La Argentina sigue siendo el país con la indumentaria más cara en la región y en el mundo”, reconoció en su cuenta de X Luis Caputo el viernes, cuando anunció una reducción de aranceles del 35% al 20% a la importación de indumentaria y calzado, del 26% al 18% para telas y del 18% al 16% para hilados, con el objetivo de generar más competencia y que la entrada de artículos importados más baratos bajen los precios en el mercado local y ayuden a consolidar la desaceleración de la inflación.

Una remera cuesta en Argentina 310% más que en España y 95% más que en Brasil. De la misma manera, una campera cuesta en Argentina 174% más que en España y 90% más que en Brasil”, comparó el ministro de Economía, al citar un relevamiento, del que no precisó la fuente. En los próximos días, se publicará el decreto con la oficialización de la medida.

La situación no es nueva, sino un problema estructural desde hace años. Por eso, en un contexto de dólar barato como el actual, incluso buena parte del segmento de la población que puede afrontar el mayor costo de la ropa en el país opta por comprarla afuera cuando viaja.

La tendencia se intensificó con la creciente cantidad de argentinos que hacen turismo en el exterior, donde encuentran prendas por, al menos, la mitad de precio. Zapatillas, jeans, remeras, camisas, sacos, blazers… y la lista sigue. Todos ellos suelen conseguirse más económicos.

Si bien no hay datos oficiales de pérdida de dólares por compras de indumentaria en el extranjero, en el sector dan por sentado que la mayoría que visita otros países trae en sus valijas ropa de grandes cadenas y marcas locales. A modo de referencia, según el Banco Central, salieron por turismo emisivo US$ 862 millones en enero, un 72,7% más que en diciembre y 165% más que en el primer mes de 2024.

Según un informe de Fundar, aunque no toda la ropa es igual de cara, en la Argentina es un 35% más costosa al dólar oficial versus otros seis países de la región, una diferencia que se atenúa al considerar el dólar MEP. Al respecto, el centro de estudios aseguró que es el rubro más caro de la economía argentina.

Comparación de precios

Clarín hizo un relevamiento entre artículos de mismas marcas para evidenciar las diferencias con otros países. En los tres ejemplos tomados en cuenta, los precios en la Argentina superan a los de Chile y Brasil, en casi un 40%.

Por ejemplo, un jean estilo mom tiro alto de Zara que en Brasil cuesta 269 reales ($ 58.104, considerando la cotización a $ 216), el mismo sale en la Argentina $ 89.990, un 35% más, según los montos publicados en las plataformas de venta online de la marca de ambos países.

Un jean que en Brasil cuesta $ 58.104, en la Argentina $ 89.990, 35% más.Un jean que en Brasil cuesta $ 58.104, en la Argentina $ 89.990, 35% más.

Otro caso: una campera de cuero de Prune que del otro lado de la Cordillera se consigue por 219.000 pesos chilenos ($ 284.700, considerando una cotización de $ 1,3), en la Argentina cuesta $ 389.000, casi un 37% más.

Una campera que en Chile sale $ 284.700, en Argentina está $ 389.000, 37% más.Una campera que en Chile sale $ 284.700, en Argentina está $ 389.000, 37% más.

Lo mismo sucede con un bolso de gabardina de Bimba y Lola, que en Chile está publicado en el sitio web de esta casa española 174.000 pesos chilenos ($ 226.200) y en la Argentina figura a $ 293.000, casi un 23% más.

Un bolso que en Chile sale $ 226.200, en Argentina cuesta $ 293.000, 23% más.Un bolso que en Chile sale $ 226.200, en Argentina cuesta $ 293.000, 23% más.

El peso de los impuestos

Los fabricantes, a los que se suele apuntar como los responsables de los altos precios, se defienden de las críticas a la industria nacional por años de proteccionismo y destacan los gastos que se suman a lo largo de la cadena, que incluye nueve instancias desde el procesamiento de la materia prima hasta la llegada de la prenda al local.

Un estudio de ProTejer sostiene que el 75% del precio que abona el consumidor está vinculado a costos que “nada tienen que ver con la producción”, lo que se acentúa, para la entidad, en superficies como shoppings por los mayores costos de operación.

Apuntó al Estado como el principal responsable y argumentó que el 50,3% del precio de una prenda corresponde a impuestos nacionales, provinciales y municipales, con casos de doble tributación como Ingresos Brutos, que se paga en la provincia de origen y de destino.

“De $ 100.000 que, por ejemplo, sale una remera, $ 50.300 se lo lleva el Estado en recaudación”, graficó y agregó que “el problema no es producir, sino comercializar: el punto está en lo que sucede puertas afuera de la fábrica”.

Preocupación por las fábricas y el empleo

Tras conocerse la medida del Gobierno, la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA) manifestó su preocupación y señaló que “sin una estrategia integral que contemple la mejora de la competitividad sistémica de la industria local, puede comprometer seriamente el empleo, la producción y el desarrollo de la cadena de valor”, que da trabajo a más de 540.000 personas y es el principal empleador en La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero.

“La industria opera con una muy baja utilización de la capacidad instalada y uno de cada tres empleos perdidos en el último año corresponde al textil. Nos preocupa que la rebaja arancelaria se aplique sin haber avanzado en reformas para reducir la presión fiscal cercana al 50%, mejorar el acceso al financiamiento y optimizar la infraestructura logística. La competencia se torna casi imposible. Además, la experiencia internacional demostró que una apertura comercial sin planificación puede debilitar la industria local en lugar de fortalecerla”,

El Gobierno debe cumplir con sus promesas de bajar impuestos, cargas sociales, frenar la industria del juicio, bajar los altos costos financieros y levantar el cepo. La rebaja de aranceles anunciada destruirá miles de empleos y empresas nacionales”, advirtió la Cámara Industrial Argentina de Indumentaria (CIAI).

Y subrayó que “favorece la competencia desleal de productos importados, que ingresan al país a precios irrisorios debido al dólar barato y a los costos laborales e impositivos de países asiáticos donde se fabrican, como China, India y Bangladesh, que subsidian a su producción y exportaciones, y tienen salarios extremadamente bajos”. “Para peor, se implementa sin ningún tipo de medidas compensatorias para la industria local, que enfrenta una mayor presión impositiva y de cargas sociales que los países competidores”, agregó.

El Gobierno Nacional abre la economía con un dólar barato y sin nivelar la cancha. Esto ya ocurrió en otros momentos de la historia y el resultado fue siempre el mismo: desindustrialización, desocupación y primarización. A esto se sumará la profundización de la escasez de dólares por las mayores importaciones de productos que hasta ahora se fabrican localmente”, alertó.





Fuente Clarin.com

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