Durante la Segunda Guerra Mundial, el joven noruego Gunnar Sønsteby decide unirse a la resistencia tras la invasión de su país por la Alemania de Hitler, una lucha que lo llevó a convertirse en el mayor héroe de guerra de la historia de Noruega.
El camino de Vidkun Quisling fue el inverso. Político nacionalista de extrema derecha, con la invasión alemana de Noruega el 9 de abril de 1940, tomó el poder en un golpe de Estado apoyado por los nazis. Si bien Quisling consiguió alguna popularidad después de sus ataques a la izquierda, su partido nunca llegó a tener un buen desempeño en las elecciones y al momento de su llegada al poder en 1940 no pasaba de ser una fuerza política periférica.
El gobierno colaboracionista de Quisling actuó como una dictadura policial, un régimen “títere” de la Alemania nazi y envió a casi la mitad de los 2.000 judíos que había censados en Noruega a morir en los campos de exterminio polacos, persiguió a la Iglesia, trató de obligar a los niños a ingresar en una organización inspirada en las Juventudes Hitlerianas e intentó reclutar a 30.000 jóvenes para unirse al esfuerzo bélico alemán.
Tras la liberación, Quisling fue procesado y declarado culpable de los cargos de malversación de fondos, crímenes de guerra y alta traición. Fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en la fortaleza de Akershus, en Oslo, el 24 de octubre de 1945. Quiso pasar a la posteridad como el noruego que ayudó a Hitler a unir a todos los pueblos germánicos, pero lo hizo como el traidor que entregó su país a los nazis.
La película N°24, de John Andreas Andersen, estrenada en Netflix (2024), trata sobre la vida del primero de ellos. Ya en el final de su larga vida, el verdadero Gunnar Sønsteby le cuenta su historia a jóvenes estudiantes que lo escuchan con atención. Y cuando todo parece concluir, la película toma un giro inesperado. El veterano héroe nacional termina su exposición y es interpelado acerca de matar o morir, el valor de la lucha armada, y también sobre lo ocurrido en un caso particular que lo involucra directamente, con un amigo de la infancia cuya muerte ha jurado guardar como secreto sepulcral.
¿Cómo lidiaban los grupos de resistencia con los colaboracionistas, los sospechosos de traicionar a su país y pasarse al bando enemigo?¿En qué momento un amigo se transforma en enemigo? ¿Qué es lícito y qué no en tiempos de guerra? ¿Y qué consecuencias tienen esas acciones sobre nuestras vidas?
La película Quisling, los días finales, de Erik Poppe (2024) cuenta la otra historia, los últimos días de Quisling, y se centra en la búsqueda de un sacerdote para que el político llegue a reconocer algún tipo de arrepentimiento, esperando un acto de contrición. Sus últimas palabras fueron: “Fui condenado injustamente y muero inocente“. La casa donde vivió en Oslo es actualmente un centro dedicado a la memoria del Holocausto.