El sector porcino es un clásico representante del ansiado agregado de valor que se viene buscando en las últimas décadas en Argentina, transformando granos en proteína animal y generando empleo y desarrollo en el interior. Las granjas lograron crecer a pura inversión y eficiencia, y ahora se organizan para dar un nuevo salto, pero necesitan poner sobre la mesa algunos factores adversos.

Lo hicieron esta mañana cuando la Federación Porcina Argentina (FPA) anunció formalmente el Plan Estratégico Porcino 2025, una hoja de ruta con proyección al año 2032 que busca fortalecer a toda la cadena porcina nacional.

Los objetivos planteados en el PEP para 2032 son ambiciosos: alcanzar las 550 mil cerdas productivas (hoy hay 348.272), producir 1,7 millones de toneladas (hoy son 726.651), exportar 300 mil toneladas (hoy se embarcan apenas 9.502 tns) y elevar el consumo per cápita a 28,3 kg/hab (actualmente en 16,8 kg/hab). Con esto esperan generar un impacto económico significativo: duplicar la actividad económica hasta los US$ 7760 millones, generar divisas por US$ 464 millones en exportaciones y crear más de 130 mil empleos directos e indirectos.

En la actualidad hay algunos datos que plantean serios desafíos de cara a ese plan de crecimiento. En los primeros meses de 2025 tanto la producción como el consumo local de carne de cerdo aumentaron, pero en la balanza comercial del sector hay una señal de alarma: mientras que las exportaciones cayeron 7,2 por ciento interanual, las importaciones crecieron más del 300 por ciento.

El director ejecutivo de la Federación, Agustín Seijas, explicó que el principal foco de conflicto es la competencia brasilera. Según detalló, el fortalecimiento del peso y la devaluación en Brasil hizo que el negocio se tornara atractivo para las empresas brasileras, que inundaron el mercado argentino con un corte que allí no se consume y que es producido de una manera que genera polémica en el mundo porcino. La bondiola brasilera, que llega congelada a las góndolas argentinas, es producida utilizando ractopamina, un promotor de crecimiento que reduce los costos de producción en un 7 por ciento y que en muchos países no está permitido. En Argentina, el código alimentario sí permite su uso pero sujeto a un plan de trazabilidad que nunca se elaboró, por lo que en los hechos el producto está vedado.

Desde la Federación describen la situación como una competencia desleal que complica la integración de la media res y encarece los cortes producidos localmente. En la misma línea afirman que se debe trabajar en un protocolo que permita la exportación de subproductos a mercados estratégicos como el chino, ya que hoy hay un 40 por ciento de la res que no tiene valor y podría tenerlo, beneficiando a los consumidores locales del resto de los cortes.

“Sabemos que hay una política del gobierno de apertura de mercado que nadie va a poder torcer. Lo que nos queda es ser cada vez más competitivos, especialmente en relación a Brasil”, dijo Seijas.

Más allá de los contratiempos coyunturales que plantean desde el sector, la Federación se mostró confiada respecto al crecimiento posible.

En cuanto a la sanidad, destacaron que el país se mantiene libre de enfermedades clave para el sector y que se avanza en la erradicación del virus de Aujeszky en conjunto con SENASA y la Secretaría de Agricultura. “La creación de un Ente Sanitario nacional permitirá garantizar la implementación territorial del programa y mejorar la trazabilidad sanitaria”, indicó Seijas.

Y luego puso en agenda algunos temas impositivos que podrían agilizar inversiones. El foco está puesto en corregir el desfasaje del IVA y avanzar en líneas de crédito adaptadas a la actividad. Actualmente, el productor paga un 21% de IVA en insumos y solo recupera un 10,5%, generando sobrecostos de hasta un 19% en cada inversión. “Necesitamos financiamiento con plazos, tasas y períodos de gracia acordes a la dinámica de la actividad porcina. Solo así podremos modernizar nuestras granjas, incorporar tecnología y ser competitivos globalmente”, concluyó Seijas.

Para tener una idea aproximada, la inversión por cerda puesta en producción es de unos 6.000 dólares más el capital de trabajo, y para que un emprendimiento sea viable se estima que debe contar por lo menos con unas 300 madres.

La inversión total a la que apunta el sector porcino en su plan estratégico es de 1.613 millones de dólares, de los cuales un 75 por ciento se destinaría a la creación, ampliación y modernización de granjas y otro 25 por ciento a la modernización y habilitación de plantas de faena, desposte y congelado, que hoy son un cuello de botella para el crecimiento de las exportaciones.



Fuente Clarin.com

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