Antes de avanzar conviene tener en claro qué es la obesidad infantil. Se trata de una condición médica en la que un niño o adolescente tiene un exceso de grasa corporal que puede afectar negativamente su salud.
Se considera obesidad cuando el peso del menor está significativamente por encima del rango normal para su edad y estatura. Para medirlo, se suele usar el índice de masa corporal (IMC) ajustado por edad y sexo.
Cuando el IMC de un niño se encuentra por encima del percentil 95, se considera que padece obesidad. Y esta condición no solo afecta el peso, sino que también tiene un impacto en su bienestar físico, emocional y social.
Si bien las causas de la creciente obesidad infantil (sobre todo en los países occidentales) son múltiples, entre las principales están una alimentación poco saludable, rica en azúcares y grasas; la falta de actividad física regular; los hábitos familiares; y el uso excesivo de dispositivos electrónicos. Dentro de este contexto, veamos cuál es la hora del día en la que los niños con obesidad comen más.
Se sabe. El entorno en el que crece un niño, tanto en casa como en la escuela, tiene un papel fundamental en el desarrollo de la obesidad. Y, como se dijo, este es un problema creciente que genera gran preocupación a nivel mundial, porque las consecuencias de la obesidad infantil pueden ser graves.
En el corto plazo, los niños pueden presentar problemas como presión arterial alta, colesterol elevado, diabetes tipo 2 y dificultades respiratorias. Además, suelen experimentar problemas emocionales como baja autoestima, ansiedad, depresión o aislamiento social.
A largo plazo, la obesidad infantil aumenta considerablemente el riesgo de padecer enfermedades crónicas en la vida adulta. Es por esto que en los últimos años se comenzó a desarrollar múltiples estudios científicos que abordan el problema de la obesidad infantil.
Y según diversas investigaciones, los niños con obesidad tienden a consumir más calorías durante la tarde y la noche, especialmente después de la merienda y en las horas previas a dormir.
Un estudio publicado en la revista científica Obesity mostró que los niños con obesidad consumían hasta el 40% de sus calorías diarias después de las 6 de la tarde, lo que sugiere que la distribución horaria de las comidas también es un factor relevante en el aumento de peso.
Algunos de los puntos más relevantes encontrados en esta investigación son los siguientes:
Siguiendo esta línea, otro estudio reciente realizado por investigadores de la Escuela de Medicina Warren Alpert, de la Universidad de Brown y el Hospital General Brigham de Massachusetts, examina cómo el reloj biológico interno, o el ritmo circadiano, influye en los hábitos alimenticios de los adolescentes, especialmente en aquellos con sobrepeso u obesidad.
En la investigación participaron 51 adolescentes de entre 12 y 18 años, divididos en tres grupos según su índice de masa corporal (IMC): peso saludable, sobrepeso y obesidad. Durante el estudio, los participantes siguieron ciclos de sueño y vigilia de 28 horas en un entorno controlado sin acceso a luz natural ni relojes, para eliminar influencias externas sobre sus ritmos circadianos.
Se les ofrecieron seis oportunidades de comer por ciclo, con menús estandarizados, y pudieron consumir la cantidad que desearan.
Los resultados mostraron que todos los grupos tendían a consumir más calorías en la tarde y noche, siendo la ingesta más baja en la mañana. Sin embargo, los adolescentes con sobrepeso u obesidad consumieron significativamente más calorías en las horas circadianas de la tarde y noche en comparación con sus pares de peso saludables.
Esto sugiere que el reloj biológico interno desempeña un papel crucial en la regulación de la ingesta calórica, independientemente de factores externos como la luz o la actividad física.
Prevenir la obesidad infantil es posible y requiere el compromiso de toda la familia, el sistema educativo y la comunidad. Es fundamental fomentar una alimentación equilibrada, promover el ejercicio diario y limitar el tiempo frente a pantallas.
También es importante educar a los niños y niñas sobre hábitos saludables desde edades tempranas. Con un enfoque integral, se pueden mejorar la calidad de vida y la salud futura de los más pequeños.