Es posible que uno de los futbolistas más famosos de Argentina en el año 1997 haya sido Carlos Alejandro Duré, apodado el Loco, atacante del entrañable Extremadura de la liga de España, humilde equipo catapultado a la popularidad gracias del show de VideoMatch de Marcelo Tinelli.
Dos hechos provocaron la inevitable globalización del fútbol español a mediados de 1996: un millonario contrato firmado por la Federación con distintas cadenas de televisión y la sanción de la ley Bosman, que permitió el ingreso masivo de extranjeros. La Liga de las Estrellas fue el slogan que difundieron Antena 3, TV3 y Canal Plus, empresas tenedoras de los derechos del fútbol local. Y la movida de marketing tenía sustento: con dinero fresco y vía libre para incorporar, los clubes se adelantaron en reforzarse con los mejores jugadores del planeta. La lista de figuras podría ser la envidia de todas las ligas de la actualidad: Raúl, Davor Suker, Pedja Mijatovic, Clarence Seedorf, Roberto Carlos (Real Madrid), Ronaldo, Figo, Luis Enrique, Vitor Baía, Hristo Stoichkov, Laurent Blanc (Barcelona), Finidi George (Betis), Rivaldo (Deportivo La Coruña), Romario (Valencia), Aleksandr Mostovói (Celta), Vincent Lizarazu (Athletic Bilbao), Robert Prosinečki (Sevilla) y muchos más.
En España, además, hubo una invasión de argentinos: fueron más de 30 los que disputaron ese campeonato en el que brilló el brasileño Ronaldo (Pichichi con 34 festejos) y en el que se consagró Real Madrid. Los más destacados de los nuestros fueron Fernando Redondo (Real Madrid), Juan Antonio Pizzi (Barcelona), Ariel Ortega, Fernando Cáceres, Claudio Piojo López (Valencia), Diego Simeone, Juan Esnáider (Atlético de Madrid), Matías Almeyda (Sevilla), Cristian Kily González, Gustavo López (Zaragoza), Mauricio Pochettino (Espanyol), Gabriel Amato (Hércules), Fernando Gamboa (Oviedo) y Juan Gómez (Real Sociedad).
Sin embargo, ninguno de los futbolistas mencionados fue el que se metió en el corazón de los argentinos que fecha a fecha consumían la Liga de las Estrellas de España: ese lugar de privilegio fue depositado en Carlos Alejandro Duré, el Loco, delantero del humilde Extremadura y figura estelar en los risueños y recordados informes que el cronista Diego Korol realizaba para el popular VideoMatch de Tinelli.
“Korol y Tinelli me hicieron famoso en Argentina. Esa época fue una locura, nos divertíamos mucho. Al día de hoy sigo en contacto con Diego, que vino hace poco a comer un asado a casa”, le cuenta Duré a Clarín desde Sevilla, donde vive desde hace 4 años.

