Durante más de un siglo, los biólogos se preguntaron cuáles eran y qué aspecto tenían los animales más antiguos del mundo. Estaban seguros que habían surgido en los antiguos océanos, pero querían saber mucho más.
Las investigaciones avanzaron y pusieron en la “recta final” como los animales más antiguos a las esponjas y a las medusas. Las primeras pasan toda su vida adulta en el mar filtrando alimentos y las segundas son depredadores voraces que surcan los océanos.
El ancestro común más reciente de los animales vivió hace unos 600 o 700 millones de años y como tenía un cuerpo blando no dejó ningún resto fósil.
En 2023 un estudio publicado en la revista Nature pareció zanjar la cuestión y dejar bastante en claro cuál de los dos era el animal más antiguo.
Las medusas peine, o ctenóforos, según la investigación, fueron el “primer linaje en ramificarse del árbol de los animales. Las esponjas fueron las siguientes, seguidas por la diversificación de todos los demás animales, incluidos los humanos”. Aunque se determinó que el linaje de los ctenóforos se ramificó antes que las esponjas, ambos grupos continuaron evolucionando a partir de su ancestro común.
Ahora, otro estudio, publicado en la revista científica Current Biology revela que estos antiquísimos animales que todavía andan por los mares del mundo pueden combinarse entre sí y unir sus tractos digestivos para compartir el alimento.
El resumen del trabajo, dirigido por el investigador en biología marina Kei Jokura, explica que “los mecanismos por los cuales los organismos reconocen lo propio de lo ajeno siguen siendo poco conocidos. Además, la capacidad del tejido trasplantado para integrarse funcionalmente no está clara en muchos organismos”.
Agrega que “dos individuos lesionados de Mnemiopsis leidyi, una especie de medusas peine, son capaces de fusionarse rápidamente en una sola entidad en la que se integran algunas funciones fisiológicas”.
Jokura dice que sus resultados resaltan porque, en primer lugar, los ctenóforos pueden carecer de un mecanismo de “alorreconocimiento” que impida los eventos de fusión entre congéneres. En segundo lugar, los individuos fusionados se integran rápidamente y comparten funciones fisiológicas y resultados neuroconductuales.
La investigación nació por casualidad. Durante la recolección de medusas peine, dos de ellas resultaron heridas. Para que se recuperaran, fueron apartadas del resto en un tanque especial. Al día siguiente, ambas habían desaparecido, y había un nuevo organismo con dos colas y un solo sistema nervioso.
Entonces, los científicos diseñaron un experimento para reconocer las capacidades de “alorreconocimiento” de los organismos. Extrajeron lóbulos de algunos de ellos y los colocaron en parejas. En el 90% de los casos, los ctenóforos se fusionaron en unas cuantas horas.
De todas formas, no está claro si el fenómeno observado en el laboratorio es una estrategia de supervivencia o solo una coincidencia debido a un posible parentesco entre los ejemplares.
Jokura dice que “los mecanismos de “alorreconocimiento” están relacionados con el sistema inmunológico, y la fusión de los sistemas nerviosos está estrechamente relacionada con la investigación sobre la regeneración. Desentrañar los mecanismos moleculares que subyacen a esta fusión podría hacer avanzar estas áreas de investigación cruciales”.