En España, como en la Argentina, abundan los dichos populares. Muchos de ellos, gracias a la inmigración, son comunes a ambos países.

Por ejemplo, “más vale tarde que nunca”, “a caballo regalado no le mires el diente”, “cuando el río suena, agua lleva”, o “al que madruga, Dios lo ayuda”.

Otros, en cambio, son desconocidos en la Argentina. Por ejemplo, “donde dije digo, digo Diego”, “ser la leche”, “dar una leche”, “ancha es Castilla” o “está más tieso que la mojama”.

Un dicho propio de la Península es “con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho”, una frase que, más allá de su musicalidad y simpatía, encierra una historia curiosa y un uso específico.

Como muchas frases del acervo popular, el origen exacto de esta no está documentado. Sin embargo, existen varias teorías: una de las más aceptadas señala que la expresión nació en los ambientes escolares o familiares, como una fórmula de despedida dirigida a los niños.

La promesa de un bizcocho al día siguiente era una manera de calmar a los más pequeños al finalizar el día o una actividad, con la ilusión de un pequeño premio al reencontrarse “mañana a las ocho”.

Otra teoría sobre el origen de la frase apunta a que la rima sencilla y pegajosa fue parte de juegos infantiles o canciones populares, muchas de las cuales han sido transmitidas de generación en generación. En este contexto, el bizcocho simbolizaría algo placentero y deseado, lo que hace la despedida cálida y alegre.

Uno de los factores que ha contribuido a la perdurabilidad de la frase es su estructura rítmica. Al tener rima consonante y una métrica sencilla, es fácil de memorizar y repetir. Este tipo de frases tiene un carácter casi poético que facilita su transmisión oral, sobre todo entre los niños.

Además, su forma musical la hace útil para suavizar situaciones cotidianas, especialmente en contextos familiares o informales. Es habitual escucharla de parte de abuelos, padres o maestros al despedirse de los niños al final del día.

También existen variantes humorísticas o adaptaciones modernas, como “con esto y un bizcocho, me voy con mi coche”, demostrando la vitalidad de la lengua castellana.

Alfred López (@curiosisimo_) escribió en el diario 20 Minutos que “la expresión se utiliza coloquialmente para despedirse de manera informal o para indicar la conclusión de una actividad.

Destaca su origen incierto, pero se cree que surgió como una rima sencilla y pegajosa que facilitaba su memorización y uso en conversaciones cotidianas. La mención del ´bizcocho´ y la hora ´a las ocho´ añade un toque humorístico y rítmico, aunque no necesariamente tiene un significado literal”.

Coincide en que “el término ´bizcocho´ podría aludir a la antigua costumbre de ofrecer un pequeño refrigerio al finalizar una reunión, simbolizando el cierre, posponiéndose cualquier otra actividad hasta el día siguiente por la mañana”. La alusión a las “ocho”, sería en opinión de López, una simple rima, sin otro significado.



Fuente Clarin.com

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