Hay un momento clave para el envejecimiento cerebral que se produce durante la mediana edad, entre los 40 y los 60 años, por lo que los tratamientos tempranos y preventivos administrados durante esta ventana crítica podrían evitar o limitar el daño causado por enfermedades neurodegenerativas que pueden surgir más adelante en la vida.
El descubrimiento, publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, PNAS, se debe a un grupo de investigación liderado por la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook.
El estudio se basó en el análisis de las imágenes de resonancia magnética de más de 19 mil personas, que mostraron cómo el envejecimiento del cerebro no sigue una tendencia constante, sino que está marcado por dos etapas principales: la primera ocurre entre los 44 y 47 años y marca la aparición de las primeras señales, mientras que la segunda ocurre entre los 62 y 67 años, cuando el proceso sufre la mayor aceleración: luego hay una tercera etapa, entre las edades de 76 y 90, en cuya desestabilización alcanza su límite máximo y se detiene.
Los dos primeros pasos clave parecen seguir los descubiertos por el estudio publicado en agosto de 2024 en Nature Aging por otro grupo, que a los 44 y 60 años identificó aumentos o disminuciones drásticos en miles de moléculas y microorganismos presentes en el cuerpo, que hacen que el envejecimiento avance rápidamente.
El mecanismo impulsor del envejecimiento cerebral parece ser el metabolismo, particularmente el de la glucosa, que es el principal combustible del cerebro.
Los resultados obtenidos por los autores de la investigación muestran que el primer paso está asociado con un marcado aumento en la cantidad de hemoglobina unida a las moléculas de azúcar.
Este vínculo se produce cuando hay una concentración excesiva de glucosa en la sangre y de hecho es un signo de diabetes. En cambio, el segundo paso se produce junto con profundos cambios vasculares, que se reflejan especialmente en la presión arterial.