Joaquín Sabina le brindó al público porteño el primero de sus 10 shows de la gira despedida “Hola y adiós”, ante un Movistar Arena repleto. Fueron dos horas de canciones que “Saben a vinagre en las heridas”, en la que el cantautor español se empezó a despedir de la tierra en el que es absolutamente profeta: “Mis amigos saben que si un día me pierdo me deben buscar en Buenos Aires”, declaró.

Apenas pasadas las 20, Iván Noble fue el encargado del “saque inicial”, con un puñado de sus clásicas canciones vestidas apenas de un piano, una guitarra y su cálida voz, que fueron transformando, con premeditación y alevosía, al Movistar en un enorme bar de carretera. “Es para mí un honor mayúsculo abrir la fiesta del maestro de la canción”, aseguró entre una luz tenue. Su trabajo de crear una atmosfera nostálgica y cercana le caería como anillo al dedo.

Noble interpretó Perdido por perdido, Un minuto antes de dejar de quererte, Dame un motivo, Jueves cobarde (escrita junto a Sabina), Bienvenito, Olivia, Sapo de otro pozo y Avanti Morocha.

Lejos de ser un plan B, el líder de los Caballeros de la Quema es hijo pródigo de las noches sabineras y el público se lo hizo saber, acompañando cada una de sus melodías con un fervor que iba en aumento y que culminó con un enorme “Nunca Más”, que disparó el juglar antes de dejas el escenario.

Sabina y Baires: un amor de poesía y rutinas

Joaquín Sabina comenzó su gira despedida en Buenos Aires. Foto: Gentileza Guido Adler.Joaquín Sabina comenzó su gira despedida en Buenos Aires. Foto: Gentileza Guido Adler.

Mal que le pese a Joaquín, su amor con la ciudad de la furia hace rato ya que se parece más a una relación estable que a un beso de aeropuerto. Buenos Aires conoce sus mañas y él conoce las suyas; ya nadie miente en ese romance de mentirosos, y menos en el adiós.

El primero de los conciertos que dio en el país en el marco de su gira despedida abrió con una declaración de principios: acá estamos para seguir haciendo las canciones más hermosas del mundo por más que el tiempo juegue sus cartas.

Lágrimas de mármol, Lo niego todo, Mentiras piadosas, Ahora y Calle melancolía, (precedidas todas por la reproducción del video clip el Último vals, que contó con la participación de Joan Manuel Serrat, Ricardo Darín, Andrés Calamaro, Ariel Rot, Leiva y otros artistas), fueron por ese camino. Quien supiera llegar como se despide Joaquín.

El poeta de Úbeda, sentado con un impecable saco negro, su banda de fondo y su inconfundible bombín, saboreaba al mejor estilo Goyeneche cada palabra que entonaba de este comienzo de despedida, que demasiado rápido empezaba a humedecer pupilas.

Recordó sus inicios en Buenos Aires. Desde su primera ronda de prensa en la Casona del Conde de Palermo. También, sus actuaciones en el teatro Ópera, el Gran Rex, el Luna Park, la Bombonera y ahora en el Movistar Arena; en una relación de más de 40 años.

“Lo primero que quiero decir es que mi relación con esta ciudad es muy larga, de amor verdadero. Es una segunda casa para mí y muchas veces es la primera. Mis amigos de Madrid saben que siempre digo que si alguna vez me pierdo que vengan a buscarme a Buenos Aires”, suscribió ante la ovación.

Joaquín Sabina nos dice "Hola y Adiós", en lo que sería su última gira. Foto: Prensa / Guido AdlerJoaquín Sabina nos dice “Hola y Adiós”, en lo que sería su última gira. Foto: Prensa / Guido Adler

Además, destacó “una tierra de la cultura y de la amistad”. Hablando del Martin Fierro, Yupanqui, Gardel, entre otros, y amigos que van desde Juan Gelman y Mercedes Sosa, hasta Fito Páez y Charly García. Incluso se permitió mandar “enorme abrazo” a “las personas que sufrieron la inundación de Bahía Blanca”.

Un hoy lleno de recuerdos (pero un hoy al fin)

Pero el escenario no sólo te pinta las canas, sino te da la cintura para cambiar el aire cuando es necesario y recordar que incluso las últimas fiestas, también lo son. Entonces, como un enganche que parece lagunero, pero que está buscando el pase perfecto, sacudió un rato la nostalgia con un triplete de hits: 19 días y 500 noches, Quién me ha robado el mes de abril y Mas de cien mentiras.

