Mariposas en el estómago, un nudo en la garganta, creer que nos va estallar la cabeza o sentir una patada en el estómago. Algunas de las sensaciones más comunes que, instintivamente, relacionamos con distintas emociones.
Porque, es cierto, a las emociones las sentimos en el cuerpo. La ira, el miedo o la tristeza afectan la cabeza; la alegría tiene impacto en los brazos; el amor y la felicidad, en todo el cuerpo.
En 2019, investigadores de la Universidad de Aalto, en Finlandia, comprobaron de manera científica las viejas teorías sobre la relación entre las emociones y el cuerpo. Y dibujaron un mapa corporal basado en lo que sentía un grupo de voluntarios.
Ahora, investigadores de Finlandia y Alemania estudiaron un millón de palabras escritas en tablas de arcilla por los asirios hace miles de años. Así, descubrieron que ellos sentían las emociones de manera bastante diferente.
El amor en las rodillas: el sorprendente hallazgo sobre las emociones en la antigua Mesopotamia
Un artículo de la Deutsche Welle (DW) (prestigioso medio de radiodifusión oficial alemán) dice que la asirióloga Saana Svärd, de la Universidad de Helsinki, junto con el Centro de Investigación de Jülich en Alemania, estudiaron los textos neoasirios realizados entre los años 934 y 612 a.C. La idea: crear un mapa corporal de las emociones de los mesopotámicos.
El resumen del estudio, titulado Las emociones encarnadas en los antiguos textos neoasirios reveladas por el mapeo corporal de la semántica emocional, y publicado en la revista iScience recuerda que “las emociones están asociadas con sensaciones corporales subjetivas específicas de la emoción”.
Agrega que los investigadores utilizaron esta relación y métodos lingüísticos computacionales para mapear una representación de las emociones en textos antiguos. En este caso, analizaron textos neoasirios “para discernir relaciones consistentes entre expresiones lingüísticas relacionadas tanto con las emociones como con las sensaciones corporales”.
“Luego, calculamos regularidades estadísticas entre términos de emoción y palabras que se refieren a partes del cuerpo y retro proyectamos las relaciones resultantes entre emoción y parte del cuerpo en una plantilla corporal, produciendo mapas de sensaciones corporales para las emociones”.
De esta manera, aseguran los investigadores “encontramos patrones corporales consistentes para 18 emociones distintas. Estos resultados revelan el uso histórico del lenguaje corporal relacionado con las emociones humanas”.
Entre los resultados más sorprendentes destaca que el hígado era, para los neoasirios, el centro de la felicidad. “El hígado ocupa un lugar destacado cuando se abre el cuerpo. Como es un órgano grande, la gente podría haber asumido que el alma vive en el hígado”, señala el trabajo científico.
El equipo descubrió que los neoasirios sentían el sufrimiento en las axilas, y la excitación sexual, en los tobillos. El amor, aunque también se sentía en el hígado y el corazón, podía experimentarse en las rodillas, quizás reflejando cómo esta emoción puede doblar a las personas o ponerlas de rodillas, dice la DW.
Claro que, al igual que nosotros, los antiguos mesopotámicos sentían que el orgullo llenaba su corazón y la tristeza habitaba en su pecho. “Incluso en la antigua Mesopotamia se tenía un conocimiento aproximado de la anatomía, por ejemplo, de la importancia del corazón, el hígado y los pulmones”, señala Svärd.