La doctora Luján Comas, especialista en anestesiología y reanimación, tiene más de 30 años de trayectoria en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona, y encabeza un estudio que busca determinar qué ocurre con la consciencia de las personas que estuvieron clínicamente muertas y tras ser reanimadas volvieron a la vida.

Algunas de ellas relatan que percibieron todo el proceso de su reanimación aún estando inconscientes. “La investigación conocida como ‘Proyecto Luz’ e impulsada por la Fundación Icloby, pretende demostrar que somos más que materia”, explica Comas a La Vanguardia.

“Tenemos un concepto materialista de la existencia, que cuando se para el cerebro se acabó todo, no hay nada más. Pero parece que las experiencias cercanas a la muerte (ECM) registradas en 14 hospitales nos dicen lo contrario”, agrega.

Hay un porcentaje elevado de pacientes que relata que durante los pocos minutos que su cerebro no funcionaba, con un encefalograma plano como prueba, y afirman que “tuvieron una consciencia más plena que cuando estaban conscientes”. Y no solo eso, sino que pudieron describir con precisión todo lo que ocurrió a su alrededor.

El misterio del “alma”

“Nos preguntamos cómo es posible si no tenían función cerebral, pero hay muchos estudios que apuntan a la existencia de una consciencia no local”, asegura la experta.

Los relatos de los pacientes desafían a la comunidad científica. Foto: Shutterstock.Los relatos de los pacientes desafían a la comunidad científica. Foto: Shutterstock.

Vendría a ser la supraconsciencia de la que habla el doctor Manuel Sans Segarra –antiguo jefe del servicio de cirugía general y digestiva del hospital de Bellvitge- en su libro La supraconsciencia existe: vida después de la vida. “Se le puede llamar supraconsciencia, campo cuántico, alma, o vacío cuántico”, reflexiona Comas.

“Estamos estudiando casos de personas en estado vegetativo, en coma, donde no hay función cerebral y en las que se ha visto que la consciencia está ahí y que simplemente no se puede manifestar”, esgrime. “Y esto apunta al concepto de consciencia no local, donde el cerebro sería como una antenaa, un receptor, una interfaz entre esa supraconsciencia y la consciencia local, la del cerebro”, prosigue.

Está pasando, y tenemos que averiguar por qué pasa. Tiene que haber una explicación”, remarca con absoluta convicción. Y descarta por completo que las experiencias que describen los pacientes sean alucinaciones. “Las alucinaciones son un fenómeno que no puede ocurrir a no ser que el cerebro esté activo”, indica.

Hay pacientes que relatan experiencias cercanas a la muerte tras un paro cardiaco y sin función cerebral  (Foto de Archivo)Hay pacientes que relatan experiencias cercanas a la muerte tras un paro cardiaco y sin función cerebral (Foto de Archivo)

A diferencia de lo que ocurre cuando alguien experimenta una visión que no puede comprender, con este tipo de vivencias los sentimientos son muy distintos. “La gente cambia su estilo de vida por algo que como mucho dura dos minutos, y los lleva a hacer una transformación total”, asegura.

Más del 70% se separó de su pareja, cambiaron de trabajo, sintieron más atracción por la vertiente espiritual, o buscaron más contacto con la naturaleza.

“Proyecto Luz”, una ambiciosa investigación

El Proyecto Luz consta de tres fases y hará un seguimiento de ocho años a cada uno de los 344 pacientes que participa en la investigación. Algunos de los hospitales ya terminaron la primera fase.

“Se trata de un estudio prospectivo, que como cualquier ensayo clínico, cuenta con un grupo de control, y no solo se estudia a las personas que han tenido una ECM, sino también a un grupo de pacientes que sufrieron un paro cardiorrespiratoria pero sin describir una ECM”, describe.

Los hospitales que participan en la investigación (Fuente: Fundación Icloby)Los hospitales que participan en la investigación (Fuente: Fundación Icloby)

Luego de la reanimación se recopilan todos los datos clínicos a través de un protocolo establecido y validado por los comités de ética e investigación de cada uno de los hospitales.

“Hay muchos que no relatan la ECM que vivieron en el primer año, pero la explican al segundo o al cabo de ocho años”, sostiene Comas. “Tienen miedo que los lleven al psiquiatra, que les den medicación, hay familiares que a veces les aconsejan que no lo cuenten por las posibles consecuencias”, relata.

Para validar que una persona tuvo una ECM debe cumplir con siete de los 16 ítems de la escala Greyson, ideada en su día por el doctor Bruce Greyson, asesor científico del estudio y uno de los padres de este tipo de investigaciones.

Más allá del tiempo y el espacio

La idea es comparar los resultados del estudio con el realizado en el 2001 por el cardiólogo Pim Van Lommel, que contó también con 344 participantes y fue publicado en The Lancet.

La doctora, no obstante, tiene su teoría. “Está comprobado científicamente que todos soñamos, pero solo un porcentaje muy pequeño de las personas recuerdan los sueños. Con las ECM puede pasar algo similar, pero hace falta poder demostrarlo. Posiblemente, todas las personas que están a punto de morir tienen estas vivencias”.

Van Lommel explica que en su estudio, “ni la duración del paro cardíaco, de entre dos y ocho minutos, ni de la inconsciencia, de 5 minutos o tres semanas en coma, ni la necesidad de intubación en una reanimación complicada, ni un paro cardíaco breve inducido en una estimulación electrofisiológica tenían influencia alguna en la frecuencia de las ECM. Por tanto, el grado o la gravedad de la falta de oxígeno en el cerebro (anoxia) parece ser irrelevante”.

Asesor también del Proyecto Luz, este cardiólogo espera que la investigación de la doctora Comas y otras que se están realizando confirmen sus hallazgos respecto a que “el cerebro no produce conciencia, sino que tiene una función de interfaz para experimentar la conciencia, y que esta última no es local, va más allá del tiempo y el espacio, y es eterna, sin principio ni fin”.



Fuente Clarin.com

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