La percepción que tenemos del tiempo no es fija ni universal sino que varía en función de muchos factores, según los expertos. Las emociones, las enfermedades, la edad, lo placenteras o tediosas que sean las actividades con que llenamos los días son algunos de los elementos que ayudan a modular esta noción del tiempo.

La sensación de que el tiempo se acelera a medida que envejecemos no es solo una percepción subjetiva. Diversos estudios han investigado este fenómeno y han encontrado que la manera en que el cerebro procesa el tiempo cambia con la edad, lo que hace que los años parezcan transcurrir más rápido.

Esta percepción no solo depende de nuestra edad, sino también de nuestros estados mentales y de la forma en que nuestro cerebro procesa los eventos temporales.

Uno de los principales mecanismos que regula nuestro sentido del tiempo es la dopamina, un neurotransmisor clave en los circuitos que controlan el ritmo interno del cerebro. Con el envejecimiento, los niveles de dopamina disminuyen, afectando nuestra capacidad para medir con precisión el paso del tiempo.

A su vez, la proporción temporal va cambiando a medida que uno crece y explica por qué los días parecen más largos en la infancia y los años más cortos en la adultez. Un año para un niño de 5 años representa el 20% de su vida total, mientras que para un adulto de 50 años es solo el 2%.

Desde el punto de vista psicológico, la monotonía de la vida adulta hace que los días se parezcan demasiado entre sí, por lo que la falta de estímulos novedosos hace que el cerebro almacene menos recuerdos distintivos y, cuando se mira atrás, no se encuentren tantos anclajes temporales. Como resultado, los últimos cinco o diez años parecen un lapso mucho más corto de lo que fueron en realidad.

El envejecimiento del cerebro también juega un papel crucial en la forma en que se percibe el tiempo. Adrian Bejan, un investigador de la Universidad de Duke, propuso en 2019 que la capacidad del cerebro para procesar nueva información disminuye con la edad. En la juventud el cerebro absorbía información a un ritmo rápido, haciendo que los días parecieran más largos y llenos de contenido.

Como se menciona anteriormente, también la psicóloga Cindy Lustig, de la Universidad de Michigan, sugirió que la disminución de experiencias nuevas y la tendencia a la rutina son factores clave en la aceleración percibida del tiempo en la edad adulta.



Fuente Clarin.com

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