La convocatoria representa una novedad a la que prestarle atención: hinchas de diferentes clubes de fútbol llaman a manifestar junto a los jubilados.
Supuestos hinchas, deberíamos decir.
El acto inicial fue hace una semana, cuando unos veinte hombres con la camiseta de Chacarita enfrentaron a la policía que custodiaba la protesta en el Congreso. Según su versión, se movilizaron luego de que un jubilado simpatizante del club fuera agredido por los agentes. Dato clave: el presidente de Chacarita es Néstor Di Pierro, hombre de Cristina Kirchner y ex intendente de Comodoro Rivadavia.
A aquel primer paso siguió el llamado en redes sociales para marchar este miércoles. Y a los de Chacarita se sumaron agrupaciones de Boca, River, Independiente, Racing, Estudiantes, Gimnasia, Argentinos, Lanús, Ferro, Almirante Brown, Deportivo Morón, Quilmes y Los Andes, entre otros. Es decir, muchos. De la Liga Profesional y del Ascenso, que en términos geográficos significa, sobre todo, el conurbano.
La consigna “Estamos con los jubilados” se viralizó en Instagram y en X con las camisetas al frente. Como podía suponerse, recurrieron a la figura de Maradona a modo de estandarte. “Tenemos que ser muy cagones para no defender a los jubilados”, había dicho Maradona en 1992, durante una movilización de jubilados y pensionados.
Pero detrás de las camisetas aparecen nombres que Daniel Avellaneda cuenta en este diario. Por ejemplo, Agustín Ramal, hijo de Marcelo, dirigente trotskista que pertenece al PO, e hincha de Argentinos Juniors. También Mariano Vignozzi, camporista que preside la Coordinadora de Derechos Humanos del fútbol argentino; y el dirigente de izquierda Sergio Smietniansky, que encabeza la Coordinadora de Hinchas de Fútbol.
Para la ministra Bullrich no hay dudas. “A los barras bravas les vamos a encontrar una medida especial. Ya tenemos el derecho de admisión, les vamos a encontrar una medida si comienzan a ir”, dijo.
Los vínculos entre las barras bravas y parte de la política siempre estuvieron aceitados. Muchos barras fueron y son la fuerza de choque de los políticos, desde presidentes y gobernadores hasta intendentes, y su violencia sirvió para dirimir internas y amenazar adversarios a cambio de plata y privilegios.
Está eso, claro. Pero esta vez también hay algo más, algo distinto. Para convocar se apela a la identidad que proporciona la camiseta. Desacreditada la militancia partidaria se busca la adhesión colectiva en la pasión futbolera. Y se hace política desde ese escudo.
“Las hinchadas de fútbol en su decisión de movilizar ponen en evidencia a una CGT domada”, dispara en su interna Rodolfo Aguiar, secretario general de ATE. “Esta definición deja muy mal parados a todos aquellos gremialistas que desde que asumió Milei decidieron hacer la plancha”. Sergio Smietniansky, en tanto, lo blanquea: “Un grupo de hinchas de Chacarita que no son la barrabrava se organizan porque justamente en este país la identidad futbolera puede generar eso”.
¿Son barras? ¿Hinchas? ¿Militantes? Habrá de todo, seguramente. Pero quizás la novedad más importante sea otra: el intento, en la convocatoria, de disfrazar la desprestigiada pertenencia política detrás de la camiseta futbolera.