Mirándola a los ojos, Eduardo Costantini, el fundador del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), le dijo a la reina emérita Sofía de España: “Es un gran honor para mí haber recibido este diploma de sus manos”.

Fue luego de que doña Sofía, este lunes lluvioso, le entregara el X Premio Iberoamericano de Mecenazgo en la categoría de Mecenazgo Latinoamericano 2025 durante una ceremonia en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, sobre la calle Alcalá de Madrid.

Aquí, a las seis de la tarde, la reina emérita, vestida de turquesa, entregó la distinción a Costantini y a los otros dos galardonados: el curador Simon De Pury, quien recibió el Premio de Mecenazgo Español, y la Fundación Pollock-Krasner, que obtuvo el Premio de Mecenazgo Internacional.

Estas distinciones son la principal iniciativa de la Fundación Callia, una institución española que nació hace doce años con la intención de “difundir la actividad de los grandes mecenas de nuestro tiempo y que sean un espejo en el que mirarse”.

Conmovido

Costantini reconoció sentirse conmovido “porque es darle más visibilidad al arte latinoamericano.Recibir este diploma me conmueve -admitió-. Recibo este diploma en representación de todo el equipo Malba, de la institución, y quiero agradecer a mi gran familia, a mi gran familia, que somos muchos, a mi esposa, Elina, y a Kahlo Milagro, que tiene solo 40 días.”

“Gracias por crear un espacio que se ha convertido en un referente en el mundo y un pilar para el arte latinoamericano”, fueron las palabras que le dedicaron a Costantini en el salón de la Real Academia de Bellas Artes, que fue fundada a mediados del siglo XVIII durante el reinado de Fernando VI.

Sonaba de fondo la Toccata y fuga de Bach cuando la sala, con capacidad para poco más de cien personas, se fue poblando.

Asistieron la secretaria de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo, Susana Sumelzo, y el secretario de Cultura de la Argentina, Leonardo Cifelli, quien anunció que Eduardo Costantini será distinguido también en Buenos Aires, a mediados de año, por su contribución a la cultura.

“Está en la naturaleza del mecenas la interacción personal. Uno es uno porque existen los demás. En los otros me veo y me reconozco. Es la naturaleza del ser humano y el mecenazgo nos lo pone ante los ojos”, dijo a su turno la presidenta de la Fundación Callia, Carmen Reviriego.

Una declaración de amor

“Los Premios Internacionales de Mecenazgo son una declaración de amor a nuestros mecenas, que a través de su compromiso con el arte contribuyen a construir una sociedad más sensible y humana, y por lo tanto, más fraternal”, fue su definición de los premios.

Costantini fue homenajeado porque así lo resolvió un jurado integrado por Max Hollein, director del Metropolitan Museum of Art de Nueva York; Pilar Lladó, presidenta de Fundación Amigos del Museo Reina Sofía; Tomás Marco, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; Charo Izquierdo, patrona de Fundación Callia, y su presidenta, Carmen Reviriego.

La ceremonia, que duró menos de media hora, cerró con la cantaora andaluza Estrella Morente que, en honor al premiado argentino, entonó estrofas de Volver. Con un mantón en tonos violáceos que, según la cantaora, es el favorito de la reina emérita Sofía, Morente interpretó el tango de Gardel en una versión con toques de flamenco.

Confesiones de un coleccionista

El domingo, un día antes de la premiación, en el auditorio del Ayuntamiento de Madrid, Eduardo Costantini dialogó con Carmen Reviriego sobre su pasión por el coleccionismo.

“Vi en el coleccionismo una función social -dijo Costantini-. La obra de arte tiene que ser compartida con la gente.”

Contó luego que el 21 de septiembre de 2001, meses antes de la peor crisis que desangró a la Argentina, nació MALBA y que hace unos meses, también un 21 de septiembre, pero de 2024, abrió sus puertas MALBA Puertos, a unos 50 kilómetros del museo matriz.

Confesó que su relación con el arte fue “espontánea y nació cuando yo tenía veinte y poquitos, hace más de 50 años. Cuando tampoco tenía dinero. Compré en cuotas”. Y luego repasó las peripecias detrás de algunas de sus adquisiciones más notables.

Sobre cómo logró comprar “Abaporu”, la pintura de la brasileña Tarsila Do Amaral, de 1928, contó: “Su propietario, un agente de bolsa, quebró e intentó venderla en Brasil. Nadie se la compró durante seis meses. Apareció en Christie’s. Mi amigo Ricardo Estevez, que fue mi mentor, me dijo que tenía que comprarla. Peleé con un grupo brasileño que había alquilado una suite para festejar. Pude comprar la obra. En el año 95, costó 1.300.000 dólares. Fue un escándalo en Brasil”.

Sobre “Autorretrato con chango y loro”, la obra que Frida Kahlo pintó en 1942, agregó: “Fue récord en el arte latinoamericano durante siete años. En ese momento me salió 3.200.000 dólares”.

Y le dedicó unas palabras a uno de los últimos gustos que se dio: Las distracciones de Dagoberto, de Leonora Carrington, de 1945. “Fui a comprarla Nueva York en la década del 90. Tenía una base, no recuerdo bien, pero de unos 150.000 dólares. Empezó a subir y llegó a un valor de unos 400.000. La dejé pasar. La perdí y toda mi vida me arrepentí. Pasaron los años y apareció el año pasado en un remate. Fui pensando que la iba a comprar mucho más barata pero me salió 28 millones de dólares”.



Fuente Clarin.com

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