La historia del arribo de Duré a Extremadura es risueña y le llegó tras un gran paso por Ferro: 12 goles en 52 partidos. “Una tarde estábamos en la concentración con el zurdo Víctor López mirando un Real Madrid-Barcelona y le comenté que me encantaría jugar en esas canchas, el Bernabéu y el Camp Nou. A la noche, charlando con mi representante Gustavo Mascardi, me contó que al otro día dirigentes y el técnico del Extremadura, Josu Ortuondo, iban a ir a ver el partido que jugábamos con Estudiantes en La Plata. Anduve bien y todo se cerró en pocas horas”, rememora.
El Loco Duré recaló entonces en el más humilde de los equipos de la Liga de las Estrellas, en el club que por primera vez iba a disputar el campeonato de Primera División. El arranque fue demoledor: 7 caídas en fila, una victoria en los primeros 19 partidos. Pero como en ese comienzo de tristeza Duré fue el más destacado, la dirigencia de Extremadura decidió contratar a más argentinos para la segunda parte de la temporada: llegaron Carlos Fernando Navarro Montoya, José Basualdo y Walter Silvani. El equipo cambió por completo, se generó una revolución y estuvo a nada de salvarse del descenso.
“¡Argentina! ¡Argentina!”, sonaba bien fuerte cada vez que jugaba Extremadura en el estadio Francisco de la Hera, ubicado en Almendralejo, una pequeña ciudad de unos 35.000 habitantes de la provincia de Badajoz. “Perdimos en la última fecha contra La Coruña y nos fuimos a la Segunda División. Justo ese año bajaron cuatro equipos y nosotros quedamos cuartos de atrás para adelante. A la siguiente temporada descendieron solo dos. No tuvimos suerte”, recuerda Duré. Y sigue: “A la cancha iba caminando con la gente, charlando. Fue una época hermosa. A los argentinos nos amaban por lo que hacíamos adentro de la cancha y por todo lo que se generaba afuera con VideoMatch”.
No fue sencillo el camino de Duré a la Primera División. “En la época mía había 10.000 jugadores mejores que yo y que no llegaron por no tener suerte o disciplina. Messi hay pocos, la verdad. Yo nunca me destaqué, sinceramente. Pasé mi infancia en Florencio Varela y jugué algunos años en Banfield y en Quilmes. La parte final de Inferiores la hice en Argentinos y a los 17 años decidí no jugar más porque alternaba y no me gustaba. Y ahí justo me llamó Ernesto Grillo, que estaba en Boca y me había visto en un partido contra Argentinos que anduve bien. La etapa en Boca fue muy linda, más allá de que no pude debutar”, cuenta el Loco.
-Sí, otra experiencia hermosa. Pero ahí tampoco me la creía: me volví antes del préstamo. Recién cuando fui a Sol de América de Paraguay hice el clic en mi carrera. Me dije que era mejor de lo que pensaba. Me habían llamado para jugar solo la Copa Libertadores y pidieron que me quedara a jugar el torneo local. La rompí: metí 15 goles o más. Ese fue mi despegue.
Los goles en Paraguay provocaron que lo contratara Mandiyú de Corrientes y luego Ferro. Más tarde, desde 1996 hasta 2001, brilló en Extremadura. “Pude hacerle goles a Real Madrid, a Barcelona y a Atlético de Madrid. También jugué contra los mejores. Me arrepiento un poco de no haber pedido camisetas, pero los argentinos cuando no ganamos nos metemos rápido al vestuario, calientes. Una vez perdimos contra Barcelona en Cataluña y al finalizar el partido me fue a buscar Juan Antonio Pizzi al vestuario. Estaba con Ronaldo y nos quedamos charlando un rato largo en la mitad de la cancha; incluso nos sacamos una foto que tengo por ahí”, cuenta el Loco.

-¿Contra Real Madrid tenés alguna anécdota?
-Jugué varias veces, por suerte. Me acuerdo la primera vez que enfrenté a Roberto Carlos: tenía las piernas abiertas y los gemelos le chocaban de tan grandes que eran. Yo era muy flaquito y rápido. En una me fui por afuera y a los dos segundo me alcanzó. Era imposible de pasar, más allá de la pegada que tenía y de lo bien que atacaba. Con Ronaldo pasaba lo mismo: chocabas y perdías.
-¿Es verdad que Luis Enrique te pidió una camiseta?
-Sí. Fue un partido que perdimos 2 a 1 de local e hice el gol. Me iba para el vestuario caliente y desde atrás me tocó Luis Enrique para cambiar la camiseta. Ahora la tiene mi hijo y la usa cada vez que sale a festejar cuando gana Barcelona.
La carrera de Duré siguió su curso en Olimpo de Bahía Blanca, Juventud Antoniana (ahí fue técnico y jugador al mismo tiempo), Gimnasia y Tiro, Central Norte, Textil Mandiyú y se retiró en Crucero del Norte a los 40 años. En el elenco de Misiones después sería coordinador de inferiores por más de 7 años.

-¿Cómo volvés a radicarte en España?
-En medio de la pandemia acompañé a mi hija y a mi yerno, el hijo de Gabriel Amato, que se mudaban a Sevilla. Me quedé unos días, una mañana salí a correr y me encontré con una persona que me reconoció y que me invitó a trabajar en un club pequeño de la zona. En mi familia dicen que todos sabían que me iba a quedar a vivir acá y por eso me mandaron. Pasé por un par de clubes y ahora dirijo a los chicos de Deportivo Santiponce. Y también doy una mano en un restaurante.
-El papá de uno de los pibes que juega en el equipo tiene un restaurante muy conocido y me pidió que le dé una mano en el parking en el que entran todos autos de alta gama. El dueño quería tener a alguien conocido ahí. Estoy sentado todo el día: veo cómo los autos entran y salen. Son solo 3 o 4 horas de lunes a viernes y me vienen bien para no estar tanto tiempo libre en mi casa. Después de ahí voy a entrenar. La idea ahora es poner un emprendimiento propio.
-¿Tenés que seguir trabajando para vivir?
-Hay que laburar, no queda otra. Tengo mi casa en Misiones y estamos muy bien, no nos podemos quejar. Lo que más nos preocupaba con mi señora eran nuestros hijos (Gianluca, Alejandro y Florencia) y ellos trabajan y estudian. Al principio cuesta, pero una vez que te adaptás es más fácil. Ahora vienen unos amigos a ver si podemos cerrar el emprendimiento de transporte y logística o cafetería.