Con la llegada de las heladas y la nieve en varias provincias argentinas, los autos se convierten en verdaderos congeladores sobre ruedas. Muchos conductores se desesperan al encontrar el parabrisas cubierto de hielo durante el invierno y cometen errores que eventualmente pueden salir caros.
Mantener la visibilidad y evitar dañar el vidrio es fundamental para viajar seguro y sin sorpresas. Con algunos trucos caseros y un poco de preparación podés olvidarte del raspado eterno y los riesgos de romper el parabrisas.
Una forma fácil y económica de prevenir la escarcha es preparar un rociador casero con vinagre.
Otra alternativa rápida es usar alcohol etílico: mezclá dos partes de alcohol con una de agua y rociá el parabrisas. Incluso podés usar loción o perfume en caso de emergencia.
El método clásico nunca falla. Una rasqueta de plástico ayuda a quitar el hielo sin rayar el vidrio. Tener una siempre en el auto es clave si vivís en zonas frías. Eso sí, nunca uses objetos metálicos ni improvises con lo primero que encuentres: podrías terminar rayando todo el parabrisas.
Aunque pueda parecer rápido y efectivo, volcar agua caliente sobre el vidrio congelado es una pésima idea. La diferencia de temperatura puede hacer que el parabrisas se quiebre o se fracture en segundos. Si estás apurado, hay opciones más seguras que te salvan el día.
Si tu auto permanece afuera durante la noche, cubrir el parabrisas es la opción más práctica y preventiva. Podés usar una alfombra de baño, una sábana doblada o incluso papel de diario. Sujetalas con los limpiaparabrisas y, a la mañana siguiente, retiralas.
Forzar los limpiaparabrisas sobre hielo es un error muy común. Si las escobillas están pegadas, no las arranques ni las enciendas. Usá un poco de alcohol en gel para aflojarlas: su alto contenido de alcohol ayuda a derretir el hielo. Eso sí, después limpiá con un trapo para evitar restos viscosos.