La familia Tanzi de Arequito lleva dos generaciones vendiendo sembradoras. Tienen toda clase de instrumentos de precisión para que la semilla surja con potencial. Su precio: US$ 400.000. Y en este martes inaugural de Expoagro en San Nicolás, varios se acercan a probarlas.
Antes pasaron por el Banco Nación que las financia con una línea al 9% en pesos y 5,5% en dólares. En Tanzi confían que en esta muestra cerrarán varias operaciones gracias a los créditos, un reflejo de que el productor apuesta a la certidumbre local. No es poco en un mundo con guerra de aranceles, peligro de que entre en recesión la principal economía del mundo y mercados que se vienen a pique.

El campo se aferra y cree en la certidumbre local que parece prometer el Gobierno. Se trata de un sector que intenta recuperarse de trabas, retenciones, sequías e inundaciones.
“Ya hemos esperado mucho”, dice uno de los productores que hace cola para obtener el certificado del banco que le permitirá comprar por ejemplo una tolva en Cestari, que las trajo en varios tamaños y que según dice Néstor Cestari a Clarín: “Se notan las ganas”.
Carlos Castellani, de Apache, acaba de llevar su planta de Santa Fe de los 20.000 a los 24.000 metros cuadrados. Según su razonamiento, se funciona cuando hay cosecha como este año y créditos. Aunque admite que los precios de los granos dejan mucho que desear.
Otro aspecto llamativo de esta muestra es el cambio de paradigma. Para Marcelo Torres, el presidente de Apresid (Asociación de Siembra Directa), el método de producción que evita la tortura de los suelos, hay un entusiasmo renovado del sector en un contexto tan complejo. “La parte buena es que la macroeconomía está dando respuestas de irse acomodando y el productor ve previsibilidad. Venimos de años donde había resultados que no tenían que ver con la producción, sino con lo financiero, ahora se trabaja en las eficiencias y en la producción”.

De acuerdo con Federico Landgraf de Casafe, que agrupa a las compañías de productos biológicos y químicos para el campo, “ahora se están tomando decisiones basadas más en lo agronómico y se compra a medida de lo que se necesita”, dice al describir las innovaciones en productos biológicos y las buenas prácticas de aplicaciones con los drones.
Esta exposición se vive com un verdadero acontecimiento. Para Alberto Marina, director de Exponenciar, la organizadora de Expoagro, “ cada año nos vamos sorprendiendo de este cuadro como una síntesis de un modelo de país productivo en el cual todos están. Lo vemos en la política, donde tenemos una concurrencia de gobernadores de todos los partidos políticos y el Gobierno, el sector empresario en su totalidad. Es un muy buen síntoma de que hay cosas como la producción agropecuaria en Argentina que hacen a políticas de Estado y que somos capaces de tener agendas comunes en cuestiones que valen la pena”.
Así se lo vio a Mauricio Macri recorrer la muestra entre apretones y muestras de afecto. Francisco Cabrera, su ex ministro de Producción, destacó la conducción de la política económica. “Por supuesto faltan cosas, hay que seguir desregulado y bajando el costo argentino porque tenemos un ancla cambiaria. Hay que ayudar a las empresas a ser eficientes y productivas”.
Javier Rodríguez, ministro de Agricultura bonaerense, también habló de políticas públicas. Celebró que se esté escurriendo el agua de gran parte de las hectáreas amenazadas por la inundación. Y señaló que “el sector agropecuario, si bien ahora tiene condiciones climáticas más normalizadas, tiene también esta dificultad del atraso cambiario que le impacta de manera notoria”, dijo al sincerar un tema tabú en esta muestra.

Pero fue la vicepresidenta de la Rural, Eloisa Frederking, una productora de punta en la provincia de Córdoba y en Buenos Aires, quien describió cómo se hacen las cuentas tranqueras adentro: “Cuando no es el precio, es la cantidad, y encima lo que viene pasando con las amenazas de Trump y un mundo que se encamina a una recesión. Todo está como pendiendo de un hilo, pero igual apostamos”.