Promediaba el show cuando la banda dejó por unos minutos descansar a su líder y se puso la diez con Camas vacías, interpretada magistralmente por la hipnótica Mara Barros, y a puro rock and roll con Pacto entre caballeros por Jaime Osúa Abasalo.

Esta agrupación, ya sin el emblemático Pancho Varona, suena tan sólida y precisa como nos tiene acostumbrados Sabina. Parte imprescindible de sus shows es que sus músicos se luzcan mostrando toda su capacidad y esta vez no fue la excepción.

Joaquín volvió al escenario con una camisa a lunares y un nuevo sombrero para hacer dos de sus poesías más perfectas. Siempre sentado, pero recorriendo con la mirada a todos los presentes, fue el turno de Donde habita el olvido y Peces de ciudad.

“Y desafiando el oleaje, sin timón ni timonel/ por mis sueños va, ligero de equipaje/ sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje/ Luciendo los tatuajes/ de un pasado bucanero / de un velero al abordaje de un “no te quiero querer”, entonó junto a un público.

Joaquín Sabina dio un recorrido por su extenso repertorio en el Movistar Arena. Foto: Prensa / Guido AdlerJoaquín Sabina dio un recorrido por su extenso repertorio en el Movistar Arena. Foto: Prensa / Guido Adler

Con Una canción para la Magdalena, Por el bulevar de los sueños rotos, el mega hit Sin embargo y su infaltable Y sin embargo te quiero, Mara Barros y Sabina llevaron el concierto al probablemente el punto más alto. Se conocen como nadie y se nota. Desde los gags hasta la articulación de sus voces, todo es natural, armónico y jodidamente bello.

Cuando llega el momento de Noche de bodas fusionada con Y nos dieron las 10, no hay ni media persona presente que piense que ahí termina la noche. Sin embargo, la simulación de saludo final, lleva a que el público explote pidiendo más canciones, como si realmente pudiera no pasar aquello.

Sabina y Argentina tienen sus “pasos de comedia”, muy bien trabajados. Como toda buena pareja consagrada saben perfectamente jugar a ese juego del tire y afloje. Y hacer que “los portazos suenen a signo de interrogación”.

La versión de García de Diego de La canción más hermosa del mundo, algo más pop que la original, vuelve la atmosfera a aquella nostalgia del principio. Y con Tan Joven y tan viejo, Joaquín deja en claro que ahora sí se acerca el final. “Hasta acá fue el momento del hola, ahora es el del adiós” , advierte.

Joaquin Sabina. El principio de su gira "Hola y Adiós" por la Argentina fue una fiesta. Foto: Prensa/Guido AdlerJoaquin Sabina. El principio de su gira “Hola y Adiós” por la Argentina fue una fiesta. Foto: Prensa/Guido Adler

“Por decir lo que pienso, sin pensar lo que digo, más de un beso me dieron y más de un bofetón”. Sabina con sus ojos enormes y más abiertos que nunca, se regala sólo observar a miles de personas cantando esa que es una de sus estrofas favoritas. Y los presentes lo hacen como nunca. “Siempre cantan muy bien, pero hoy, no sé si porque es la despedida, lo están haciendo mejor que nunca”, Subraya al momento que agrega: ¡Qué maravilla!

A esas palabras, pegadas a los últimos acordes de la clásica balada, se da un aplauso larguísimo. Mucho más que el habitual. Tanto que el compositor mira a punto de quebrarse a cada uno de los que lo acompañan, como quien se guarda un tesoro encuentra miles de pupilas para vernos vivos. Pero todavía faltaba más.

Duró la tormenta, hasta entrados los años ochenta

Fin de fiesta. Joaquín Sabina y su banda, al término de su concierto en el Movistar Aena. Foto: Prensa/Guido AdlerFin de fiesta. Joaquín Sabina y su banda, al término de su concierto en el Movistar Aena. Foto: Prensa/Guido Adler

Si hay una canción que juega de local hoy es Con la frente marchita. El tiempo y el espacio lo encuentran hablando de un amor atravesado por la dictadura justo un 24 de marzo en Argentina. El destino sabe poner las cosas en su lugar.

Contigo y Princesa son los cierres de siempre que sonaron como nunca. La tristeza y la euforia atravesados por la poesía surcaron el aire por primera/ultima vez en un recital creado específicamente para no ser olvidado jamás.

Ahora sí, todos sabían que no había simulación de adiós sino un adiós real. “Cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos”. O quizá no. Quizá nos sobren los motivos para volver una vez más. Por lo pronto “nos dijimos adiós, ojalá que volvamos a vernos”.



Fuente Clarin.com

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