En las últimas semanas se evidenció la enorme diversidad geográfica, climática y productiva de la Argentina con la convivencia de dos situaciones extremas: la inundación y la sequía. En el centro de la provincia de Buenos Aires, las abundantes lluvias de febrero y comienzos de marzo fueron primero una buena noticia por el fin de la sequía, pero luego por exceso empezaron a tornarse preocupantes en muchas zonas. Mientras tanto en el este de Santiago del Estero hay pérdida total de cultivos por una de las peores sequías de las que se tenga registro.

Anegamiento bonaerense

En el centro de la provincia de Buenos Aires hubo más de un millón de hectáreas que quedaron bajo agua y obligaron a los productores a mover de urgencia a los rodeos o cosechar sobre el barro. Las imágenes volaron y se multiplicó la preocupación y también la indignación porque el fenómeno se da justo cuando las obras de saneamiento en la cuenca del Salado están paralizadas por falta de pago.

La imagen del 18 de marzo muestra un escurrimiento del agua hacia la cuenca del Vallimanca.La imagen del 18 de marzo muestra un escurrimiento del agua hacia la cuenca del Vallimanca.

A pedido de Clarín Rural, el olavarriense Martín Orradre, Licenciado en Geografía y fundador de la firma BitField, que aplica la información satelital a la producción agropecuaria, analizó la situación hídrica actual a partir de imágenes satelitales tomadas entre el 10 y el 18 de marzo para entender cómo los factores climáticos y geográficos influyen en la dinámica hídrica y en la rapidez con la que el agua se drena en los campos.

Las imágenes muestran que tras las abundantes lluvias de febrero y comienzos de marzo, cuando en algunas zonas cayeron hasta 400 milímetros en pocos días, 1.250.000 hectáreas se vieron afectadas en el centro de Buenos Aires, abarcando partidos como Hipólito Yrigoyen, Bolívar, General Alvear, Daireaux, Olavarría y Azul, entre otros.

“Las zonas con mayor acumulación de agua se encuentran en Olavarría, General Lamadrid, Laprida y sectores bajos de Daireaux, Tapalqué y Bolívar. Sin embargo, en algunos lugares, los veranos secos y el buen drenaje han evitado que la acumulación sea prolongada. Comparando las imágenes satelitales de los días 10 y 18 de marzo, se observa que el escurrimiento del agua ha sido notable, aunque el área total afectada no ha variado significativamente”, detalló.

Desde la localidad de Pirovano, en el partido de Bolívar, el productor Emilio Pereyra Iraola, quien recorrió la zona en avión y además lleva un monitoreo diario desde el lote, retrata dos situaciones diferentes: “El campo alto está muy bien, recibió casi 300 milímetros en sumatoria, está fenómeno con eso y el agua está drenando hacia hacia la napa, ya los charcos prácticamente desaparecieron. La otra situación es el campo bajo que está recibiendo agua por el desborde de la laguna, independientemente de lo que puede haber llovido”, dice.

Luego detalla que en Pirovano el agua subió hasta hace cuatro o cinco días y ahora está bajando a razón de seis centímetros por día. “Se está yendo por el Salado, por el Vallimanca, que es la salida normal y natural del agua acá. Llegamos al punto de inflexión donde ya dejó de subir, está bajando y mientras no llueva va a seguir esa misma tendencia”, comenta.

El agua del Vallimanca va a parar al río Salado para luego llegar al mar en la Bahía de Samborombón, y en el escenario actual se torna más preocupante la falta de avance en las obras de calado del Salado. “Parece mentira que con media provincia bajo agua, Nación y Provincia se den el lujo de parar las obras del Salado. Había cuatro empresas haciendo uno de los últimos tramos y la semana pasada paró la última empresa que estaba trabajando a un cuarto de ritmo, por falta de pago. A las cuatro empresas se les debe más de un año. Mientras tanto los que estamos al lado del Salado quedamos bajo agua”, dice Ignacio Iturriaga, quien maneja un campo ganadero sobre la costa del río y conoce el problema por propia experiencia.

La seca en el NEA

En los últimos días se declaró el estado de emergencia y desastre por 180 días en la provincia del Chaco por la grave sequía que atraviesa la región. “La complicada situación que generaron las tres etapas de olas de calor y la ausencia de lluvias terminaron por malograr las cosechas de maíz, soja y parte de los lotes de algodón, con un severo castigo a las pasturas naturales que impactará en la producción ganadera en los próximos meses”, aseguraron desde la Confederación de Sociedades Rurales de Chaco y Formosa (Cha-For).

A su vez, según un trabajo realizado por la Sociedad Rural del Noreste Santiagueño, la campaña 2024/25 en esa zona empezó con perfiles entre el 50 y 70% de agua útil, pero en los meses de diciembre, enero y febrero se registraron precipitaciones acumuladas de 186 mm contra 433 mm de promedio para el mismo periodo. Mientras tanto las temperaturas máximas y mínimas registradas durante ese periodo se encuentran por arriba del promedio con valores registrados hasta de 47°C.

Sequía en Santiago del Estero.Sequía en Santiago del Estero.

En ese contexto, en Santiago del Estero hay 1,8 millones de hectáreas en categoría de sequía alta y 3 millones de hectáreas en estado severo. En promedio, Santiago del Estero presenta 58% de la superficie relevada en categoría severa y 35% en alto. Mientras que en Chaco la proporción de superficie en categoría severa es del 71% y en Alto del 18% .

La situación climática en Quimilí, situado en el departamento Moreno, es crítica. La sequía que afecta a la región ha generado pérdidas importantes en los cultivos y está golpeando con dureza a la ganadería.

Marcelo Herasimchuk, presidente de la Sociedad Rural de Quimilí, explicó que el pronóstico para el año indicaba un evento “Niña a Neutral”, con lluvias alentadoras en la primavera. Sin embargo, la situación cambió drásticamente en el verano. “En diciembre, el registro de lluvias fue de 75 mm contra una media de 115 mm. En enero, cayeron apenas 32 mm, cuando la media es de 113 mm. En febrero, se registraron 75 mm en algunas zonas, pero en otras directamente no llovió, con un promedio esperado de 105 mm. En marzo, la situación se agravó aún más porque no llovió en absoluto”, detalló.

Además, la ola de calor extremo complicó aún más la producción. “Tuvimos 14 días consecutivos con más de 40°C y 2 días por encima de los 45°C. Lo normal en el verano es tener unos 6 días con esas temperaturas”, comentó Herasimchuk.

Esta combinación de factores climáticos ha provocado la pérdida total de algunos cultivos, mientras que otros aún resisten, aunque con daños irreversibles en el rendimiento. “La etapa de polinización del maíz coincidió con la sequía y las altas temperaturas, lo que afecta directamente la fecundación del grano. Ahora estamos en una segunda etapa de evaluación para cuantificar las pérdidas”, explicó.



Fuente Clarin.com

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