El pasado viernes, Bahía Blanca y sus alrededores se convirtieron en el escenario de una tragedia. Las imágenes de calles convertidas en ríos, casas sumergidas, vehículos destrozados y familias despojadas de sus pertenencias nos han atravesado como un rayo. La fuerza de la naturaleza ha demostrado su poder, pero también la pobreza en la que nos encontramos y la fragilidad de nuestras vidas, que pueden cambiar en un instante.
Miles de evacuados se han visto obligados a dejar atrás no sólo sus hogares, sino también recuerdos, sueños y esperanzas. Y en medio de esta devastación, el eco de la desesperación resuena con mayor fuerza cuando recordamos a aquellas nenas que aún no aparecen, esas almas inocentes que se han perdido en la vorágine de la inundación. Su ausencia es un dolor que trasciende a la familia afectada; es un lamento colectivo que nos une en la búsqueda de la esperanza. Las pérdidas son incalculables. No solo se cuentan las casas arrasadas, los autos y los sueños arrastrados por la corriente, sino también las mascotas desaparecidas. Sin embargo, en medio del caos y la desolación, hay una luz: la solidaridad de los argentinos. Voluntarios, organizaciones y ciudadanos de a pie se han movilizado para brindar ayuda, donar alimentos, ropa y sobre todo un abrazo cálido a quienes más lo necesitan. Esta solidaridad es un recordatorio de que como sociedad, somos capaces de levantarnos y reconstruir lo que se ha perdido. Bahía Blanca nos está enseñando a todos que aunque el agua pueda llevarse mucho, la humanidad y la compasión son indestructibles.
Pero hay una sombra que se cierne sobre nosotros: la ausencia de respuestas por parte de la política. En momentos como este, se espera que quienes están en el poder asuman su responsabilidad y brinden el apoyo necesario a los ciudadanos. La falta de presencia y acción por parte de quienes deberían liderar es decepcionante y nos deja sintiendo que estamos solos.
Nuestros representantes tienen que escuchar la voz del pueblo, ponerse al frente de esta batalla y trabajar incansablemente para reconstruir lo que se ha perdido. La gente de Bahía Blanca y aledaños necesita más que promesas vacías, necesita acciones concretas y apoyo incondicional. La inundación puede haber traído destrucción, pero la solidaridad es más fuerte y nos demuestra que juntos somos más poderosos que cualquier tormenta.
Francisco Manuel Silva / frsilva50@gmail.com
Más sobre las inundaciones que azotan Bahía Blanca
Es conmovedora la solidaridad del pueblo argentino para reparar las consecuencias del desastre de Bahía Blanca. Esperemos que las autoridades nacionales y provinciales estén a la altura de los acontecimientos. Aún así, todos sabemos que no será suficiente. Imaginemos por caso, los costos la aparatología técnica hospitalaria que habrá que reponer imprescindiblemente.
Por esa razón, me permito proponer que se evalúe acordarle la condición de zona franca, con los consecuentes y explícitos beneficios impositivos y aduaneros, para atraer inversiones que serán imprescindibles para su recuperación. Todos abrazamos a Bahía Blanca.
Alfredo Belasio / alfredobelasio@yahoo.com.ar
“Confío en los políticos que buscan el bien común”
Nuestro país está pasando por un momento difícil, donde todo el mundo se cree dueño de la verdad y se queja por todo.
Creer que esto es reciente es una verdadera utopía. Creer que el Presidente con menos de 2 años en la gestión, puede solucionar la decadencia de 40 años, es cómo pedir peras al olmo.
Creer que buscando carroña en cada movilización harán mejor nuestro país, es pensar y ofender la inteligencia del pueblo.
El sentido común se perdió desde el mismo instante en que se adoctrino al ciudadano y se lo hizo con dádivas; con planes cautivos; con gente pagada para ir a marchas; usando al pobre y haciéndoles creer que estaban bien con lo antes mencionado.
El dolor de un trabajador de tener que seguir poniendo el lomo, mientras otros cobran sin hacer nada, jubilados que no llegan a fin de mes, docentes que la sufren a diario, médicos que les faltan insumos.
Varias generaciones crecieron con la dádiva y se acostumbraron a la cultura del “No Trabajo” y que el Gobierno tiene la obligación de mantenerlos, y miles de extranjeros vienen en tours de salud mientras los argentinos no son bien recibidos en hospitales y deben pagar las prestaciones.
No me alcanzan las palabras para describir lo que el pueblo necesita.
Seguimos confiando en los buenos políticos, en los que buscan el bien común y no en los que salen a besar y abrazar en época de elecciones con sus falsas promesas y sonrisas hipócritas. “El pueblo dice basta de corruptos”.
Claudio Félix Carlos Ybrahim / claudio_ybrahim@hotmail.com
El juez Lijo, los Kirchner, YPF y la causa anestesiada
La adquisición ilícita de acciones de YPF por el grupo Eskenazi, sospechosamente favorecidos para ello por el matrimonio Kirchner, generó una denuncia penal de Elisa Carrió en 2006, y en 2018 un lapidario informe de la UIF.
Sin embargo, la causa duerme cajoneada en el juzgado del juez Ariel Lijo después de 19 años y el resultado está cerca de costarle a nuestro país más de US$ 16.000 millones en los tribunales de Nueva York.
Este acto de clarísima irresponsabilidad no solo lo inhibe -entre otros fundadas razones- para integrar la Corte Suprema, sino que debería ser una justificada causa para ser destituido como juez Federal.
Ricardo E. Frías / ricardofrias@gmail.com
El corte de energía a Gaza, Hamas y los secuestrados
Con la velocidad vertiginosa de las redes, el anuncio que generará controversia es el que anticipó el 9 de marzo, Israel dejará de suministrar electricidad a Gaza hasta tanto el grupo terrorista Hamas no devuelva a los secuestrados.
Visualizo los titulares de los diarios criminalizando a Israel por privar a los civiles de electricidad. Hace más de un año, rehenes israelíes se encuentran en condiciones inhumanas en Gaza.
Hace más de un año que Occidente fue testigo de las violaciones, asesinatos, secuestros y espectáculos macabros llevados a cabo por Hamas y no se ha puesto de pié. Hace más de un año que la narrativa woke se instaló, culpando al Estado judío y cercenando su derecho a la autodefensa, tal como lo haría cualquier otro país.
Hace más de un año que las heridas infligidas por las hordas salvajes del 7 de octubre continúan abiertas, los niños Bibas asesinados cruelmente, son un recordatorio.
Me pregunto con total honestidad, ¿es dolorosa una medida de esta naturaleza?, ¿es legítimo que un país recupere civiles secuestrados por todos los medios a su alcance?, ¿es Hamas responsable del cese de los sufrimientos del pueblo palestino? ¿es Hamas responsable de crímenes de lesa humanidad por utilizar a su pueblo como escudos humanos?, ¿es responsable Hamas de la pobreza de Gaza por desviar utilizar el aporte de ayuda humanitaria con fines bélicos? Si, si y sí.
Otra pregunta me interpela ¿es posible llegar a la paz con Hamas? No, no es posible y para ello tomo como propias las palabras de Golda Meier: “Podemos negociar con nuestros vecinos. Tan pronto como ellos lo deseen, podemos llegar a un acuerdo de inmediato. Pero no podemos negociar con terroristas que simplemente quieren destruirnos.”
Elena Wichner / elenawleon@hotmail.com