Géraldine Schwarz (1974, hija de francesa y alemán) entró en la historia de la edición española con un libro impresionante, Los amnésicos (Tusquets, Premio al Libro Europeo de 2018), sobre sus abuelos, que ayudaron a los nazis a apoderarse, en los peores años del siglo XX, de propiedades de los judíos.

La abuela era una fanática de Hitler y el abuelo, un compañero de viaje de aquel movimiento que ahora vuelve y no sólo en el país que fue cuna de aquellos crímenes. Desde que leí ese libro, y desde que la conozco, siempre pienso en esa historia que ella contó y que abrió las carnes de su país y de sus lectores.

Ahora que Europa y el mundo se revuelven por derroteros peligrosos he querido saber qué piensa de este peligroso vaivén de la historia. Me respondió por mail. Esto es lo que me dijo por mail.

-Acabo de publicar en Francia De dónde venimos, qué nos une, qué nos divide, que será publicado en español por Tusquets. Invita a reencontrarnos con la memoria profunda y milenaria de Europa, para tomar conciencia de la historia y los valores comunes, para conocernos mejor. Ante las amenazas actuales, la resistencia se librará, por supuesto, en el frente de la defensa militar, la economía y la tecnología. Pero la fuerza de esta resistencia dependerá de la voluntad de los europeos de permanecer unidos y solidarios. Mi libro es un llamamiento a tomar conciencia y defender valores y modos de vida resultado de una historia milenaria y ambigua, hecha de luces y sombras que son la base de la identidad del continente.

-El mundo de Los amnésicos fue tremendo. Pero el pasado ya parecía historia. ¿Son ahora imprevisibles presente y futuro ?

-Existe una gran confusión en torno a nuestros valores, orquestada por partidos populistas y extremistas. Esta técnica de manipulación ya demostró su eficacia con los totalitarismos fascista y estalinista hace un siglo: se trata de difundir mentiras y difamar a los adversarios. El objetivo es desanimar a la población: al carecer de referencias, ésta renuncia a tratar de formarse una opinión propia y es fácilmente manipulable. Para no perder el equilibrio en este torbellino de mentiras podemos recurrir a la historia en busca de referencias y claves que nos faltan. Pero, cuidado, los populistas y los autócratas también ocupan el terreno de la historia que intentan reescribir a su antojo para, por ejemplo, cambiar las fronteras por la fuerza, como Putin o Trump. Contra este revisionismo, me pareció importante ofrecer una historia de Europa lo más neutral posible, no polémica ni ideológica. Se trata de superar los conflictos entre quienes demonizan el legado europeo y quienes lo glorifican para reflejar de la manera más honesta la complejidad de esta aventura ambigua que es Europa.

-¿Qué ha pasado para que regrese la ultraderecha hasta el punto que el único país europeo que puede declararse de izquierdas sea España?

-La idea, alimentada por Descartes y luego por la Ilustración, de que el hombre está motivado principalmente por la razón, no refleja la realidad. Pero esto no es nuevo. Mussolini y Goebbels ya habían comprendido que no servía de nada razonar o argumentar para ganarse el apoyo de las masas, sino que era mejor satisfacer su propensión al mito y su necesidad de emociones fuertes. Las multitudes ya no son físicas, están en las redes. Los partidos de extrema derecha son los ganadores de esas redes. Explotan los sueños y el sufrimiento de la gente para conseguir sus votos, pero en el poder, les importa un bledo defender sus intereses. Trump defiende tan solo los intereses de los ricos, y fue elegido en parte gracias a las clases sociales pobres. Es la crisis de la democracia.

-Parece como si el pasado fuera un territorio que no tiene en cuenta la raíz de lo que fue el desastre de 1939-1945.

-La Unión Europea se ha construido sobre el recuerdo y la condena de las guerras mundiales, del Holocausto y de los totalitarismos. La reflexión colectiva en torno a este suicidio civilizatorio ha hecho surgir objetivos y normas de paz, libertad y democracia que caracterizan a la Europa actual. Reina una creciente confusión sobre el significado mismo de estos valores. El antifascismo tradicional sobre el que se han construido nuestras sociedades europeas se está resquebrajando. Condenar el fascismo era una condición para acceder al discurso público e integrarse en la vida civil, ya no es así. Creo que España simplemente está desfasada. Su antifascismo sigue siendo virulento porque es relativamente reciente en comparación con otros países europeos. Estamos en una era de posantifascismo. El recuerdo del sufrimiento generado por las ideologías y los regímenes criminales del siglo XX ya no es suficiente para unirnos y mantenernos alerta.

-En Alemania la ultraderecha no se ha podido juntar con la derecha. ¿Esta es una decisión duradera?

-En Alemania, desde la posguerra, existe una regla implícita según la cual ningún partido democrático alemán se alía con la extrema derecha. La democracia alemana está íntimamente ligada al trabajo de memoria que la sociedad ha realizado sobre la responsabilidad de amplios sectores de la sociedad en los crímenes nazis. Cuestionar el trabajo de memoria es cuestionar la democracia. Este cordón sanitario contra la extrema derecha se está debilitando ante el auge de la AfD. Este partido ha conseguido recuperar el resentimiento de los alemanes de los territorios de la antigua RDA que sufrieron un impacto con la reunificación. Es cierto que la gran mayoría de los alemanes del Este votaron a favor de la reunificación, pero sin darse cuenta del trastorno que esto representaría para ellos. Tuvieron que aprender las reglas del capitalismo, de la democracia y de la libertad; ellos, que estaban acostumbrados a que la dictadura decidiera todo por ellos, desde la cuna hasta la tumba, de repente tuvieron que tomar decisiones, asumir responsabilidades, elegir, formarse una opinión… Tuvieron que volver a aprenderlo todo y muchos se sintieron ciudadanos de segunda clase en comparación con los alemanes occidentales. Luego, la AfD se aprovechó de los temores provocados por la llegada de un millón de refugiados, sobre todo sirios, a Alemania en 2015. La oposición a los refugiados es especialmente masiva en el Este, donde la población no estaba preparada. Bajo la RDA, la población vivía aislada, sin ningún contacto con los extranjeros. Había mano de obra vietnamita o cubana, ´hermanos comunistas` explotados por la RDA, pero vivían en guetos. El voto a la AfD es especialmente fuerte en los antiguos territorios de la RDA, pero también existe en el Oeste. Sin embargo, allí el rechazo es más fuerte porque el trabajo de memoria sigue sirviendo de barrera.

–¿Encuentras que estos cuatro años de mandato que tiene Trump pueden recuperar para el mundo el miedo que vivieron nuestros antepasados?

–J. D. Vance puede ser incluso más peligroso que Trump, ya que es un ideólogo, mientras que Trump no tiene ninguna convicción, le interesan el dinero y el golf. Vance quiere imponer una nueva ideología, también en Europa, que puede resumirse en una vuelta al derecho del más fuerte y del más rico, teñida de oscurantismo religioso. Se hace llamar cristiano mientras pisotea los fundamentos mismos del cristianismo: el humanismo universal, la caridad, la paz. Encarna el declive de Estados Unidos. Como España a finales del siglo XVI, Estados Unidos podría hundirse en una era de intolerancia y rechazo del conocimiento y las ciencias, que lo condenarán al declive. Es posible que los brillantes científicos e intelectuales estadounidenses emigren a Europa, lo que resolvería su retroceso, por ejemplo, en materia de alta tecnología e inteligencia artificial.



Fuente Clarin.com

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