Este lunes, se publicó el decreto 236/2025 en el Boletín Oficial, por el que el Gobierno oficializó la rebaja de aranceles a la indumentaria, que vuelven a ser los mismos que antes de 2007 y que había adelantado el ministro de Economía, Luis Caputo. En ropa y calzado, se reducirán de 35% a 20%; en telas, de 26% a 18%; y en hilados, de 18% a 12%, 14% o 16%, dependiendo el caso.
En el sector, anticipan que podrían bajar los precios al consumidor, aunque el impacto no será significativo: estiman una caída de no más de un 11%. Según Caputo, “la Argentina es el país con la indumentaria más cara en la región”, por lo que la importación ayudaría a “disciplinar” precios internos y bajar la inflación.
La industria, criticada por los compradores, se defiende y señala que entre diciembre de 2016 y febrero de 2025 (último dato), la inflación fue 7.953%, mientras que la de prendas y calzado fue inferior: 6.701%. Y destaca que “en los últimos 20 meses, la variación dio por debajo del IPC: entre junio de 2023 y febrero de 2025, la inflación trepó 371% y la ropa lo hizo un 243%”.
Así las cosas, un artículo de igual marca cuesta hasta 40% más en la Argentina que en países vecinos, como Chile y Brasil, aunque hay que tener en cuenta que el mercado nacional es diferente al de ellos: la economía de Chile es una de las más abiertas de la región, con prácticamente todo importado; y en Brasil, la presión tributaria varía según el estado y el mayor tamaño de su población permite obtener escala.
De esa manera, el debate está dividido entre industriales que responsabilizan al Estado por la alta carga tributaria y argumentan que más de 50% del precio corresponde a impuestos, y otras voces que apuntan que, luego de años de proteccionismo,tienen que sacrificar márgenes de ganancia: sostienen que rondan en 30%, cuando en otros países no superan el 8%.
En el primer bimestre de 2025, la importación de ropa creció 136% en unidades y 41% en el valor que se pagó por ella comparado a enero y febrero de 2024, de acuerdo a datos del sector. Entraron 23,3 millones de prendas por US$ 90,2 millones, mientras que en los dos primeros meses del año pasado ingresaron 9,9 millones de artículos por US$ 61,2 millones.
Más de la mitad de la mercadería (52,4%) provino de China. Desde allí, la importación subió en ese periodo 192% interanual en volumen y 89% medido en dólares. Le siguen otros países asiáticos: 8% vino de Vietnam (que creció 42% y 84%, respectivamente), 6,4% de Bangladesh (con aumentos de 191% y 176%), 5,4% de Camboya (con 60% y 52%) y 4,5% de Pakistán (con 334% y 271%).
Pro Tejer, entidad que agrupa a fabricantes, calculó que “la baja de precios no superaría el 2%, ya que más del 90% son factores vinculados a la comercialización, y no al producto en sí”, y detalló que el “50,3% se va en impuestos”.
Abeceb señaló que las prendas que más se abaratarían serían las terminadas importadas, que podrían bajar un 10% y representan entre 15% y 20% del mercado. El resto, mayormente, tiene mix de insumos nacionales y extranjeros. En ese caso, la baja sería de entre 1% y 3,5%.
Por su parte, Gustavo Ludmer, doctor en Desarrollo Económico y especialista en temas productivos, publicó en su cuenta de X que podría darse una caída de 11,1% en la ropa importada y en términos generales estimó un 3,6% de recorte en promedio.