Una riña inusual, este sábado minutos después de las ocho en Córdoba capital, no pasó a mayores pero permitió descubrir un misterio que llevaba tiempo intrigando a la ciudad: un hombre de 53 años comenzó una discusión con una joven e intentó golpearla con una cruz de hierro. Fue arrestado rápidamente por la policía que descubrió que el agresor era el mismo que en mayo de 2023 había sido detenido e investigado por el robo de la corona de una virgen en la Catedral cordobesa.
Que se trata de un hombre religioso parece un asunto claro o cuanto menos se trata de un adorador de los íconos. El asunto comenzó así: este sábado Camila I. (22) comenzaba su jornada laboral como trabajadora de una empresa de limpieza en la zona de la peatonal Rivera Indarte al 100, en pleno centro de Córdoba capital, cuando a las 8.15 fue increpada por un hombre de más de 50 años que tenía una cruz de hierro de dimensiones contundentes. No se sabe con exactitud por qué motivo discutían pero el hombre comenzó a amenazar a Camila con golpearla con la cruz.
El hombre fue detenido rápidamente por agentes de la Policía de Córdoba y cuando lo identificaron se llevaron una sorpresa. El agresor era Rodrigo César B. C., de 53 años, y la cruz que blandía en sus manos medía casi 60 centímetros de largo por 20 de ancho. Quedó demorado en la alcaidía de tribunales de la capital cordobesa a disposición del Ministerio Público Fiscal a la espera de que se evalúe iniciar acciones penales.
Pero el detalle de que el elemento del ataque de este sábado haya sido con un elemento religioso no pasó desapercibido, puesto que cuando indagaron en los antecedentes penales del detenido ya había en el récord del hombre un delito relacionado con la religión.
Hay que remontarse al 10 de mayo de 2023 y a la Catedral de Córdoba. Allí, en un retablo dedicado exclusivamente a ella, reluciente estaba un busto histórico de Nuestra Señora de Nieva, una de las tantas transfiguraciones de la Virgen María, y que en esta advocación es conocida como La Soterraña, protectora de la ciudad ante las tempestades.
Hasta el mediodía de ese miércoles 10 de mayo de 2023, la imagen de la virgen confeccionada en España estaba completa, pero sin que nadie se percatara horas después ya no lo estaría. Una de las personas al cuidado del templo, ubicado en la Plaza San Martín de la capital cordobesa, advirtió que al finalizar el miércoles a la virgen le faltaba la corona.
El revuelo se armó rápidamente en la comunidad cordobesa ante tamaña falta. No había marcas ni destrozos en el resto de la imagen, que está ubicada a una altura de siete metros, ni tampoco en las columnas próximas. Se trataba, por lo visto, de un robo delicado, en plena tarde. “El ladrón de la corona”, se le comenzó a llamar a ese delincuente, todavía incógnito.
Paralelamente, en las horas posteriores se dieron dos pesquisas para dar con la corona robada. Por un lado, los investigadores comprendieron que una pieza del género sólo podía ser traficada por especialistas en la materia. Por otro, en los alrededores de la imagen de la Virgen de la Catedral de Córdoba había cámaras de seguridad, y aunque no todas funcionaban bien podían aportar pruebas.
Comenzaron a trabajar investigadores de las divisiones Delitos Culturales y de Robos y Hurtos de la Policía de Córdoba, que se encargaron del peritaje de las cámaras del lugar. En las cintas, se observa a un hombre a los pies del altar de la virgen, que se apoya en sus codos frente una pequeña fuente, calculando la altitud y los movimientos que le insumirían alcanzar la corona. Camina, medita y se trepa al altar: en menos de dos minutos alcanza su objetivo.
Su objetivo: una corona de plata de 16 centímetros de alto y 13,5 de base que data del año 1794. Trascendió que figuraba en el inventario de la Iglesia de Córdoba desde 1805. Se supo luego que quien se trepó en el altar y robó la corona fue Rodrigo César B. C., el mismo que este sábado, casi dos años después, intentó atacar a una joven con una cruz de hierro.
La otra línea de investigación, respecto del manejo de la corona una vez que fue robada, fue instruida por el fiscal Guillermo González, que ordenó distintas directivas al personal de delitos especializados. En uno de esos operativos, la corona fue recuperada a tan sólo 24 horas de haber sido robada: estaba en manos de un coleccionista, un especialista que bien sabía de qué elemento se trataba y el valor que le da su historia.
Por entonces, la Policía sindicó que Rodrigo César B. C., de 51 años en ese momento, habría estado en situación de calle y los investigadores buscaban esclarecer si el coleccionista lo contrató para robarla o si la persona en situación de indigencia cometió el delito para luego venderla.
Aquella vez Rodrigo zafó, aunque le quedaron antecedentes penales. Este sábado no pudo zafar y quedó detenido en una alcaidía de la capital cordobesa.