Así titula su último libro uno de los grandes intelectuales europeos, Sami Naïr: Europa encadenada (Galaxia Gutenberg). Y ahora mismo ese título, que parece un atrevimiento, refleja uno de los peores momentos de la historia de la Europa de la posguerra, la que pudo con Hitler, la que se unió para superar el nazismo.

Esa Europa que parecía una balsa está ahora acosada por un líder norteamericano dedicado a desvirtuar el pasado democrático de su país y a arrojar al mundo a un abismo de dimensiones espeluznantes. Al mundo entero, no sólo al mundo como metáfora.

Ese hombre es Donald Trump, y no es una novedad sino una reiteración dramática del político y negociante que hace más de cuatro años se significó ya como un peligro para las democracias, incluida aquella sobre la que directamente se ha apropiado.

El ahora represidente de los Estados Unidos, investido a sí mismo con los ropajes de un dictador contemporáneo, ha puesto en cuarentena al continente europeo, que ya vivía su propia incertidumbre: la de despejar la pregunta de cómo acabar con la ultraderecha que asoma en todos los países que ahora forman parte de lo que el profesor Sami Naïr llama, en efecto, la Europa encadenada.

El libro acaba de salir en España para convertirse en seguida en metáfora de este tiempo. Europa, como el mundo entero, está encadenada. Los avisos de Trump, que mandó a Múnich a su vicepresidente Vance para acusar de antidemócratas a estos países cuya potencia se ha basado en la defensa de la democracia, han cruzado el alma europea como si se le hubiera disparado un obús oscuro a su historia y a su futuro.

En este momento el trasunto dramático de la Europa del Mercado Común se puede quebrar si el hombre fuerte de América se empeña en cubrir de descrédito la antigua democracia del continente.

A Sami Naïr, que proviene de Argelia, de donde es su admirado Albert Camus, que vivió el origen y el desenlace de aquella guerra dirigiendo Combat, un periódico antifascista, le parece que lo que sucede es que “estamos viviendo una historia muy pensada, cuyos cambios tienen un tamaño cada vez más importante”.

Es la era del escalofrío, que se corresponde con un refrán que nació en una pared de Quito y que fue traído a la historia del estupor por el poeta Jorge Enrique Adoom: “Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas”. Dice, por su parte, el profesor Sami Naïr: “Estamos viviendo una situación revolucionaria, no es un momento casual: cada evento constituye una ruptura con el pasado…”. Trump ha traído a Europa un fuerte olor a guerra: la expande.

Es, dice Sami Naïr, “una situación que nace de los experimentos que siguieron a la guerra de Gaza y con la llegada de Trump al poder. Trump es un señor que está trastornando absolutamente todo, sin tomar en cuenta las reglas o los sistemas vigentes. Esta es, por eso, una situación reaccionaria y a la vez revolucionaria… Es insólito lo que acaba de ocurrir, cuando Putin y el presidente de los Estados Unidos se reúnen para decidir cómo acabar con la guerra de Ucrania, sin contar con Europa ni con Ucrania y, además, sin contar tampoco con lo que debe ser, para Gaza, el porvenir de ese pueblo”.

Sami Naïr tiene una potente biografía: es catedrático de Ciencias Políticas, ha sido diputado europeo, profesor en universidades de Francia y de España, ha escrito muchos libros, entre los cuales es de subrayar uno que lo unió a Simone de Beauvoir, Acompañando a Simone de Beauvoir.

Es un hombre profundo y alegre; el título que ahora ofrece a la consideración de los lectores es, quizá, la más pesimista de sus apuestas, pues se refiere a un territorio que ama, como intelectual y como ciudadano, y se basa en el peligro que vislumbra. Pues refleja lo que de veras es ahora una honda preocupación mundial: el estupor europeo. Por eso le pregunté si no le parecía que en estos momentos el día anterior se convierte, cada vez que viene el día siguiente, en un hecho que evoca los desastres del siglo pasado…

Él me dijo: “Lo que ha pasado ahora es que, desde que empezó la guerra de Ucrania, a raíz de la criminal invasión de Rusia y de Putin, podíamos haber apoyado a los ucranianos y ofrecerles los medios adecuados para rechazar la invasión… Y eso no ha sido enteramente así. Europa no ha hecho mucho para crear una relación de fuerza frente a Putin. Y en este momento resulta que los norteamericanos se muestran de acuerdo con lo que había hecho Putin desde el comienzo”.

Los europeos que afrontaron esa guerra “se caracterizaron por lanzar gritos y declaraciones; ni sé de cuántos viajes europeos han sido testigos estos pobres ucranianos… Pero, fundamentalmente, no hemos creado las relaciones de fuerza para poder negociar con Rusia. Y ahora es evidente que Trump es un hombre que no sabe de política. No es un político, es un hombre de negocios que siempre se expresa desde una posición de fuerza. Y como tal plantea una cuestión muy sencilla: ¿De quién depende la paz? Depende de Putin, así que se va a hablar directamente con él porque los europeos no pintan nada”.

La cuestión es grave y ha encadenado a Europa. Dice Sami Naïr: “Tenemos en Trump a una persona que no respeta el derecho internacional, al que le importan un pepino las relaciones diplomáticas con Europa y que se ha decidido por el que tiene el poder fuerte, que es Putin… Nosotros estamos viviendo ahora una situación de indigencia política”. Antes era el centro derecha europea la que podía contribuir a resolver las crisis, y ahora es la ultraderecha la que se alza con la fuerza y, por tanto, la que pone en peligro el futuro…

No hay nadie”, dice Sami Naïr refiriéndose al momento europeo, “en la cabina del piloto… Y por eso los Estados Unidos, tanto como lo rusos, no toman en cuenta a Europa. Pasaba como en la época de Kissinger: aquel decía que no quería hablar con Europa, ¿qué teléfono tenía Europa para llamarla? Así que llamaba a Francia, a Italia, a Alemania. ¿A quién llamar ahora? Y ahora Estados Unidos opta por llamar a Rusia”.

Ha escrito un libro enfadado, le digo. Y él responde así: “Estoy enfadado, es verdad, harto de predicar en el desierto. Este libro resulta de años de reflexión y de participación en el proceso de construcción europeo… Desde hace treinta años, con respecto a la emigración, por ejemplo, vengo diciendo que la actuación europea ha sido la de permitir el desarrollo de una extrema derecha populista y la derechización de la propia derecha. No hemos puesto en marcha un discurso valiente, progresivo. Y esto es porque no existe una política a nivel europeo, sino una tecnografía que ha hecho imposible la puesta en marcha de un buen liberalismo que genere un Estado que pueda controlar los desequilibrios. Frente a eso hemos creado un sistema neoliberal, que consiste en que mandan no los intereses ciudadanos sino las normas”.

Sami Naïr escribe ahora un libro sobre Albert Camus. ¿Qué dicen para este tiempo el ejemplo y la escritura de su paisano, el autor de aquella célebre frase espeluznante de El extranjero: me di cuenta entonces de que estaba disparando a la puerta de la desgracia? “No sé si ahora”, dice Naïr, “el mundo está disparando para que haya una enorme desgracia. Pero de pronto hay un hombre, Donald Trump, que está dispuesto a conseguir sus propósitos universales, incluyendo también América Latina. Es decir, él se postula para ser el dueño del mundo. Puede caernos, sí, esa desgracia”.



Fuente Clarin.com

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