo Soulé a principios de los setenta. Cincuenta años después, esas letras trascendieron a lo largo del tiempo para renacer en su último proyecto.

En 2004 y sin planearlo formó “La Bestia Emplumada” con el australiano Christopher Nable en la batería y César “Tano” Colautti en el bajo, aunque también contó con la colaboración de sus hijos, Gabriel e Iván, quienes hoy lo acompañan ocasionalmente.

“Una tarde Litto Nebbia me llama y me dice que tiene una cinta que grabamos en Río Turbio cuando nosotros tocamos, que la quiere editar. Cuando la escuché me pareció que había quedado bárbaro, ese fue el primer disco”. Luego, le siguieron tres obras que le permitieron volver a la composición: Buddy Middler (2010), Dolmen (2011) y Vulgata (2015), la traducción al latín de la Biblia.

Ricardo Soulé no solo fue fundacional para el rock nacional, es también considerado el padre de la cetrería en Argentina, una práctica milenaria declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Su admiración por las aves trae recuerdos que evocan las calles del barrio Villa Urquiza, donde vivía con su familia guardiana de grandes jaulones habitados por pajaritos cantores. “Tenía una gran devoción por los pajaritos, por el canto, las plumas y los colores. Como niño me sentía atraído por eso, porque veía la devoción que mi abuelo tenía, el cuidado y la adoración que tenía por ellos”, recuerda Ricardo.

Pero el vínculo con los “pájaros voladores” inicia cuando era chico con el acercamiento a la colombofilia, una práctica que consiste en entrenar palomas para hacerlas volar y que después vuelvan. “Eso me produjo una admiración tan grande, practiqué durante un tiempo hasta que llené mi casa de palomas pero ensuciaba y tuve que dejar de practicar”.

Las primeras veces suelen ser momentos difíciles de olvidar. Cuando Soulé voló un halcón por primera vez, sintió “una conexión con Dios tremenda, no tiene otra explicación, es algo que está formulado desde arriba”. Comenta que, al contarle a la gente que un halcón puede alejarse hasta cinco kilómetros y volver “aun teniendo oportunidades inmejorables para cazar y no volver a verte la cara”, muchos no le creen.

Entrenar halcones lleva tiempo, es un proceso que se da en etapas y comienza por el “manning”, término en inglés que en la jerga de la cetrería hace referencia al amansamiento del ave. “Se debe acostumbrar el halcón al hombre, a sus movimientos, a la voz, al caminar con el pájaro en el guante, ponerle y sacarle la caperuza. Todo este proceso es de una figura extrema que requiere mucho tiempo para poder ir superando cada etapa y no terminar generando miedos y traumas en el pájaro”, explica Soulé.

“A medida que avanza esa etapa, se lo va haciendo saltar al puño hasta que finalmente ese salto es cada vez más largo, más largo, más largo hasta que empieza a volar. Y ahí empieza lo lindo”.

Durante su recorrido en el arte de entrenar aves rapaces voló halcones en varios lugares de Argentina: en Ezeiza, en los parques de Buenos Aires, en Bahía Blanca, en Río Gallegos en Córdoba y en la base aérea militar de Morón. Hace poco también visitó Dubái, Medio Oriente junto a compañeros de la Asociación Argentina de Cetrería para participar de una parte del entrenamiento como cetrero.

La etapa consiste en una carrera de halcones, “llamas al halcón que está a 500 metros al señuelo con un armadillo que está atado a una punta de una cuerda larga. Uno lo llama con gritos, con gestos y el halcón acude al llamado”. La carrera, cuenta Ricardo, consiste en ver cuál halcón transita ese recorrido más rápido, “se cronometra a través de relojes electrónicos y células fotoeléctricas”.

Todo termina algo así pasó también con Vox Dei, la banda primigenia junto a la cual impulsó maravillosas canciones que aún hoy resuenan en el eco de una época marcando la historia del género. A la par de Los Gatos, Manal y Almendra, la mítica banda fundó el rock nacional con obras icónicas como “Presente” y creó discos emblemáticos como La Biblia, cuyo matiz religioso se convirtió en un faro en su propio camino como solista.

Un camino que hoy emerge en La Bestia Emplumada y la próxima parada es el 29 de marzo en el Teatro de Tigre Nini Marshall. Se pueden conseguir las entradas a través del sitio web del Parque de la Costa.



Fuente Clarin.com

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