Me pregunto y traslado la pregunta a todos: ¿Cómo sería nuestro país si la Justicia hubiera actuado sin la histórica demora que afecta sus sentencias? En especial las que tienen que ver con la actuación pública de nuestros gobernantes. Creo que el ciudadano común confiaría mucho más en la eficacia de las leyes y las instituciones de la República.

San Agustín, el brillante teólogo cristiano, tenía razón al afirmar que los imperios sin la Justicia son solo grandes sociedades de bandidos. Así nos pasó. Negociados y corruptelas junto a la anomia judicial convencieron a millones de argentinos que un tal Javier Milei, con una motosierra, limpiaría la basura acumulada mucho mejor que la justiciera imagen de la espada y la balanza.

Sin embargo la temible taladora, una metáfora ingeniosa para su campaña política, hoy es solo una gran tijera de gastos previsionales, educativos y obras públicas que afectan a los más humildes de nuestra sociedad.

Finalizaron las ferias y bien harían los jueces reiniciar la actividad concretando los juicios pendientes. Tenemos de sobra gente capaz y honesta en sus filas. Y que el presidente Milei, tan pendiente de una economía que parece excluirlo de otras realidades, se dedique a trabajar por el bienestar de la gente como se lo exige la Constitución, hable menos y escuche más. Y en lo que le compete con la Justicia argentina, sepa tomar sabias decisiones, en especial con la Corte Suprema. Bien sabe que donde no hay justicia es imposible que haya libertad.

Matías Aníbal Rossi matiasrossi2014@gmail.com

Conventillo en las redes

Quienes nos gobiernan, se comportan como niños de primaria. No aceptan la menor crítica con altura quedándose callados y demostrando además que invierten su tiempo en cosas importantes y no en pavadas en las redes. Responden con ofensas ridículas sin sustento. Ejemplos: las respuestas innecesarias del Gobierno a comentarios de figuras como María Becerra y Lali Espósito. Los funcionarios necesitan tener la última palabra y se desencadenan duelos verbales que parecen, más que otra cosa, peleas de conventillo. Con esta manera de actuar sumada al pobre uso que hacen del vocabulario, empobrecen la imagen de quienes deberían brindar una imagen de ejemplo, madurez, educación y corrección política.

Alicia I Halberstein aliciaihalb@aol.com

Ejemplos para imitar

Una carta del lector Luis E. Luchia Puig me hizo recordar otro ejemplo de reacción positiva de un pueblo. En un viaje al País Vasco en 1968, mi padre me llevó a conocer la ciudad de Gernika. En abril de 1937 fue enteramente destruida durante la guerra civil española, muriendo un tercio de su población. En esa visita, 30 años después, vi una simpática y moderna ciudad, reconstruida por el esfuerzo de sus pobladores y la ayuda de los gobiernos. Esto contrasta con nuestra bonaerense Guernica donde prima la pobreza, la usurpación y la corrupción. Todo en un país con inmensas riquezas naturales y sin haber sufrido de guerras (en el continente). Gobierno y población, imitemos a Hiroshima y Gernika en sus ejemplos de reconstrucción. Solo esfuerzo e imaginación serán necesarios para poner a nuestro desvalido país en el lugar que supo tener.

Ricardo Olaviaga olaviaga8@hotmail.com

Si fuéramos como somos afuera

En una playa de Miami, lo primero que llama la atención es la limpieza. Está llena de argentinos y verlos caminar 50/100 metros con los residuos para depositarlos en los cestos de basura, llama más la atención. Recibir comentarios de amigos que estuvieron en playas de la Costa argentina, que lo peor es la mugre que hay en ellas, lo que me lleva a preguntar qué chip tenemos en la cabeza para ser mugrientos en Argentina y cambiar por limpios afuera. Ver a una madre en playas argentinas tirar los pañales en la playa es normal; afuera, imposible. Qué país tenemos y qué país tendríamos si fuéramos en Argentina como somos afuera.

Darío Diaz dariodiazalb@gmail.com



Fuente Clarin.com

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