Un trago en un vaso de plástico fue el principio de una pasión que lo llevó lejos. Wingo, un rubio muy rubio de treintaypocos con nombre de auto, era todavía un ignoto estudiante universitario en Texas cuando probó un Jack & Coke (por aquí conocido como whiscola). La mezcla impactó en su garganta acostumbrada a la cerveza.
El sabor le encantó, se sintió muy canchero y ese batido de Jack Daniel’s con cola se convirtió en su bebida de cabecera, así que eso fue lo que pidió en una fiesta de Fin de Año de la empresa donde trabajaba. “Si te gusta el whisky tenés que probar un whisky de verdad”, le dijo su jefe, y le sirvió un single malt, que en ese momento le pareció horrible.
Pero la semillita ya había prendido. “Me sorprendió que tanto el Jack Daniel’s, que es un destilado de Tennessee, como ese otro single malt, totalmente distinto, fueran considerados whiskys. Eso me llevó a querer probar tanto como pudiera y descubrir las diferencias”, dice ahora de paso por Buenos Aires, ya convertido en embajador de TX, una marca de bourbon… originaria de Texas.
Antes de eso Johnatan Wingo exploró sabores, pero también el proceso de producción del whisky, que involucra distintos granos, fermentación, alambiques y barricas. Luego gestionó un local en Nueva York llamado “The Whiskey Shop”, que le valió ser incluido en la lista 30 under 30 Food & Drink 2012 de la revista Forbes, que destaca a jóvenes especialistas en gastronomía. “Con 99 tipos de bourbons, whiskys de centeno y blends, su boutique de destilados es un gran aporte a la cultura del destilado tradicional de Estados Unidos”, puede leerse todavía en el sitio on line de la publicación.
Aunque ya había convencido a su familia que lo del whisky era cosa seria, se puso a estudiar. Así obtuvo una Certificación en licores de la WSET (la organización global Wine & Spirit Education Trust), una serie de cursos que ahora recomienda a cualquiera que desee apreciar los fundamentos y las complejidades de la producción de destilados, formación que le sirve para comunicar las bondades de TX Texas Whisky.
“Utiliza ingredientes 100% texanos: maíz amarillo, trigo de invierno y cebada malteada, combinados con una cepa de levadura de nuez exclusiva. Además, el diseño artesanal de la botella refuerza la conexión con la identidad local: las tapas están hechas con cuero reciclado de botas y sillas de montar, y las bandas plateadas representan las espuelas de los vaqueros. El perfil de sabor, con notas suaves y dulces, se alinea con la gastronomía del sur de Estados Unidos.
Ahora, con “la suerte” de ser Embajador global del bourbon TX, el muchacho disfruta el camino. “Gracias a esta carrera he conocido tanta gente, visto tantos lugares, compartido tantas historias, tanto whisky… y he podido enseñar y aprender. Ojalá pueda transmitir el entusiasmo por esta bebida que me ha dado todo”.