El primer efecto de elecciones sin PASO acaba de quedar reflejado en el cierre de listas y alianzas en la Ciudad de Buenos Aires, con una dispersión de propuestas y múltiples candidaturas satélites derredor de las principales fuerzas como el oficialista PRO, el kirchnerismo y La Libertad Avanza. Lo que también denota que ninguno de sus referentes nacionales, Javier y Karina Milei, Mauricio Macri o Cristina Kirchner, ha conseguido alinear a los propios.
La suspensión de las primarias no sólo deja de ordenar las postulaciones sino que marca un problema real para los oficialismos provinciales y para la Casa Rosada. Porque con las PASO, si el resultado era adverso, los gobiernos podían usar su aparato y sus recursos para “corregir” el descontento del electorado; y si les iba bien, para buscar asegurarse el triunfo y hasta ampliar la ventaja. Ahora van a ciegas, encuestas en mano.
La de la Ciudad es una de las dos principales batallas políticas, junto con la provincia de Buenos Aires, porque reconfigurarán hacia fin de año un nuevo mapa político en el país. La premisa política siempre marca que el Gobierno es el que está obligado a ganar.
No es casual que el PRO busque instalar que es el único espacio que le puede poner un límite al kirchnerismo encarnado en Leandro Santoro. Tampoco que responsabilice a Karina Milei por la negativa a una alianza macrista-libertaria. Ya sin la contención del fenecido Juntos por el Cambio, la atomización del voto anti K alimenta las expectativas del peronismo porteño.
“Si bien es cierto que en la Ciudad la fragmentación favorece al peronismo que seguro tiene 25 puntos, también es absolutamente cierto que los electorados se mueven para evitar que alguien gane. Y creo que la mayoría del electorado porteño, el día que se entere que puede llegar a ganar el peronismo, va a ser parte de un corrimiento de votos hacia la opción que pueda evitarlo. El interrogante es si el beneficiario será La Libertad Avanza o el PRO”, plantea el consultor político Carlos Fara.

Más allá de que pueda ser utilizado como un recurso de marketing, hay una real inquietud sobre la performance K. Un macrista bonaerense ensaya una pregunta punzante: “¿Cómo impactaría un posible triunfo del kirchnerismo en la Ciudad, en la política y en los mercados, frente a la posibilidad de que también puedan ganar en la provincia de la mano de Kicillof o de Cristina?”. Ambos distritos representan cerca de un 45%, casi la mitad, del electorado en todo el país.
Fara cree que en los comicios en la Ciudad “la gestión de Jorge Macri va a pesar al ser una elección local, y todos van a tratar a criticar lo que falta o destacar lo hecho. El único que va a tratar de nacionalizar la campaña es La Libertad Avanza para aprovechar la marca Milei, pero no tengo muy claro que les convenga plebiscitar la gestión del macrismo en la Ciudad”.
El desafío de Manuel Adorni que encabeza la lista libertaria, será imponer los logros del Gobierno de Javier Milei como diferencial. Aunque estos comienzan a ponerse en duda, incluso en lo económico. En la microeconomía, la baja de la inflación es un hecho fáctico pero febrero fue el decimoquinto mes de caída del consumo en productos tan básicos como los alimentos. Y la macro viene sufriendo la reacción negativa de los mercados ante un acuerdo con el FMI, que impacta en la caída de reservas y en el valor del dólar, además del riesgo país.
Nadie lo afirma, pero otro de los contrapuntos que podrían tener macristas y libertarios en la campaña podría ser la deuda de unos 6 mil millones de dólares que la Nación mantiene con la Ciudad, de acuerdo a los cálculos en la sede de Uspallata. La dimensión lo marca la referencia del acuerdo con el Fondo, anunciado en 20 mil millones de dólares.
Esa deuda, equivalente al costo de tres líneas y media de subterráneo, es por los cuatro años de quita de coparticipación que quedaron en el limbo. Surge de lo que Nación no pagó desde el recorte unilateral que Alberto Fernández le aplicó a la coparticipación porteña en setiembre de 2020, hasta la concreción del acuerdo en 2024 con el Gobierno libertario tras el fallo de la Corte Suprema, cuando la Nación le sumó 1,55 puntos a los 1,4 que venían recibiendo las arcas porteñas.
La segunda batalla electoral
En la otra gran pelea electoral, la de la provincia, no está claro si los libertarios tienen la premisa de vencer al kirchnerismo, a como dé lugar, para evitar que un posible triunfo K generé un impacto negativo en los mercados y en los inversores, estos últimos, los extranjeros, muy interesados en el resultado de los comicios 2025.
Al menos en el equipo que encabeza Sebastián Pareja, a cargo del armado bonaerense de La Libertad Avanza y monitoreado por Karina Milei, el principal objetivo hoy es ampliar la base libertaria de legisladores en la provincia y, si se puede, también ganarle al kirchnerismo. No ven ninguna necesidad de salir a buscar macristas o radicales para integrar un frente que asegure un triunfo.
Aunque hay un sector del oficialismo que al parecer viene tomando nota sobre el riesgo de un triunfo de Cristina Kirchner, a quien la propia oposición la ubica entre 35 y 40 puntos, y de Kicillof. Hay quienes observan en esa sintonía a Martín Menem y a Eduardo “Lule” Menem, pero también al asesor Santiago Caputo.

Por el momento, desde la foto de los Milei con Cristian Ritondo y Diego Santilli en Casa Rosada no hubo mucho más. Sí se reunió el PRO bonaerense para aprobar su balance, un trámite; aceptar la renuncia de Silvia Lospennato al partido provincial porque será candidata porteña, y para designar a las juntas promotoras de cada distrito.
De paso, se ocuparon de borrar todo vestigio de dirigentes alineados con Patricia Bullrich de la lista de autoridades del PRO de cada uno de los 135 municipios. De esa manera, está todo listo para avanzar en una alianza con los libertarios.
Se aferran a un dato, no menos relevante. Si Kicillof decide desdoblar la elección provincial, cualquier fuerza necesitará de unos 42 mil fiscales para controlar los votos. En la última elección, el macrismo le aportó ese número a Milei, la mitad de ellos como contribución de Ritondo y Santilli. En el PRO aseguran que en estas elecciones bonaerenses, ni pagando podrían conseguir esa logística los libertarios.
Sin embargo, el plan B sigue al alcance de la mano. “Vamos a hacer el esfuerzo para confluir con Milei, pero si tenemos que ir solos, iremos solos o con una parte del radicalismo”, admite un referente macrista, en lo que podría ser una nueva chance para una suerte de Juntos por el Cambio bonaerense. Aunque las segundas temporadas no siempre corren mejor suerte que las primeras.
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