Tal parece, el team invierno puede anotarse un puntito más sobre el team verano. Porque, según un nuevo estudio, el calor no sólo nos cansa y nos pone de mal humor, al menos a una parte importante de planeta, sino que hace mucho más que eso: nos hacen envejecer más rápido.
La investigación, a cargo de la Escuela de Gerontología Leonard Davis, Universidad del Sur de California, halló que los períodos prolongados de calor nos hacen envejecer más rápido. El estrés térmico acumulado cambia nuestra epigenética, es decir, cómo nuestras células activan o desactivan los interruptores genéticos en respuesta a la presión ambiental.
Está bien documentado que el calor extremo afecta negativamente la salud y la mortalidad, pero su vínculo con el envejecimiento biológico, un precursor del proceso de morbilidad y mortalidad, no está claro. El nuevo estudio, que fue publicado en la revista Science Advances, explora esta cuestión acuciante de cómo afecta el calor extremo a los seres humanos.
Y los resultados son preocupantes. Según hallaron los autores del trabajo, Eun Young Choi y Jennifer A. Ailshire, cuantos más días de calor intenso soportaba un participante, más rápido envejecía. Los períodos más prolongados de calor extremo aceleraban el envejecimiento en las personas mayores en más de dos años.
A medida que el clima se vaya calentando, los seres humanos estaremos expuestos a más y más calor, y nuestros cuerpos responderán a estas tensiones envejeciendo más rápido.
El envejecimiento es natural, pero la velocidad con la que se produce varía de persona a persona. A lo largo de la vida, nuestro cuerpo se ve afectado por el estrés y los impactos. Por ejemplo, si no dormimos lo suficiente durante un período prolongado, envejeceremos más rápido .
El calor sostenido estresa nuestros cuerpos y los vuelve menos eficientes a la hora de realizar las muchas tareas necesarias para mantenerse vivos. Es exactamente eso cuando los científicos se refieren cuando sostienen que acelera el envejecimiento biológico. Es probable que este deterioro preceda al desarrollo posterior de enfermedades y discapacidades.
Durante toda nuestra vida, nuestro ADN permanece igual, pero lo que cambia es es la forma en que se expresan los genes. Es decir, las células pueden activar o desactivar algunos de sus miles de genes en respuesta al estrés. En un momento dado, solo una fracción de los genes de cualquier célula están activados, lo que significa que están ocupados produciendo proteínas.
Los cambios celulares pueden provocar que se produzcan más o menos proteínas, lo que a su vez puede afectar las funciones fisiológicas y nuestro estado de salud. Esto puede ser tanto malo como bueno.
El estrés térmico puede alterar el patrón de qué genes se activan o desactivan, lo que a su vez puede afectar nuestro ritmo de envejecimiento. En tanto, que el estrés térmico severo puede ser recordado por las células, lo que las lleva a cambiar sus patrones de ADNm con el tiempo. En pruebas de laboratorio, el efecto es pronunciado en peces, pollos, cobayas y ratones.
Hasta la fecha, gran parte de la investigación sobre cómo el calor afecta la epigenética se ha centrado en animales y plantas. En este caso, la evidencia es clara: se ha demostrado que incluso un único episodio de calor extremo tiene un efecto duradero en ratones.
Pero sólo se han realizado un par de estudios con seres humanos y han sido limitados. Esta es la brecha que esta nueva investigación pretende ayudar a llenar.
En el nuevo estudio participaron casi 3.700 personas, con una edad promedio de 68 años. Se sabe que el calor afecta más a las personas mayores que a las más jóvenes. Nuestra capacidad para controlar la temperatura corporal disminuye a medida que envejecemos y somos menos resistentes a las tensiones y los impactos externos.
También se conoce que los períodos de calor extremo desencadenan una ola de enfermedades y muertes, especialmente entre las personas mayores.

El estudio se propuso comprender mejor qué les sucede a los cuerpos humanos a nivel biológico cuando están expuestos a calor intenso a corto, mediano y largo plazo.
Para ello, los investigadores tomaron muestras de sangre y midieron los cambios epigenéticos en miles de sitios en todo el genoma, que se utilizaron para calcular tres relojes que miden la edad biológica, llamados PcPhenoAge, PCGrimAge y DunedinPACE.
Luego, analizaron los niveles de calor a los que cada participante habría estado expuesto en sus áreas geográficas durante los seis años anteriores. Utilizaron el índice de calor de EE. UU. para evaluar el calor, desde precaución (días de hasta 32 °C), precaución extrema (32-39 °C) y peligro (39-51 °C). Utilizaron modelos de regresión para ver cuánto más rápido envejecían las personas por encima de la tasa normal de envejecimiento.
El efecto del calor fue claro en los tres relojes biológicos. La exposición prolongada a un calor intenso aumentó la edad biológica en 2,48 años durante el período de seis años del estudio según PCPhenoAge, 1,09 años según PCGrimAge y 0,05 años según DunedinPACE.
Durante el período del estudio, el efecto fue hasta 2,48 años más rápido que el envejecimiento normal, donde un año natural equivale a un año biológico de envejecimiento. Es decir, en lugar de que sus cuerpos envejecieran el equivalente a seis años en un período de seis años, el calor podría haber envejecido sus cuerpos hasta 8,48 años.
A medida que nos enfrentamos a un futuro más cálido, nuestra epigenética cambiará en respuesta a ello. Todavía queda mucho trabajo por hacer para ver cómo podemos adaptarnos a estos cambios, o si podemos hacerlo en algunas partes del mundo.
Fuente: Sciense Alert y Clarín