Este 26 de marzo, Richard Dawkins cumple 84 años. El biólogo, conocido por su concepción del “gen egoísta”, continúa la divulgación de sus ideas a través de su fundación y de la organización llamada Skeptics Society, que promueve, como sugiere su nombre, el escepticismo científico, es decir, el cuestionamiento de afirmaciones que carecen de pruebas empíricas suficientes, mediante el pensamiento crítico y la constatación empírica.

En El gen egoísta, popularizó su concepto sobre la evolución centrada en los genes (gene-centered evolution), donde estos, y no los organismos, son quienes promueven la evolución. Esta unidad informativa heredable tiene más probabilidades de prosperar según su adecuación al medio.

Todo gen “aspira” a ser eterno y, para lograrlo, prioriza a su descendencia y grupos relacionados en su proceso de perpetuación. El mismo Dawkins ha criticado el calificativo “egoísta” que utilizó en el título, ya que tiene una connotación negativa (aunque, a través de este egoísmo, también explica al altruismo). Quizás hubiese sido mejor hablar del “gen inmortal”… pero el título ha demostrado tener gancho, ya que El gen egoísta tuvo más de 30 ediciones desde 1976.

Al igual que el gen es una unidad informativa, Dawkins acuñó el concepto de meme como una unidad mínima de transmisión cultural. En realidad, la palabra ya existía y había sido usada por John Laurent y Richard Semon a principios del siglo XX, basada en la diosa griega Mnemósine, musa de la memoria.

Estos memes son conceptos básicos que nacen, se reproducen y se difunden en la sociedad como virus. Al igual que el gen exitoso es el que se propaga, las culturas exitosas son aquellas que logran diseminar sus memes. Curiosamente, en Argentina, la palabra meme se ha popularizado en el fútbol para expresar las chanzas del equipo vencedor al derrotado. ¿Será esta nuestra impronta cultural?

Volviendo a la genética, vale aclarar que tenemos alrededor de 20.000 genes de ADN en cada célula.

El mecanismo de replicación del ADN es muy fiable porque solo comete un error cada varios millones de reproducciones, y no todas las mutaciones cambian la función del gen. Se estima que solo el 10% de las alteraciones se traducen en una variación de la secuencia de aminoácidos que dan forma a una proteína.

Cada persona tiene aproximadamente 300 mutaciones a lo largo de su vida; sin embargo, solo unas pocas son beneficiosas. La mayoría tienen implicancias negativas, aunque no necesariamente se manifiestan como enfermedades.

Quince años antes del nacimiento de Dawkins, Albert Einstein le escribió en una carta a Max Born una frase que ha pasado a la historia como un meme: “Dios no juega a los dados”. Esta era una forma metafórica de decir que las leyes físicas excluyen al azar (con esta expresión intentaba rebatir la teoría cuántica de Born).

Cuando le preguntaron si creía en Dios, Einstein contestó: “Creo en el Dios de Spinoza, uno que se revela en las armoniosas leyes de todo lo que existe, no en uno que se inmiscuye con el destino y las acciones de la humanidad”.

Por el complejo y azaroso mecanismo de la genética, es que Dios puede no jugar a los dados con átomos, electrones y neutrones, pero ciertamente organizó una lotería con los genes y el ADN donde a veces se gana, pero más veces se pierde. Hace poco se comunicó que un grupo de científicos japoneses logró anular el tercer cromosoma que producía la trisomía 21 o síndrome de Down. ¿Podrá la ingeniería genética ganar la lotería?

Omar López Mato es historiador.



Fuente Clarin.com

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