La fecundidad en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó en 2023 el punto más bajo en su historia: nacen 1,09 hijos/as por mujer. En 2006 esta cifra era de 1,86 hijos/as por mujer. Mientras que la edad media de las madres ascendió de los 29,3 años en el 2006 a los 32,4 durante 2023. Estas cifras vienen a confirmar una tendencia ya instalada en territorio porteño: nacen menos niños/as, de mamás con edades más tardías.
Así lo reveló el Instituto de Estadística y Censos porteño (IDECBA) en su informe “La fecundidad en la Ciudad de Buenos Aires”, en base a datos sociodemográficos.
Entre otros datos destacados, el trabajo mostró que durante 2023 la mayor concentración de nacimientos se dio en mujeres de entre los 30 y 39 años; las mamás primerizas, tuvieron una edad promedio de 31 años al momento de parir. Y pese a las diferencias históricas entre el norte y el sur de la Ciudad, la edad media de las madres, de todas las comunas, superó los 30 años de edad. Casi el 50% de los nacimientos fueron primeros hijos/as.
Uno de los focos del estudio estuvo puesto en el embarazo adolescente. Con números muy importantes y destacados, en los que se manifiestan descensos abruptos.
En el segmento de 15 a 19 es donde mayor concentración de nacimientos se da en la etapa adolescente y es donde se registran los mayores cambios. En 2011 la fecundidad en este grupo etario alcanzó un máximo de 33,7 bebes por cada mil mujeres. A partir de ese año se desploma y en 2023 llega a 6,4 nacimientos por cada mil adolescentes.
El descenso atraviesa a todas las comunas. Por ejemplo, la 8 (Villa Soldati, Villa Riachuelo y Villa Lugano) pasó de 41,5 hijos/as cada 1.000 adolescentes a 6,0 comparando dos trienios, 2006/2008 y 2021/2023. Mientras que la Comuna 2 (Recoleta) pasó de 4,4 hijos/as cada 1.000 adolescentes a 1,1 comparando ambos trienios.
“Se trata de un dato de progreso social enorme y muy valioso”, evalúa Rafael Rofman, demógrafo e investigador principal del CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento). “Explicar las estadísticas es siempre difícil, sin embargo se pueden identificar al menos dos factores: por un lado la intención de las familias y las mujeres de decidir si quieren o no tener hijos, y la disponibilidad de herramientas para tomar esa decisión”, explica.
“En los últimos 20 años se aplicaron muchas políticas públicas sobre derechos sexuales y reproductivos, pero esto no explica todos los números, porque por ejemplo el plan ENIA (Embarazo No Intencional Adolescente, que funcionó muy bien en muchas jurisdicciones) no se aplicó en la Ciudad. Por este motivo, entiendo que buena parte del fenómeno se explica en el cambio que asumió la mujer en los últimos diez años, al tomar más decisiones de manera autónoma, a manifestar convicciones sobre la decisión de tener hijos o no, y el rol protagónico que asumió”, identifica Rofman.
El demógrafo ve el uso del chip anticonceptivo subcutáneo como una herramienta fundamental en el control de la natalidad. Fue parte de una política pública que se implementó en 2014.
En redes sociales es muy conocida y debatida la postura sobre este tema de la vicejefa de Gobierno porteño, Clara Muzzio. En su cuenta de X comparte su mirada: “Cuando la natalidad cae por debajo de la tasa de reemplazo (2,1 bebes por mujer), las cifras predicen despoblación y aumento de la inmigración”; “por la caída de la natalidad, muchas personas mayores que tienen hijos en edad fértil empiezan a descubrir, con ‘silencioso dolor’, que no serán abuelos”; “no parece bueno para nuestra ciudad que se vacíe o envejezca, o que haya más perros que chicos, o que mueran más personas de las que nacen”.
Mariana Isasi, Jefa de Oficina del Fondo de Población de las Naciones Unidas, le dijo a Clarín que “celebra que se den estas conversaciones que abordan temas complejos pero necesarios, con una mirada a mediano y largo plazo”.
“El descenso de la natalidad puede ser visto para muchas personas como un problema pero ¿es realmente un problema? Puede llegar a serlo si no se analiza el posible impacto y no se toman medidas al respecto. También puede ser visto como una oportunidad para implementar políticas de población y desarrollo considerando las tendencias demográficas”, evaluó Isasi.
Sobre el embarazo adolescente, y su brusco descenso, Isasi entiende que se trata de un dato positivo: “La maternidad en la adolescencia es, en general, una barrera para terminar la escuela y acceder a trabajos de calidad. Pero con solo prevenir los embarazos no intencionales en la adolescencia no alcanza, ahora tenemos que promover el desarrollo de estas mujeres jóvenes. Lo cual implica acceso a educación de calidad, empleos, salud, entre otros”.
Isasi identifica lo que podría ser un problema en este contexto: “Sabemos que en una parte de la población existe una brecha entre el deseo y la cantidad de hijos que efectivamente se tienen. Las razones son múltiples pero la situación económica; la falta de apoyos en el cuidado, o la postergación de la maternidad para desarrollarse profesionalmente, son algunas de las razones que esgrimen las mujeres. Esto da pistas de por dónde tienen que ir las políticas que ayuden a quienes quieren tener hijos”.
El factor de la escolaridad
Más allá del embarazo adolescente, otro tema de interés es cómo podría incidir esta situación de baja natalidad en la escolaridad. También en base a un informe del IDECBA -“Impacto de la caída de la natalidad en la matricula escolar de los niveles inicial y primario”- se desprende que para 2025 “la matrícula de jardín de infantes sea el 34% menor a la cantidad de estudiantes registrados en 2019. Y en 2028 la educación primaria vería reducida su matrícula el 25%, también comparando con 2019″.
Voceros del Ministerio de Educación porteño indicaron a Clarín que entienden esta situación como una oportunidad estratégica, ya que se abre la posibilidad de “avanzar en la ampliación de la jornada escolar, mejorar las condiciones de enseñanza y aprendizaje y fortalecimiento de las políticas de inclusión educativa”.
Respecto al nivel Inicial, informaron que se organizan encuentros con las supervisiones y los equipos con el fin de analizar la oferta (salas y vacantes), de a cuerdo a las necesidades de la comunidad educativa y definir los recursos disponibles en el sistema. “De esta manera, se garantizan las vacantes en el nivel inicial con una redistribución, de acuerdo a las demandas de cada zona de la Ciudad”, agregaron.
“La ola de menor fecundidad ya llegó a las escuelas, ya está entre nosotros. Ya hay menos chicos, el desafío es tomar decisiones ahora. Las cosas no van a suceder dentro de diez o veinte años. Están ocurriendo ahora”, advierte Rofman.
Hay un término que desvela a las personas que analizan las estadísticas y el impacto de éstas en la sociedad: “bono demográfico”. Hoy en Argentina hay proporcionalmente más personas en edad activa que en edad dependiente, es decir menos niños, niñas y adultos mayores. Baja tasa de dependencia. Es la oportunidad para mejorar la calidad de vida de la gente, con mejor educación y oportunidades.