El Cónclave que se reunirá en los próximos días para elegir al nuevo Papa es el más internacional de la historia, con cardenales provenientes de todos los rincones del mundo, cada vez menos eurocéntrico y con una mirada puesta en las periferias, como quería Francisco.

En total, los purpurados con derecho a voto —es decir, menores de 80 años— son 135 de un total de 252. De ellos, el 80% (108) fueron nombrados por el papa Francisco, 22 por Benedicto XVI y ya solo cinco por Juan Pablo II.

En el último consistorio, celebrado el 7 de diciembre pasado —el décimo del pontificado—, Bergoglio creó 20 nuevos electores, como si el Papa, de casi 88 años, hubiera querido dejar una reserva estable, una especie de colchón de tranquilidad por si se presentaba la necesidad de elegir a un nuevo Pontífice.

Dentro del colegio cardenalicio con derecho a voto, el continente más representado es Europa, con 53 cardenales electores, seguido por América con 37 (16 de América del Norte, 4 de América Central y 17 de América del Sur), Asia con 23, África con 18 y Oceanía con 4.

Los países más representados son Italia (17 electores, aunque Angelo Becciu no está incluido pese a tener menos de 80 años, ya que renunció a los “derechos asociados al cardenalato” tras el escándalo de Londres) y Estados Unidos, con 10 electores.

El cardenal elector más anciano es el español Carlos Osoro Sierra, que cumplirá 80 años el próximo 16 de mayo, mientras que el más joven es el ucraniano Mykola Bychok, que cumplió 45 años el pasado febrero.

El último cardenal en perder el derecho al voto fue el indio George Alencherry, que cumplió 80 años el 19 de abril, dos días antes de la muerte de Bergoglio.

Los cardenales con derecho a entrar al Cónclave constituyen un grupo muy diverso, y para nada monolítico en cuanto a visiones sobre la vida y el gobierno de la Iglesia.

Basta decir que entre quienes recibieron la púrpura de Francisco está un fiero opositor suyo como el alemán Gerhard Ludwig Mller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe con Benedicto XVI (que nunca lo hizo cardenal), quien no ha ahorrado críticas hacia Bergoglio en múltiples temas.

Lo mismo ocurre con varios cardenales africanos, cuyas posiciones sobre temas éticos —como el enfoque hacia la homosexualidad— difieren profundamente de las posturas europeas, y mucho más aún de la reciente bendición de parejas del mismo sexo legitimada por el documento Fiducia supplicans.



Fuente Clarin.com

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