“Conócete a ti mismo” no es solo una frase inspiradora; es una de las enseñanzas más antiguas y poderosas de la historia del pensamiento humano. Su origen se remonta a la Antigua Grecia, grabada en la entrada del templo de Apolo en Delfos. Más tarde, filósofos como Sócrates y Platón la convirtieron en el eje central de su filosofía.
Porque conocerse a uno mismo no es tarea fácil. Implica mirar hacia adentro con honestidad, cuestionar nuestras creencias, entender nuestras emociones, reconocer nuestras luces… y también nuestras sombras.
El filósofo David Pastor, en una conferencia para Aprendemos Juntos de BBVA, ha hablado de esta famosa frase para reflexionar sobre cómo vemos esta frase hoy en día: “Es una especie de comodín, de mantra de autoayuda. ‘Conócete a ti mismo’ pero… ¿Cómo me conozco a mí mismo?”, se pregunta. Solemos pensar que basta con mirar hacia dentro y desconectarse del mundo para encontrar respuestas.
Pastor afirma que solo no te puedes conocer a ti mismo, te conoces a través de la mirada del otro. Necesitas al otro para conocerte a ti mismo: “Como con el amor, en casi todas las cosas importantes de la vida, necesitamos que alguien nos explique, verlo reflejado en la mirada del otro”, explica.
Pastor recuerda esta frase de Aristóteles para hablarnos de la importancia de no centrarnos en el individualismo. Los clásicos utilizan la palabra idiota para definir a “aquel ciudadano que solo se preocupa de sus problemas y que no comparte de los asuntos de los demás
“Nosotros”, explica el filósofo, es la unión de dos ideas: el “nos” y el “otros”. Un plural que no excluye, sino que une. Y que, como explica, tiene raíces profundas en nuestro idioma y nuestra historia. Quizá la solución no se encuentre entre las páginas de un libro de autoayuda. Tal vez lo que necesitamos es volver a reconocernos desde el punto de vista de los otros.