Son todos datos oficiales, la mayoría de la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social y del INDEC. Y ya en tren de ver en qué estación nos encontramos, uno de ellos cuenta que en la Argentina de diciembre de 2011 había alrededor de 6,4 millones de trabajadores privados registrados, o sea, en blanco, con salarios pactados en paritarias y aportes a la jubilación.
El 45% de esos asalariados se repartía entre tres actividades. En números redondos, 1,3 millones estaban ocupados en la industria manufacturera, 1,1 millón en el comercio minorista y mayorista y 459 mil en la construcción.
Según la misma fuente, 21 años después, hacia el segundo trimestre de 2024, se diría que hoy mismo, los números comparables cantan: total, 6,6 millones de trabajadores privados registrados, de los cuales 1,2 millones están en la industria, otro tanto en el comercio y 388 mil en la construcción.
Puesto todo en limpio, significa que en dos décadas nada cambió en las variables que mejor expresan el rumbo de la economía real, aunque más preciso sería deducir que, dado el tiempo transcurrido, en ese punto las cosas han empeorado.
Algo de eso pasa, efectivamente, si continuamos con el cuadro que describen las cifras oficiales y avanzamos con la andanada de números.
Los del INDEC, ahora calculados a precios constantes de 2004, esto es, perfectamente comparables entre si, dicen que el PBI de 2024 supera en apenas el 1% al de 2011. Luego, transcurridos 13 años, seguimos clavados en el mismo lugar o incluso en alguno que está un poco más abajo, mientras el mundo no espera.
Un informe de la consultora LCG revela justamente que el PBI por habitante acumula dos años de retroceso y ha quedado, así, al nivel de los que había en 2005-2006, o sea, de dos décadas atrás.
En el ejercicio de ir testeando por dónde anda la economía real, los datos de la actividad industrial de 2024 marcan caída del 14% respecto de los de 2011; los del comercio dicen 10% también para abajo en la misma comparación y los de la construcción hablan de un 9%.
Un coletazo bien previsible, los registros del empleo industrial en blanco calculados por el Centro de Estudios de la UIA plantean que diciembre 24 versus diciembre 23 arroja 25.764 puestos laborales menos, o caídos en solo un año. Contra el 2015, el saque le pega a 85.900 empleos. Y escala a impresionantes 101.000 trabajadores si la referencia es el pico de octubre de 2013.
En la construcción, un sector que suele reaccionar rápidamente ante los cambios, tanto para arriba como para abajo, los números de la UIA dicen 50.000 fuentes de trabajo perdidas durante el 2024. Puesto de otra manera, equivalen a casi todos los trabajadores ocupados en la industria textil.
Está claro, por si hace falta aclararlo, que las responsabilidades por el empeoramiento del cuadro económico y, por añadidura, social son compartidas por varios gobiernos aunque eso no implique que las culpas sean parejas. Y debiera quedar claro, también, que es parte del juego democrático que a Javier Milei le haya tocado lo que le tocó, así como que eso que le tocó no se resuelve disparando imputaciones a diestra y siniestra sino simplemente resolviéndolo.
Siempre a la pesca de datos o datitos que permitan levantar el discurso oficial u oficialista, algunos analistas han encontrado uno y lo presentan como el inicio de la demorada reactivación. Es del EMAE, el estimador económico del INDEC y marca suba del 6,5% para enero del 25 respecto de enero 24.
El problema es que el dato aparece solito y solo, en medio de un mar de números negativos que zarandean los pronósticos optimistas. Concretamente: se refieren a 11 meses en baja contra 4 positivos, desde octubre del 2024.
Peor todavía es el caso del 6% de la industria de enero de 2025, que asomó la cabeza después de 19 meses consecutivos barranca abajo. No muy diferente, el de la construcción pasó todo el año pasado en rojo con cuatro meses debajo del 20%. Finalmente, el comercio, minorista y mayorista, anota 12 bajas desde octubre de 2023.
Así es la performance de tres sectores que hoy representan el 31%, o la tercera parte del PBI. Esto es, demasiado opaca para andar enarbolando pronósticos de reactivación y sin aguardar a que una serie de registros verdaderamente buenos confirme que la tendencia ha cambiado; esta vez, para bien de los libertarios.