El Gobierno eliminó recientemente la triangulación de aportes a las prepagas a través de las obras sociales con el objetivo, afirmó, de que eso redunde en un beneficio para el bolsillo de los afiliados. Ahora, tomó otra medida que, según la lógica oficial, iría en la misma línea: desregular para pagar menos.
Con una resolución que se está publicando en estas horas en el Boletín Oficial, la Superintendencia de Servicios de Salud habilita a las empresas de medicina prepaga para que puedan actualizar libremente los valores de las cuotas, independientemente del plan.
Hasta ahora, y después de la desregulación que impulsó la administración libertaria, las prepagas podían establecer el valor de la cuota que quisieran. Pero a la hora de hacer los ajustes mensuales, estaban obligadas a aumentar el mismo porcentaje para todos. El fundamento del cambio es que con ese porcentaje fijo los planes más baratos terminaban financiando a los más caros, lo que implicaba un perjuicio directo en el bolsillo de la clase media y, también, atentaba contra la libre competencia.
El nuevo decreto establece además que los valores de lo que se llama última etapa etaria, es decir la población mayor, no podrán superar el triple del valor de la primera franja, los más jóvenes.
El argumento que sostiene la medida se apoya en una de las frases más escuchadas a la hora de debatir sobre los ajustes de las cuotas de la medicina prepaga: la estructura de costos. Lo que plantean en el Gobierno es que esas pirámides de costos son muy diferentes entre los planes más baratos y los más caros, y que en definitiva esto terminaba siendo un subsidio de quienes están en la base a quienes están en la punta, con un mejor poder adquisitivo.
En el sector de la medicina prepaga ven con buenos ojos la medida y ponen un ejemplo: un sanatorio con hotelería 5 estrellas tiene el triple de personal por cama que un sanatorio con un nivel de 3 o 2. “La estructura de costos aumenta más cuando es mayor”, señalan.
Lo que esperan desde el Gobierno es que esta desregulación –que ya estaba prevista cuando se desreguló también el aumento por zona geográfica, el año pasado– redunde en que las empresas actualicen de manera más moderada las cuotas de los planes más bajos.
El aumento por zonas operaba con la misma lógica: las prepagas pueden discriminar los aumentos según el lugar, entendiendo justamente que los costos operativos –y también los ingresos de los afiliados– no son los mismos en todo el país. Si bien varias de las grandes lo aplicaron, otras decidieron mantener subas uniformes. Lo mismo ocurre con los copagos: el gobierno permite aumentar con porcentajes diferentes a los planes que tienen pagos adicionales.
El ajuste por “tipo de plan” se enmarcaría en la misma lógica. En una relación con vaivenes que comenzó con una desregulación plena con el DNU y tuvo como puntos críticos las subas del 100% en cuatro meses, la famosa audiencia de 12 horas en Tribunales y la imputación por cartelización, la llegada de Mario Lugones al Ministerio de Salud mejoró el diálogo con las prepagas en pos de un ordenamiento del sistema, en el que la medicina prepaga reclama un debate por lo que, afirman, fue una desmedida ampliación del PMO durante el kirchnerismo.
Esta nueva desregulación entra en vigencia días después de que se conociera el Indice de Precios al Consumidor del INDEC, que marcará la pauta de los aumentos para el mes de marzo. En reuniones que tuvo con representantes de las principales prepagas, el Gobierno está presionando para que el dinero que ahora la medicina prepaga recibe luego de que se eliminara la triangulación haga que no suba la cuota de marzo o que las subas sean mínimas.
Desde el jueves, cuando se difundió el índice de inflación, las prepagas tienen cinco días para comunicar las subas. Por ahora, una de las líderes ya anticipó que aumentará 1,9 por ciento a los afiliados directos y que no le aplicará ninguna suba a los que derivan aportes.