La Iglesia Católica tiene un nuevo pastor: León XIV. Su elección marca un nuevo capítulo en la historia reciente del cristianismo y del mundo.
Con palabras sencillas y firmes, el nuevo Papa se dirigió a la multitud reunida en la Plaza San Pedro con un gesto que conmovió: habló en italiano, como es tradición, pero también en español, dedicando un saludo especial al querido pueblo del Perú. Un gesto que no sólo revela su cercanía con América Latina, sino también su sensibilidad para abrazar a los pueblos desde sus raíces y lenguas.
León XIV ha despertado esperanza en muchos sectores de la Iglesia y la sociedad global. Tiene los pies bien plantados en América Latina, donde ha vivido, trabajado y acompañado realidades desafiantes.
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El emotivo mensaje del Papa León XIV durante las inundaciones en Perú
Su formación y experiencia no se limitan al continente: conoce con profundidad las dinámicas del mundo globalizado, las tensiones geopolíticas, las nuevas formas de pobreza, los desafíos ecológicos y el rostro cambiante de la fe. Y sobre todo, es un hombre de espíritu misionero y corazón sencillo, comprometido con la paz y con los pobres, como lo pudimos escuchar.
En su primer mensaje, no faltaron las palabras de aliento. Con voz serena pero firme, expresó su deseo de una “Iglesia misionera, que construye puente (…) una Iglesia sinodal (…), que busca siempre estar cerca especialmente de aquellos que sufren”.
La elección del nombre León: una evocación de quien defendió a los trabajadores
El nuevo Pontífice eligió llamarse León XIV, y con ello evocó de manera explícita a León XIII, el Papa que a fines del siglo XIX se animó a mirar de frente el problema de los obreros en el auge de la llamada Revolución Industrial, dando origen a la Doctrina Social de la Iglesia con la encíclica Rerum Novarum (1891).
Aquella carta magna de la cuestión social defendía los derechos de los trabajadores, el salario justo, la organización sindical y el rol del Estado en el bien común. No es un detalle menor: al tomar ese nombre, el nuevo Papa nos señala un horizonte donde la fe y la justicia social caminan juntas, como dos caras de una misma misión cristiana. Francisco lo llamaba “la dimensión social de la fe”.
León XIV parece querer recoger esa herencia y actualizarla para este siglo XXI, en el que el trabajo humano está amenazado por la automatización, la exclusión, la migración forzada y las nuevas formas de esclavitud.
Su sensibilidad latinoamericana lo vuelve particularmente cercano a los descartados, a los que no cuentan en las estadísticas ni en los mercados. Pero su visión es amplia: sabe leer el mundo con ojos de pastor, de teólogo y de hombre de diálogo.
Con León XIV, el papado sigue girando hacia las periferias. En una época de crisis y fragmentaciones, su estilo pastoral y su opción por los pobres ofrecen señales de renovación y continuidad. No se trata de una ruptura, sino de un paso más en el camino abierto por el Concilio Vaticano II y, más recientemente, por los gestos proféticos de Francisco.
Es también una reafirmación del papel de América Latina en la vida de la Iglesia: una región viva, sufrida, pero fecunda en espíritu misionero, participación comunitaria, piedad popular, esperanza y capacidad de resistencia.
Quienes lo conocen destacan su cercanía, su capacidad de escucha y su vida sencilla.
Sabe caminar con su pueblo, compartir la mesa con los últimos y dialogar con quienes piensan distinto. Y eso hoy no es poca cosa.
En un mundo polarizado y herido, León XIV podría ser el pastor que ayude a la Iglesia a seguir siendo “hospital de campaña”, faro de misericordia y voz profética ante los poderosos.
La historia acaba de abrir una nueva página. León XIV asume con humildad y firmeza una misión inmensa. El pueblo de Roma lo recibió con alegría. Y millones en América Latina sintieron que algo de ellos también subía al balcón de San Pedro.
Habrá que acompañarlo con la oración, la escucha y el compromiso. Porque, como él mismo dijo, “sin miedo, unidos mano con mano con Dios y entre nosotros, seguimos adelante”.
El viento del Espíritu en la Iglesia sigue soplando desde el sur.