El más importante de los beneficios económicos que le ha traído a Gran Bretaña la ruptura con la Unión Europea (UE), realizada a través del Brexit (31-01-2020), es la liberación que ha experimentado en la investigación científica y tecnológica, sobre todo en el terreno decisivo de la biotecnología, al sacarse de encima la aplastante híper-regulación que es característica del gobierno de Bruselas, el reino de la burocracia del Continente.

La clave de este acto es lo que ha ocurrido con las reglas de la transformación genéticamente modificada de las semillas (OGM), que le ha permitido al Reino Unido volver a ser el núcleo de la biociencia, en lo que es la vanguardia del conocimiento mundial.

El punto fundamental en la prioridad estratégica que Gran Bretaña ha vuelto a otorgar a las semillas genéticamente modificadas (OGM) es la distinción entre la modificación de los organismos y su edición genética, porque estos últimos inauguran una nueva rama en las Ciencias de la Vida, que es la ingeniería genética o editada.

La diferencia entre estas dos categorías es que las primeras introducen ADN de otras especies, en tanto que las otras alteran deliberadamente sus secuencias con ADN proveniente de un solo organismo; y de esta manera amplían cuantitativa y cualitativamente las fronteras de las Ciencias de la Vida, lo que en definitiva implica que “crean vida”, lo que es un auténtico milagro creado en los laboratorios.

Así surge la agricultura de precisión a través de mutaciones semejantes a las de la naturaleza. “Los personajes de Shakespeare son más verdaderos que la vida”, dice Edmund Wilson.

Bruselas, con toda su híper-regulación burocrática, se funda en un criterio hondamente pesimista sobre la revolución de la técnica; y que se preocupa por definición más en los riesgos que en las oportunidades, en tanto que la biotecnología sobre todo en su fase de vanguardia de ingeniería genética surge de un criterio instantáneo, sumado a la creación constante de novedades; y por eso es hondamente optimista.

La burocracia de Bruselas rechaza visceralmente esta distinción crucial de la biotecnología avanzada y por eso ha prohibido a las dos al mismo tiempo.

Ocurre que sin ruptura no hay innovación, y los grupos de presión hondamente proteccionistas que proliferan en el reino de la burocracia que es la Unión Europea exigen constantemente un drástico enfrentamiento, por necesidad ferozmente polémico.

Las grandes innovaciones salen de los laboratorios, aunque están precedidas por la realidad de las cosas, y para crecer y transformarse en nuevas oportunidades de negocio reclaman participar en grandes mercados como son EE.UU, China, y también Brasil.

Sintomáticamente, en lo que se refiere a las Ciencias de la Vida, tanto EE.UU como China comparten un criterio radicalmente optimista, absolutamente contrario al pesimismo catastrófico característico de la cultura europea, en especial la francesa.

Tanto en EE.UU como en China están en pleno desarrollo los incentivos biológicos a la producción, fundados en el abandono para siempre de los fertilizantes de origen químico, de consecuencias eufemísticamente denominadas “no queridas”, pero claramente dañinas para el medio ambiente y la naturaleza.

En este campo surgen ahora en gran escala las semillas resistentes a las grandes temperaturas y a la carencia de agua – ambas una reconocida especialidad de la Argentina a través de Bioceres y Don Mario -; y en este aspecto crucial el principal peligro es el exceso de cautela propio del híper-regulacionismo burocrático.

Por eso el camino del futuro está sembrado de enormes sorpresas estratégicas; y EE.UU que abandonó el tratado de París sobre cambio climático, es la primera potencia en términos de drástica disminución de la emisión de dióxido de carbono (CO2); y esto se debe a que es el país más avanzado en la 4ta Revolución Industrial, que consume menos materias primas y energía y produce menos CO2.

La vía al futuro, en síntesis, la abre el optimismo tecnológico encabezado por EE.UU; y esto exige un combate constante contra el burocratismo y su pasión por la abrumadora híper-regulación.



Fuente Clarin.com

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