Lo que se ve en Expoagro es la avanzada de la transición hacia una nueva agricultura. La Argentina, créase o no, lidera una profunda revolución tecnológica, enmarcada en dos pilares: la necesidad de incrementar la eficiencia económica, sin que esto implique incurrir en “externalidades” negativas como el impacto ambiental.
La vieja Europa inventó el arado, herramienta primigenia para “preparar” la tierra y dejarla en condiciones de sembrar. Con los años, el arado y otras herramientas de roturación terminaron destrozando los suelos en todo el mundo, eliminando la materia orgánica, base de su vida interior. Los suelos sin materia orgánica se hicieron más pesados, con menor infiltración del agua de lluvia, y cada vez más inertes.
Consecuencia: mayor costo para obtener una unidad de producto, mayor necesidad de potencia y consumo de energía. Acá se siguió ese modelo hasta hace cuarenta años. Fue cuando un grupo de pioneros empezó con la siembra directa. Una agricultura “más liviana”, porque ya no hacia falta tanto fierro dando vueltas por el campo.
En Expoagro, no se ve un solo arado. En los salones de maquinaria europeos todavía ocupan la mitad de la superficie. Aquí sólo hay sembradoras y alguno que otro implemento complementario. Las principales empresas del rubro tienen stands imponentes. Y todas vienen invirtiendo en ampliación de plantas.

Hace un par de años Crucianelli, de Armstrong, levantó una empresa de agropartes que se provee a sí misma y a otras del rubro. Lo mismo Apache, de Las Parejas, ahora con una nueva nave de 3.500 metros cuadrados, con lo que ya tiene tres manzanas techadas.
Agrometal de Monte Maíz no se queda atrás. Erca, también de Armstrong, está al momento en que escribo estas líneas celebrando la muestra con cientos de invitados en su ya emblemática fiesta. Todas ellas exportan y cada vez más. Crucianelli abrió nada menos que el mercado búlgaro: Europa Oriental ya la está viendo.
Otro rubro que se inscribe en esto de la agricultura liviana es el del silobolsa. El silobolsa no es para “especular” reteniendo los granos. Es una solución logística que se ha convertido en una poderosa ventaja competitiva. Hace treinta años, cuando cosechábamos 40 millones de toneladas, la capacidad de acopio era insuficiente y muchas toneladas quedaban en el piso. Ahora cosechamos 150 millones de toneladas y gracias al silobolsa nada queda a la intemperie. Pero lo más interesante es todo lo que ocurrió en torno a este sistema.
La bolsa requiere una embolsadora. Hoy hay firmas de primera línea (Akron, Mainero, Richiger, M&S, siguen las firmas). Lleno de patentes argentinas. El mundo inundado de embolsadoras argentinas, y también de extractoras porque al grano después hay que sacarlo y cargarlo a barco o camión.

En este camino, la líder local de silobolsas (Ipesa) se convirtió en la mayor consumidora de polietileno de la Argentina. En setiembre próximo inaugura una ampliación de su planta en Rio Grande (Tierra del Fuego). Interesante periplo: el polietileno se elabora en el polo petroquímico de Bahía Blanca (Dow). De allí viaja a Tierra del Fuego, donde una impresionante cadena de extrusoras lo convierte en las gigantescas mangas, que luego deben ser plegadas con máquinas que inventó el mítico Zacarías Klas, que a los 90 años sigue orientando a sus hijos en el desarrollo de la empresa.
Decíamos que el polietileno se elabora en Bahía Blanca. La materia prima es el gas. Así que Vaca Muerta se convierte en grumo, el grumo en silobolsa, y éste se consume en un primer uso (luego se recicla). En consecuencia, el bolsón es un insumo de la cadena granaria. Lo que significa que, al final del día, el maíz le agregó valor al gas de Vaca Muerta. En el camino, miles de puestos de trabajo, y además ingreso de divisas por las ventas a más de cincuenta países que adoptaron el sistema.
Pero hay más noticias. El sistema de bolsas dio lugar a negocios financieros muy sofisticados. En Expoagro está Nera, la plataforma de Fintech que hoy vincula a dos bancos privados muy importantes en el sector agropecuario: el Galicia y el Santander. Nera está dando créditos y usa como garantía los granos embolsados, para lo que se apoya en la tecnología se “Silo Real”, un emprendimiento AgTech que le encontró la vuelta apoyándose en sistemas de monitoreo basados en algoritmos de inteligencia artificial.
Es decir, el mundo de la tecnología digital está omnipresente en todas las tareas del campo. Desde las sembradoras, pulverizadoras (ahora se suman los drones) y cosechadoras, hasta las herramientas financieras tranqueras afuera. Un espectáculo conmovedor.
Expoagro subraya con notables trazos de evidencias lo que ocurre en aquella Argentina que se regodea en el pasado.