En el sexo y el camino del goce hay muchas posiciones para experimentar. Desde hace milenios que esta inquietud humana por “probarlas” ha contado con innumerables y entusiastas voluntarios, basta con ver el capítulo más famoso del Kama Sutra para comprobarlo. Unas más tradicionales que otras, cada persona tendrá sus favoritas. Sin embargo, puede que sea conveniente evitar algunas si provocan dolor o molestias.

En general, hay cinco posturas sexuales que, al facilitar lo que se conoce como una “penetración más profunda”, podrían agravar un malestar que sienta la persona que es penetrada.

Ésta “se da por la coincidencia del ángulo vaginal y el ángulo del pene en erección. La vagina, habitualmente tiene un ángulo que va de arriba hacia abajo y de atrás hacia adelante, mientras que el pene suele ir de abajo hacia arriba y de atrás hacia adelante”, explica a Clarín el médico y sexólogo clínico Adriel Hudson.

Hudson, integrante de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), agrega que existen diversas posiciones que pueden facilitar esa coincidencia, por ejemplo, al bascular (o balancear) la pelvis femenina. “Esos ángulos no son fijos, y pueden ir modificándose”, aclara.

Entre las posiciones que favorecen este tipo de penetración (y pueden generar cierto malestar) se encuentran estas cinco:

  • El Misionero: la más clásica, tradicional y difundida, consiste en que la mujer (o la persona penetrada) está abajo, con las piernas entreabiertas, y el hombre (o quien penetra) se vuelca sobre ella. Al estar cara a cara, quien esté arriba puede mantener cierta distancia para no volcar todo su peso en la otra persona.
En la posición de "El Águila" la persona que es penetrada sube las piernas extendidas para formar una "V". Foto: ilustración ShutterstockEn la posición de “El Águila” la persona que es penetrada sube las piernas extendidas para formar una “V”. Foto: ilustración Shutterstock
  • “El Águila”: se trata de una variación de la posición de “el Misionero”, pero la persona que se encuentra abajo, en vez de tener las piernas apoyadas en la cama (o la superficie horizontal), las tiene extendidas levantadas, como si se tratara de dos alas grandes.
  • El Perrito o “en 4”: en esta posición, una persona se apoya en sus rodillas y manos, mientras que la otra penetra (vagina o ano) por detrás. En algunas ocasiones puede causar algún dolor porque suma una presión adicional a la espalda baja de la persona penetrada.
  • El “Pretzel”: se trata de una variación de la posición de “el Perrito” en el que la persona que es penetrada junta sus piernas en una forma similar al famoso bocadillo alemán. Sin embargo, la posición puede ser incómoda para la persona penetrada porque podría sumar mayor presión a la región de las caderas, la espalda baja y los muslos.
  • La “Cucharita”: otra clásica posición que consiste en que ambas personas se ubiquen de perfil sobre alguno de sus lados. En esta pose, la penetración ocurre desde atrás mientras se abraza el cuerpo del otro. Con las manos libres se pueden estimular los genitales de la persona penetrada.

Ahora bien, la idea de que la penetración deba ser profunda —o que deba existir siempre para hablar de una relación sexual consumada— es un mito que obedece más a la cultura de la pornografía que al goce real en pareja. “La llamada cultura porno nos habla de penes grandes como necesarios para un goce sexual y de ninguna manera es así si tenemos una sexualidad plena”, aclara Hudson (en Instagram @biopsique_sexologia_clinica).

De hecho, el médico agrega: “La longitud promedio de la vagina es de 6,5 a 8 centímetros y, más importante que la longitud es la elasticidad de ésta y su capacidad de respuesta ante el estímulo”.

Cómo ampliar el “menú sexual” en la pareja: alejarse del coitocentrismo

El coitocentrismo, la falsa creencia de que solo mediante la penetración se puede experimentar goce y alcanzar el orgasmo, ha sido cuestionado por especialistas desde hace varios años. A pesar de ello, romper con mandamientos e ideas instaladas por varias generaciones no siempre es sencillo.

“El coitocentrismo sigue siendo un tema en todos los consultorios sexológicos y está presente tanto en la mujer como en el varón y otras identidades de género”, afirma a este medio Lucía Báez Romano, sexóloga del Centro Argentino de Urología (CAU) y presidenta de la Asociación Sexológica Argentina (ASAR).

Báez Romano explica que el acto sexual está atravesado por múltiples factores culturales y un encuentro tiene dimensiones no solo a nivel físico, sino también en lo emocional y lo relacional. En ese sentido, pensar que solo mediante una práctica específica o una posición de penetración puede obtenerse placer no es solo perjudicial para la pareja, también les priva de “ampliar y conocer su menú sexual”, dice.

“Entender la sexualidad como el coito lo único que hace es disminuirla a la mínima expresión”, advierte Hudson. Foto: ilustración Shutterstock“Entender la sexualidad como el coito lo único que hace es disminuirla a la mínima expresión”, advierte Hudson. Foto: ilustración Shutterstock

Así como “no hay una ley universal en la cual uno tiene que hacer una posición particular”, el coito es solo una de muchas formas de tener una relación sexual, considera la sexóloga. Hudson coincide y advierte: “Entender la sexualidad como el coito lo único que hace es disminuirla a la mínima expresión”.

Entonces, ¿cómo animarse a “probar otros formatos”? En principio, ambos sexólogos destacan la importancia de cultivar una comunicación abierta, desprejuiciada y asertiva entre ambas personas. Hablar abiertamente de nuestras sensaciones y fantasías, derribar tabúes, proponer juegos y poder decir lo que no nos gusta son habilidades clave no solo para tener una mejor vida sexual, sino para fomentar una conexión integral en la pareja. Para el médico y sexólogo, el órgano sexual más grande es la piel; que recibe estímulos en los besos, las caricias, los abrazos, los masajes y todo el contacto.

La comunicación abierta, la información calificada y la exploración individual y mutua del cuerpo amplían y mejoran nuestra vida sexual. Foto: ilustración ShutterstockLa comunicación abierta, la información calificada y la exploración individual y mutua del cuerpo amplían y mejoran nuestra vida sexual. Foto: ilustración Shutterstock

Otro factor crucial para ampliar ese menú sexual es la masturbación, que puede ser, si se prefiere, primero a solas. Báez Romano considera que si no se explora el propio cuerpo será difícil identificar cuáles son nuestras zonas erógenas (más allá de los genitales) y saber cómo comunicarlo a la otra persona. “A veces se le da todo a la otra persona para que lo haga y cuando lo hace no me gusta la forma en que lo hace o no me gusta porque yo no sé por dónde tengo que empezar”, indica. Cuando eso ocurre, precisa, la frustración puede agudizar el problema de comunicación.

Así las cosas, los especialistas recalcan que la ESI (educación sexual integral) no es solo cuestión de adolescentes o jóvenes. Muchas personas en edad adulta perpetúan mitos porque ignoran cómo funciona su cuerpo y el de su pareja, desconocen cómo reconocer las etapas del deseo y la excitación o desestiman la importancia del uso de métodos anticonceptivos.

En cuanto a las posiciones, el médico y sexólogo concluye que la elección de una u otra no deberá estar condicionada por ningún prejuicio, sino por el gusto y la elección consensuada de ambas personas.



Fuente Clarin.com

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