Una de las estatuas más conmovedoras del Jardín Botánico, “Los primeros fríos”, esconde secretos que emergen solo ante el ojo atento.“Si te fijás, tiene una costura en el cuello” explica Juan Vacas, subsecretario de Paisaje Urbano. “Arriba, que está más expuesta al clima, está más desgastada, pero tienen otro nivel de detalle acá en el banco” señala, marcando la diferencia de detalles entre la cabeza de la figura masculina, y el lugar en el que está sentado.
Además, la estatua tiene “celulitis”: pequeños huecos, algunos provocados naturalmente, otros por alguna apedreada. Para protegerla del vandalismo o de las inclemencias meteorológicas, la obra fue trasladada desde el espacio público hasta el Jardín, como la mayoría de las estatuas de este espacio.
Vacas, junto a Jorge Grimaz, subgerente operativo del MOA y todo el equipo de restauradores, se ocupan de preservar las más de 2000 obras del espacio público de la ciudad.Actualmente, cuatro obras del Jardín Botánico Carlos Thays están siendo restauradas in situ. En un mes, desplegarán todo su esplendor, sin los andamios que las cubren. Son cuatro obras con una belleza e historia únicas.
El Canto de la cosechadora
Si se ingresa por avenida Santa Fe hacia la izquierda, espera una doncella que lleva en una mano espigas que acaba de recolectar. Avanza mientras canta, con rasgos mesurados y una figura delgada propios del periodo neoclásico.


(Foto: MEPHU- Sebastián Romero)
Al observarla con detenimiento se ven las grietas: un árbol le cayó encima hace unos años, y el talón que está suspendido en el aire fue reparado. La parte de atrás está ennegrecida, pero ya una sección refulge gracias a la limpieza y la aplicación del biocida que elimina líquenes y hongos que penetran en la pierda. Después, se aplicará un repelente para facilitar las restauraciones venideras.
Se trata de una reproducción en mármol de una obra atribuida al artista italiano Antonio Canova (1757-1822), aunque esto nunca pudo comprobarse, según la directora del Jardín, Graciela Barreiro. Quien desee apreciar una de sus obras más icónicas, Las tres gracias, cuyo original se encuentra en Rusia, puede hacerlo en la Plaza Manuel Belgrano.
La Loba Romana
A la derecha de la cosechadora, una copia en bronce de la Lupa Capitolina o “Luperca”, que representa el mito de la fundación de Roma. Según la leyenda, Rea Silvia, la heredera legítima del rey, había mantenido una promesa de castidad, pero engendró dos hijos del dios Marte, Rómulo y Remo. Su tío, que deseaba el trono, hizo que los gemelos fueran abandonados en el río Tíber y sobrevivieron gracias a que una loba los amamantó (aunque “lupa” en latín significa tanto “loba” como “prostituta”, esta es la versión que trascendió).
La Loba, con un poco de sarro, espera su turno. La limpieza del bronce es un poco más sencilla que la del mármol y se hace con vapor seco, pero nada impide que el verde, propio del proceso natural de oxidación, aparezca. La intervención tiene que ser delicada como para no dañar la pátina original y se protege con cera microcristalina. También hay que hacer un decapado a la mampostería de la base y volver a pintar.
Esta obra fue un obsequio por el Centenario de la Revolución de Mayo y el original se encuentra en el hall del Palacio de la Legislatura porteña. Una copia se emplaza en el Botánico y otra, en el Parque Lezama, cuyos gemelos fueron robados y reemplazados por una copia. Grimaz explica que la mayoría de los daños provocados a las estatuas metálicas forman son llevados a cabo para poder vender sus piezas.
La Venus Púdica
Se conoce como Venus púdica o casta a las imágenes de la diosa romana del amor, o su equivalente griego, Afrodita, en esa posición: desnuda, cubriendo su pecho y su entrepierna. Es una de las antigüedades más copiadas de la historia del arte, y la del Botánico acaba de culminar su proceso de renovación.

Foto: MEPHU- Sebastián Romero
La original y más famosa es la Venus de Medici (100 AC), encontrada en 1638 en Roma. Sin embargo, su autor original no está claro. Fue el griego Praxíteles quien realizó la primera estatua conocida del desnudo de una mujer a escala real, la Venus de Cnido, con una pose muy similar y de la que solo se conservan copias.
La bañista
Una mujer desnuda apoya su mano izquierda sobre un tronco talado, mientras con la derecha sostiene un velo con suma delicadeza. Las ninfas son, para la mitología griega, divinidades menores asociadas a los cursos de agua y los bosques. Por ese motivo, en el Botánico está levemente tapada por arbustos que conforman el mariposario.

(Foto: MEPHU-Sebastián Romero)
Tras varias reubicaciones y una importante restauración, después de que su cabeza fuera arrancada y robada, se emplazó definitivamente en el Jardín en 1870. Grimaz explica que es frecuente que las estatuas “pierdan la cabeza” por ser la parte más frágil. En este caso, se le hizo una primera cepillada en seco ya para ir removiendo parte de la sufrida superficial y “se rescataron ya mucho más los rasgos, se puede leer la cara” comenta Grimaz.
Se trata de una copia donada por María M. Pedemonta; el original se encuentra en el Museo del Louvre, en París, y fue realizado por Étienne-Maurice Falconet, un escultor francés del siglo XVIII.
Un museo a cielo abierto plenamente restaurado
Próximamente se restaurarán obras de otros sectores del jardín, pero el trabajo del MOA no termina ahí. En el Ecoparque, están siendo restaurados el busto de Juan Manuel de Rosas, el de Clemente Onelli- explorador y director del Zoológico de Buenos Aires- y la Fuente del Mono Caí.
A su vez, el edificio del MOA, ubicado en Adolfo Berro 3880 dentro de la Plaza Sicilia, en el Parque Tres de Febrero, está en obra y en unos meses, también está siendo ampliado y renovado. Forma parte del patrimonio histórico de la ciudad ya que entre 1835 y 1854 estuvo habitado por el personal doméstico de la quinta de Juan Manuel de Rosas. Pronto, los aficionados del arte podrán disfrutar de visitas guiadas por su patio lleno de estatuas y visitar el archivo de las obras.
”Estamos trabajando in situ en dos de los espacios verdes más emblemáticos de la Ciudad para recuperar el esplendor de sus monumentos y esculturas a cielo abierto. El trabajo diario de los restauradores y artistas del MOA es poner en valor las obras de arte desgastadas por el paso del tiempo o que fueron vandalizadas. Restauramos el patrimonio cultural de nuestra Ciudad para que todos podamos disfrutarlo”, dijo Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público.
*Maestría Clarín/Universidad de San Andrés