No es frívolo sino lo contrario.

La lucidez de la risa encarnada en esa empleada pública que gritaba “Atrás” y que no atendía a nadie, y que hacía retroceder a todos, era, es, una imágen del autoritarismo capilarizado en tantos burócratas que siguen, impermeables a toda novedad, complicando cada trámite, cada instante impidiendo, gritando “¡atrás!!!” Lo impedía todo en el mostrador de entradas de la Casa Rosada. Ahora hay robots que gritan silentes “atrás” no atendiendo jamás urgencias y desesperaciones que nadie oirá.

Mamá Cora, que no murió entonces, pero que engendró una familia de locos, sigue presente en aquel grotesco inmortal que dejó en ese personaje representado por el gran Luis Brandoni, y las tres empanadas y el inolvidable, “Ahí lo tenés al pelotudo”.

Despreciable el personaje, gigante el actor, el personaje de Brandoni era un aliado de lo peor, la mala policía, los militares…

¨Que miseria che, qué miseria, tres empanadas que sobraron de ayer para dos personas… lo único que se puede hacer es no pensar”.

Queda para siempre en la memoria aquel soliloquio infame.

¿Dónde quedó el humor?

Un país sin humor ha drenado su inteligencia hacia las alcantarillas.

Hoy sube a las marquesinas un cuevero corrupto ex esposo de una suerte de modelo experta en asociarse matrimonialmente con delincuentes. Piccirillo, según todos los indicios, compraba dólares oficiales y los vendía en el mercado blue, y plantó droga y un arma en el vehículo de un acreedor para zafar de su deuda e incriminar falsamente a quien le debía mucho dinero.

La decadencia se percibe en quienes construyen el teatro cotidiano argentino.

Los que no tenían nada de humor fueron los dictadores del último, fatídico golpe.

Cuando el humor se va, llegan espantos a granel.

Había voluntad de matar en 1976, de secuestrar, de torturar, de desaparecer. Y antes de 1976 también.

Elías Piccirillo, hoy detenido, junto a Jésica Cirio. Foto: InstagramElías Piccirillo, hoy detenido, junto a Jésica Cirio. Foto: Instagram

Antes del golpe, la aberración de la Alianza Anticomunista Argentina de José Lopez Rega, el socio íntimo de Isabel Perón, la presidenta entonces, perseguía, amedrentaba, y ejecutaba disidentes. Y el delirio nacional católico de Montoneros hacía lo propio pero desde la vereda de enfrente, y el ERP y todas sus colectoras lo mismo, a través de las mil ramificaciones nihilistas de la izquierda y el cuadriculado general Videla y Massera y Agosti pergeñaban la fase superior del terror, para tomar el poder absoluto y ahogar en el río de la Plata lo último que quedaba de la democracia.

Prohibieron el humor. No se podía ni siquiera caricaturizarlos en los diarios.

Massera y los Montoneros pactaron entre sí, y quien atestiguó el pacto, Elena Holmberg, fue desaparecida y liquidada.

Su cadáver fue encontrado en el Río Luján y reconocido por su tío, el General Alejandro Agustín Lanusse, quien había sido a la vez presidente de facto.

La Argentina es un caleidoscopio en el que las imágenes giran y el tiempo que pasa, no pasa a veces, y todo vuelve a girar retomando los mismos avatares siniestros.

La voluntad de matar fue conjurada en la democracia pero no del todo, hay que decirlo.

Los mandobles contra la democracia de los militares carapintadas, el feroz ataque al regimiento de La Tablada por parte del MTS, Movimiento Todos por la Patria, demostró que la democracia volvía a estar en peligro.

Ahora, hay espectáculos bochornosos en el Congreso, estentóreos circos diversos, pero la democracia persiste entre papelones y errores

Hubo sí barras bravas a granel y desatadas en plaza del Congreso que querían herir la democracia.

La democracia no muere pero está en el blanco de algunos.

Es increíble pero es así.

De lo contrario la violencia pública sería un puro sinsentido y alguien tuteló aquella furia.

Más tarde, en la marcha de ésta semana, la Argentina pretérita siguió su peregrinaje momificado.

Entre los militantes de la izquierda había muchas pancartas del MST, similar acrónimo al del MTS. Cambia un poco la sigla, pero el pasado sigue presente.

Y entre los peronistas predominan los gremios antediluvianos que otra vez, porque imaginación no tienen, volvieron a convocar a un paro, con sus rostros pétreos delante de las añejos cuadros de la CGT, estampados en paredes arcaicas, arcaicas como las fauces de los jerarcas de la burocracia sindical, que ¿qué es lo que quieren sino hacer paros?

Y todo sin humor, sin Gasalla que se murió, con Piccirillo como otro emblema de la corrupción que no se rinde. Porque cabe preguntarse ¿Algún sector de la política amparó a éste señor Piccirillo para perpetrar sus desmanes y sus estafas?

Sí, la pregunta cabe y vale.

La Argentina es un popurrí, todo mezclado.

Y el desastre se articula -o se desarticula- con el brillo, como el de Gasalla.

Pero el brillo no puede morir.

Que ya nadie diga “atrás” podría ser una consigna de lucha pacífica, patriótica y democrática.

Dijo Gasalla: “Aunque estudies y cuentes chistes, quizás nunca seas gracioso. El humor se genera en una situación trágica, no es prestado, implica una posición frente a la vida”.

Tragedias no faltan, falta humor, es decir inteligencia.



Fuente Clarin.com

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