Algunos papas, como Juan Pablo I, tuvieron pontificados muy cortos, de solo algunos días. Otros, en cambio, dirigieron los destinos de la Iglesia por varias décadas.

Uno de los pontificados más extensos fue el de Juan Pablo II, que se extendió desde el 16 de octubre de 1978 hasta su fallecimiento el 2 de abril de 2005.

Otro papa que estuvo más de 25 años en el poder fue León XIII, quien asumió el 20 de febrero de 1878 y permaneció hasta el 20 de julio de 1903.

Con 24 años y medio de pontificado, Pío VI gobernó la Iglesia entre el 15 de febrero de 1775 y el 20 de agosto de 1799. También fue extenso el papado de Adriano I, desde el 1º de febrero de 772 hasta el 25 de diciembre de 795.

Sin embargo, hubo un papa que supera a todos ellos en cuanto a permanencia y que gobernó la Iglesia durante casi un tercio del siglo XIX.

Es verdad que San Pedro, el primer papa, habría tenido el pontificado más largo, calculado entre 34 y 37 años. Sin embargo, las fechas son inciertas debido a la falta de registros históricos precisos. De esta manera, Pío IX aparece como el papa que más años estuvo en el poder: 31 años y 7 meses.

Nacido como Giovanni Maria Mastai Ferretti el 13 de mayo de 1792 en Senigallia, Italia, el papa Pío IX inició su reinado el 16 de junio de 1846, en un contexto de grandes expectativas.

Al inicio de su pontificado, promulgó medidas progresistas como una amnistía para presos políticos y la creación de la Consulta, una cámara deliberante que permitía cierta participación ciudadana en los Estados Pontificios. También abolió el gueto judío en Roma, lo que fue recibido con entusiasmo por sectores liberales europeos.

Sin embargo, su relación con los movimientos revolucionarios se deterioró rápidamente. Las revoluciones ocurridas en 1848 llevaron a la proclamación de una república en Roma, lo que obligó al Papa a huir disfrazado a Gaeta, en el Reino de las Dos Sicilias. Luego de recuperar su territorio con ayuda de Francia y Austria, Pío IX se tornó algo más conservador.

El auge del nacionalismo y la unificación de Italia bajo el reinado de Víctor Manuel II llevó a la anexión progresiva de los Estados Pontificios, que terminó con la ocupación de Roma en 1870. Desde ese momento, Pío IX se declaró “prisionero en el Vaticano”, lo que marcó el inicio del conflicto conocido como la Cuestión Romana, que no se resolvió hasta los Pactos de Letrán que, en 1929, establecieron el actual Vaticano.

La pérdida del poder temporal transformó la relación entre la Iglesia y el Estado. Pío IX se opuso firmemente al liberalismo y al secularismo: condenó a estas ideologías en la encíclica Quanta cura y su apéndice, el Syllabus errorum (1864), donde rechaza doctrinas como el racionalismo y el socialismo.

En el ámbito doctrinal, Pío IX dejó un legado significativo. En 1854 proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción mediante la bula Ineffabilis Deus. Además, convocó el Concilio Vaticano I (1869-1870), durante el cual se definió el dogma de la infalibilidad papal, que establece que las declaraciones del pontífice sobre fe y moral hechas ex cathedra son infalibles.

Pío IX también promovió la devoción a San José, a quien declaró patrono de la Iglesia Católica en 1870, e instituyó la fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo.

El Papa murió el 7 de febrero de 1878. El proceso para su beatificación comenzó en 1907 y culminó en 2000 bajo el papado de Juan Pablo II.



Fuente Clarin.com

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