Semanas después de que Donald Trump resultara electo para una nueva presidencia de EEUU, el MoMA de Nueva York se presentó Momentum, una publicación del Instituto para el Estudio del Arte Latinoamericano Patricia Phelps de Cisneros, que funciona dentro del museo. El libro reúne una serie de rigurosos estudios sobre la crisis ambiental y el modo (poético, estético y ético) en que lo abordan los artistas de nuestro continente. Como una de esas ironías a las que el arte y la política nos tienen acostumbrados, su mera presencia, pasará a ser, tal como las obras aludidas, un acto de resistencia creativa.

Editado por Inés Katzenstein, directora del departamento de Arte Latinoamericano del MoMA y del Instituto Cisneros desde su creación en 2016, junto a María del Carmen Carrión y Madeline Murphy Turner, Momentum fue su primer proyecto a largo plazo. En más de 300 páginas, incluye 15 ensayos nuevos junto a re-impresiones de otros fundamentales para pensar la crisis ecológica y la emergencia de nociones como justicia ambiental, derechos no humanos y pluriverso, en cuya génesis, comprensión y asimilación el arte contemporáneo latinoamericano ha colaborado.

Denilson Baniwa, Awá uyuká kisé, tá uyuká kurí aé kisé irü (quem com ferro fere, com ferro será ferido). 2018. Foto: MoMA / DuHarte © Denilson Baniwa, gentileza A Gentil Carioca. Denilson Baniwa, Awá uyuká kisé, tá uyuká kurí aé kisé irü (quem com ferro fere, com ferro será ferido). 2018. Foto: MoMA / DuHarte © Denilson Baniwa, gentileza A Gentil Carioca.

“La relación entre naturaleza y colonialidad es una obsesión fundante de nuestra región, que se ha actualizado en las últimas décadas con la escalada de los nuevos extractivismos verdes y con la evidencia brutal del desajuste climático”, señala a Ñ Katzenstein desde Nueva York. Y agrega: “El libro enmarca con claridad cuáles son las contribuciones a la discusión ambiental que se vienen desarrollando desde Latinoamérica, sobre todo las que tienen que ver con los derechos de la naturaleza, la importancia de las cosmovisiones indígenas, y la discusión económica y política en torno a cómo imaginar el futuro de la región”.

Organizado en tres partes, Momentum (que tendrá publicación en español este año en Caja Negra) reseña el trabajo de artistas consagrados como Luis Fernando Benedit, Gabriel Orozco y Cecilia Vicuña, junto al de otros más jóvenes, como la guatemalteca Regina José Galindo y la chilena de origen mapuche Sebas Calfuqueo. Hay agrupaciones multidisciplinarias como la argentina Ala Plástica y la brasilera thislandisyourland, ambas dedicadas a tramar alianzas de supervivencia en contextos ambientalmente acuciantes. Cada quien a su modo, todos interpelan críticamente los conceptos y espacios creados por el denominado “progreso” y la modernidad hegemónica.

Fernando Palma Rodríguez. Soldado. 2001. Foto: Gaga Fine Arts MoMAFernando Palma Rodríguez. Soldado. 2001. Foto: Gaga Fine Arts MoMA

Pero el espíritu del libro va mucho más allá de la denuncia. Como una suerte de lado b de la desidia, a lo largo del libro se reiteran términos como co-presencia, escucha y colaboración. Incapaces de revertir el daño causado, esas palabras (y las ideas que encarnan) pueden ayudarnos a pensar estrategias para enfrentar las graves dificultades que acechan el planeta. El mismo proceso de producción de Momentum fue, de hecho, una experiencia donde la escucha, el conocimiento respetuoso y las redes de colaboración se pusieron de manifiesto.

Además de ser autora de uno de los 15 ensayos nuevos, la crítica argentina Graciela Speranza participó del pequeño grupo de estudiosos que fue dándole forma al libro. “La crisis ambiental es una de las amenazas más inminentes y más veladas o negadas que enfrentamos”, señaló Speranza a Ñ, a su regreso de Nueva York, donde asistió a la presentación del libro. En su ensayo “Museo de naturaleza contemporánea”, Speranza aborda la obra de algunos de sus artistas dilectos, como Adrián Villar Rojas, Eduardo Navarro y Tomás Saraceno. Ni mesiánicos ni apocalípticos, cada uno ensaya modos posibles de sobrevivir en esta urgencia. “Me pareció importante poner el foco en el arte que no ilustra los debates de su tiempo, sino que los traduce en nuevas formas, nuevas prácticas y discursos, nuevos dispositivos y nuevos procesos”.

Eduardo Kac, GFP Bunny, 2000. Foto: cortesía Henrique Faria Fine Art, New York /MoMA.Eduardo Kac, GFP Bunny, 2000. Foto: cortesía Henrique Faria Fine Art, New York /MoMA.

Como documento invaluable de estos tiempos y como más preciada fuente de inspiración y resistencia, Momentum demuestra, una vez más, que el arte contemporáneo algunas veces funciona como una hermosa red micelar capaz de nutrir nuestro espíritu, aún en los tiempos más oscuros. “El arte es un camino para extrañar el mundo y reconfigurarlo”, dice Speranza. “La complejidad, la opacidad y la aceleración de los fenómenos desafía al pensamiento crítico en busca de respuestas, pero la imaginación artística puede correr el velo, repensar nuestro lugar en el mundo y volver visible lo que no se ve. Y si en el discurso de la política, de la economía e incluso a veces en el de la ciencia reina un pragmatismo estrecho, incapaz de imaginar lo que vendrá, el arte no se conforma con esa versión empobrecida de realismo. Da entidad material y visible a las metáforas y vuelve realistas fantasías a primera vista impracticables. La imaginación, ya lo dijo Wallace Stevens, amplifica la realidad”.



Fuente Clarin.com

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