Las reglas de etiqueta, lejos de ser normas anticuadas, continúan desempeñando un papel esencial en la convivencia social y profesional. Se trata de un código de comportamiento que facilita interacciones respetuosas, evitando malentendidos y promoviendo la armonía.

En contextos formales, como cenas o reuniones, las normas de etiqueta abordan detalles que van desde el uso correcto de los utensilios y cristalería hasta cómo comportarse al levantarse de la mesa.

Por ejemplo, es preferible evitar chocar las copas, mantener los bordes de los platos limpios y no anunciar que se va al baño. Estas pautas, aunque parezcan pequeñas, proyectan una imagen de profesionalismo y buena educación.

Más allá de las mesas elegantes, la etiqueta también tiene su lugar en el ámbito laboral. Desde no usar el móvil en reuniones hasta evitar presumir logros, estas normas contribuyen a crear un ambiente respetuoso y colaborativo. En resumen, las reglas de etiqueta no solo regulan comportamientos, sino que también reflejan cortesía y ayudan a fortalecer vínculos en cualquier ámbito. Pero, ¿cuáles rompemos sin darnos cuenta?

Las normas de etiqueta son mucho más que simples formalidades sociales; son una forma de demostrar respeto y consideración en cualquier interacción. Sin embargo, en la vida diaria solemos romperlas sin darnos cuenta.

Según la experta en etiqueta Myka Meier, fundadora de Beaumont Etiquette, algunos errores recurrentes incluyen levantar el menú completamente de la mesa en cenas formales o dejar marcas alrededor del vaso al beber de diferentes lados.

Estas pequeñas acciones, aunque insignificantes a primera vista, afectan la impresión que proyectamos en entornos sociales y profesionales.

Otro error común es brindar chocando las copas, un gesto que muchos asocian con celebraciones, pero que no está bien visto en eventos formales, ya que puede dañar la cristalería. Asimismo, mencionar que vas al baño al levantarte de la mesa es una práctica que, según Meier, debería evitarse, ya que es innecesaria e incómoda para los demás comensales.

Incluso algo tan habitual como decir “buen provecho” en una cena formal puede interpretarse como inapropiado, pues no es una expresión aceptada en esos contextos. En ese caso uno podría limitarse a decir “que lo disfrute”.

Por otro lado, el manejo de la servilleta también tiene sus normas. Debe colocarse en el regazo al sentarse, jamás usarse para sonarse la nariz ni limpiarse los cubiertos. Al terminar, la servilleta debe quedar cuidadosamente a la izquierda del plato.

Estos detalles no solo reflejan buenos modales, sino que también hacen que quienes nos rodean se sientan más cómodos y respetados. En definitiva, las reglas de etiqueta no son un anacronismo; siguen siendo relevantes para mejorar nuestra convivencia y proyectar una imagen de respeto y profesionalismo.

En el ámbito laboral también rompemos reglas de etiqueta constantemente. Revisar el teléfono móvil durante reuniones o presumir logros son comportamientos que generan una imagen poco profesional y dificultan las relaciones laborales. Estas normas no son simples convencionalismos, sino herramientas para mantener la armonía y el respeto en nuestras interacciones diarias, tanto en la mesa como en la oficina.

Existen diversas situaciones, cada una con un conjunto particular de normas que las rigen. En muchas ocasiones, es probable que actúes de forma adecuada sin siquiera pensarlo, pero también es posible que estés incurriendo en errores de etiqueta sin darte cuenta.

Los buenos modales tienen como objetivo principal crear un ambiente cómodo para todos, incluyéndote a ti mismo. La esencia de la etiqueta radica en adoptar comportamientos que fomenten el respeto mutuo, la colaboración y una mejor comprensión entre las personas.



Fuente Clarin.com

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