Un hallazgo fascinante en Italia: la joven Casandra, hija de Príamo, quien, presa del delirio, simula ante los ojos consternados de su madre Hécuba y del heraldo Taltibio su inminente boda con Agamenón, rey de Micenas, quien la raptará para violarla y convertirla en su concubina.
Se trata de una escena refinada y llena de patetismo que decora un espejo etrusco del siglo IV – III procedente de la necrópolis de Vulci.
Publicado en 1897 en la colección Etruskische Spiegel entre los hallazgos de la fabulosa colección de arte antiguo de la familia Torlonia, el espejo es uno de los más de siete mil objetos incautados en septiembre de 2022 por la Guardia di Finanza en Ostia y confiados para su custodia temporal al museo arqueológico de Colleferro (Italia central).
El descubrimiento, el segundo en pocos meses, lo anunció el etruscólogo Valentino Nizzo, profesor de la Universidad Oriental de Nápoles, ex director del Museo Etrusco de Villa Giulia en Roma, quien ya en diciembre de 2024 había reconocido entre esos mismos miles de piezas un primer espejo, también procedente de Vulci.

Se trata también de un objeto de gran valor, subraya el estudioso, aunque solo sea por la rareza de la escena grabada en bronce y extraída del teatro griego, como era costumbre entre la élite del mundo etrusco.
Pero la importancia del descubrimiento, del que Nizzo, junto a la periodista Annalisa Venditti que hizo pública esta historia, está quizás precisamente en su procedencia, identificada una vez más en la inmensa colección antigua de Alessandro Torlonia.

Sin olvidar, subraya el estudioso, la posibilidad de que un examen atento del material incautado en el entonces llamado museo oculto de Ostia, revele la presencia de otros tesoros, vasos por ejemplo, procedentes de ese mismo patrimonio.
La colección más grande del mundo
Ciertamente, reconstruye Nizzo, a finales del siglo XIX los dos espejos se conservaban en el Museo Torlonia en Lungara, donde la familia principesca había concentrado sus fabulosas colecciones, la famosísima colección de 620 esculturas grecorromanas, la más grande del mundo en manos privadas.
Pero también tesoros arqueológicos, romanos y etruscos (entre todos los fabulosos frescos de la Tumba de Francois) procedentes de las excavaciones encargadas en las tierras familiares a las puertas de Roma, desde la villa de los Quintili hasta las de Majencio y los Gordiani, desde la zona del puerto de Trajano hasta la de Fucino, Villa Adriana, Cerveteri, Vulci.

Cerrado al público en los años 40 para proteger el inmenso patrimonio de las bombas y los saqueos, el museo de Lungara nunca fue reabierto. En los años 60, con una especulación inmobiliaria denunciada entonces por Antonio Cederna e Italia Nostra, el edificio se transformó en mini apartamentos y las colecciones fueron trasladadas y retiradas del público.
Lo mismo ocurrió con los mármoles, que en los últimos años han sido parcialmente restaurados y devueltos a la exposición, hasta el punto de que a partir del 15 de marzo se expondrán en el Art Institute de Chicago, pero también con la colección de vidrios romanos y la de artefactos etruscos, que nunca más han sido accesibles, ni siquiera para los estudiosos.
Por eso, subraya Nizzo, el hallazgo de dos espejos de esa procedencia entre los objetos incautados en Ostia merece hoy la pena investigar, además de abrir una cuestión jurídica.

Por su excepcional importancia, subraya el investigador, “la colección etrusca de Torlonia está protegida desde principios del siglo XX. Por tanto, cualquier cesión o sustracción debería haber sido comunicada de forma que permitiera a los responsables verificar el estado de la colección o ejercer, en caso de venta, el derecho de tanteo”.

Esto a pesar de que es totalmente posible que los dos espejos desaparecieran hace mucho tiempo, sin que nadie se diera cuenta, o que se hubieran perdido o robado durante los viajes de la colección.
Pero a la luz del nuevo descubrimiento, advierte el etruscólogo, “no se puede descartar que otros hallazgos similares hayan seguido el mismo camino”. Y quién sabe, quizás entre las siete mil piezas incautadas en Ostia se pueda identificar a algo más.
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